viernes, 9 de agosto de 2013

ME MUERO

ME MUERO Tito Ortiz.- Llevo sesenta años muriéndome. Esto es un sinvivir, que no hay cuerpo que lo aguante. Tengo la sensación de que empecé a morirme, justo en el momento de nacer, pero por lo visto, es todo cuestión de tiempo. Unos morimos antes que otros, sin que podamos hacer nada, a no ser que pretendas acortar la estancia y decidas poner fin al asunto por imperativo personal. Si no es así, la cosa tiene fecha de caducidad, pero no hay forma de verla en ningún lugar del envase. Con lo que yo miro mi cuerpo – incluso a través del espejo – y no detecto fecha alguna que como el sello de los mataderos, diga cuando entonaré el canto del cisne. O más claramente, el adiós a la vida de Tosca. Tiene perejiles, que de lo único que tiene uno certeza al venir al mundo, es de que va a palmar. Tarde o temprano, pero palmar, palmas. Nadie te dice como va a ser tu vida. Si serás rico o pobre, listo o lerdo, feo o guapo, de ésta o de aquella acera. Nada de nada. Te dejan que lo vayas descubriendo tú y, que te zurzan. Que bien pensado, es toda una aventura, porque no saber cuando vendrá a por ti la parca, a que clase social pertenecerás, que educación tendrás y que salud disfrutarás, no deja de tener su aliciente, teniendo en cuenta que yo siempre he valorado mucho la belleza de lo desconocido. Que vete a saber, por qué diablos, me apasiona a mí tanto el no saber las cosas, cuando la capacidad de sorpresa la tengo por los suelos. Vamos, más baja, que la credibilidad de un político. Pero es que esto de vivir, me lo estoy tomando cada vez con menos ganas, no sé si tengo la tensión baja, o es que hace mucho tiempo, desde la última vez que... El Caso es, que no tengo ganas ni de mirarme. Estoy muy desanimado por el poco tiempo que hemos tardado en cargarnos una democracia incipiente, que prometía, pero que no hemos logrado que llegue a las listas abiertas, a la democracia interna en los partidos y a la independencia del poder judicial. Todo esto me tiene más quemado, que el responsable de imagen del ex portavoz del gobierno, Miguel Ángel Rodríguez, que acierta menos en su discurrir, que el diputado ex actor, Toni Cantó, con sus mensajes de twitter. Todo un alarde de soplapollez extrema, del que deberían rendir cuentas a los ciudadanos que les pagamos sus buenos sueldos, sometiéndose periódicamente – cada diez minutos – a un tés de alcoholemia y otro de drogas, o en su defecto, a uno de inteligencia simple, que tampoco quiero yo que vayan a sospechar, lo que en realidad pienso de ellos, no fuera que cayeran fulminados. Éste subgénero humano al que votamos cada cuatro años para que nos represente, ha logrado cosechar, el mayor descrédito en menos tiempo, desde que tenemos noticias del ser humano representante de las criaturas. Ellos son los únicos responsables del nulo entusiasmo de la población por ir a las urnas, ya que de todos es notorio, lo que el saber popular divulga: Ningún partido se libra. Todos en mayor o menor medida, - dependiendo de cuanto manden - tienen entre sus filas a miembros distinguidos de la delincuencia política, y lo que es peor, hemos permitido que gentes sin oficio ni beneficio, se hayan convertido en profesionales del asunto, sin otra experiencia en la vida, ni laboral, ni de estudios, lo que sin duda nos llevará tarde o temprano, a ser víctimas de éstos políticos de invernadero, inmunes a la ética, la razón, la solidaridad, y hasta a la vergüenza. Claro que si la casa real está como está, ¿cómo pretendemos refugiarnos en nuestros representantes?. Los pocos honestos que quedan, deben retirarse a sus cuarteles de invierno, para así distinguir con claridad el grano de la paja. Hay que dejarlos en evidencia, al igual que los curas pederastas, los magistrados militantes de formaciones que los nombran, olvidándose de que la mujer del Cesar también debe aparentarlo. Magistrados que se cebaron con Garzón y ahora poco a poco van dando su verdadera cara, como la que tiene el nuevo abogado de Bárcenas, a la sazón, ex magistrado que quiso encarcelar al difunto Polanco, por orden del eterno candidato al retorno presidencial, virrey de Las Azores. Gentes sin escrúpulos que se llenan los bolsillos a manos llenas, cuán jugador de balonmano emparentado con la nobleza, que hacen de la militancia política, su herramienta para enriquecerse a la velocidad del rayo, burlando, - sino a la justicia - a la honestidad y la ética, masacrando la honradez que debe orlar a todo político con vocación de servicio a los demás, dietas, kilómetros y gastos de representación, aparte. Si hace unos años, los padres demudábamos “la color” y nos daban palpitaciones, cuando un hijo nos decía que quería estudiar Bellas Artes, o una hija quería ser artista, ahora nos ponen al borde del patatús, cuando se nos revelan con una vocación política, que les lleva a afiliarse sin parpadear. ¡Niña! Si vuelves a insinuarme, siquiera, que te quieres dedicar a la política... vamos, es que te encierro en un convento.

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