martes, 22 de diciembre de 2009

El año del consumismo

POR FIN LLEGÓ EL AÑO DEL CONSUMISMO


Tito Ortiz.-

Decía mi director espiritual, que... Partiendo de la nada, hemos alcanzado las más altas cotas de la miseria. Y tenía razón, porque a los granadinos hace ya mucho tiempo que se nos niveló con el resto de la humanidad, pero por abajo. Así que por ocurrirnos, a no ser alguna desgracia, no nos ocurre nada, pero vamos, nada... en su más violenta manifestación. Ahora, la natural incapacidad de nuestros gobernantes, nos hace coleccionar proyectos de AVE y Metro, cuando la línea Almendrícos está recogida en cuentos y narraciones históricas, y algunos se atreven a recuperar para bochorno de los políticos precedentes y actuales, el ferrocarril a la costa, como genialidad actualizada, que zozobra inmersa en la mediocridad circundante. Ahora se dan cuenta, que un puerto remodelado o nuevo, como va a quedar el de Motril, lleva dos siglos esperando un tren, que ponga en tiempo razonable a personas y mercancías en Madrid, como punto más corto en línea recta, o sea, que Motril es el Puerto de Mar Natural de la Villa y Corte, y eso lo ven ahora. Pues para su vergüenza – si la tienen- eso ya lo vieron otros hace doscientos años, y hoy, sus proyectos y sabia osamenta, duermen el sueño de los justos.

Seguimos siendo el único punto patrio de la inmortal Iberia, que no tiene su red de autovías finalizada. Y la famosa T invertida, que Jaime Montaner, le prometió en dos años a Luís Curiel, en el despacho de Pepote de La Borbolla ante mí, es hoy día, después de veinte años de aquella mañana sevillana en la que piloté la avioneta del Presidente de La Cámara de Comercio, desde Tablada a Granada, una carta a los reyes, más que Magos, mágicos. Granada lleva décadas llenando el saco de los agravios, en la absoluta indolencia de sus gentes, y la frivolidad más descarada de sus gobernantes, que no se sonrojan llevando los mismos proyectos en sus programas de gobierno, desde la transición política hasta ahora. La carretera de La Sierra, que por cierto llega a uno de los pocos pulmones económicos que nos quedan, junto con la Alhambra y el Parque de las Ciencias, se convirtió hace tiempo en una trampa colapsada para relojes y esperanza, y nadie aborda con rigor una alternativa, ya sea por tierra, mar o aire. Nadie le hizo caso a Curiel, cuando dijo hace cinco lustros, que una posible solución a la aglomeración de la carretera y falta de aparcamientos, era un tren lanzadera, desde el aeropuerto a la estación de esquí. Los politiquillos de turno, volvieron a sonreir, y a decir aquello famoso de... ¡Qué cosas tiene Luís! Y Luís, y el magnífico equipo que lo arropaba en aquel pleno cameral, de auténticas personas capacitadas, no como ahora, lo único que hacían era poner sobre la mesa de los gobernantes, multitud de proyectos beneficiosos para Granada, que nunca fueron aceptados, por el sólo hecho de venir de fuera de los ámbitos políticos de uno y otro partido mayoritarios. La mediocridad de los personajes públicos del momento, nos les permitía admitir, que empresarios independientes como era el caso, tuvieran mejores ideas que ellos, y sin necesidad de recurrir a costos estudios de famosas consultorías internacionales. Sólo aplicando la experiencia, la razón y la sensatez. Tres asuntos éstos difíciles de encontrar hoy día entre los gobernantes, más dedicados a sus guerras fratricidas partidistas, cuando no, a enriquecerse en poco tiempo por razón de cargo, que haberlos háilos, y si no, vayamos cárcel por cárcel, pasando lista. La cosa se ha degradado tanto, que hasta dirigentes de la izquierda, amenazan y destituyen a periodistas que no bailan la música que ellos tocan. Que grabaciones las hay, para demostrárselo al que quiera.

Por eso ha llegado el año del consumismo. Éste 2010, en el que la crisis nos dará la puntilla, los parados granadinos crecerán una vez más, Granada seguirá ayuna de las infraestructuras que otros ya tienen obsoletas, la universidad que era nuestro orgullo, irá pasando a mejor vida, como lo demuestran los últimos varemos y encuestas, en los que ya se advierte que la calidad de nuestras enseñanzas no son ni la sombra de lo que eran, y que tenemos un campus masificado, con el futuro decreciente de una república bananera. Por eso es éste el año del consumismo, consumismo traje, consumismo coche, consumismo par de zapatos, consumismo futuro negro, consumismo escepticismo. Si seguimos votando a los mismos y sin pedirles responsabilidades, si seguimos pagándoles buenas nóminas y coches oficiales, los años del consumismo son los que nos esperan, los del dolor y la desesperanza. Con esta clase política actual de la izquierda granatensis, sólo los necios pueden sonreír al futuro. Tal vez, dios – si es que existe – podrá ampararnos, pero me temo que lleva años mirando para otro lado.

sábado, 5 de diciembre de 2009

JUSTICIA EXPRÉS

JUSTICIA EXPRÉS

Tito Ortiz.-

A partir de ahora, ya nadie podrá decir que la justicia en Granada es lenta, ni mucho menos, la justicia ha demostrado que cuando la urgencia del asunto lo requiere, sale por piernas como el que más, haciendo presa y triunfando. Dije, digo y mantengo, que ejercer la justicia, impartirla e interpretar las leyes, me parece un asunto tan vocacional como el sacerdocio o la medicina, de tal forma que en escuchando el famoso grito de… ¿Hay un médico en la sala?, no hay cristiano que, habiendo hecho el juramento hipocrático, no de un salto y se ponga manos a la obra, atendiendo un parto, o un bolo de carne en la glotis. Que yo lo he visto. De la misma manera, tampoco me imagino, que un sacerdote, por muy de paisano que vaya, se niegue a dar los sacramentos en plena vía pública, cuando escuche con melodía de lamento, aquello famoso de… ¡Confesión, confesión! Pues lo mismo ocurre con los jueces, o al menos con la mayoría vocacional de ellos y ellas. En presenciando delito flagrante, hay que tener la sangre de horchata para no reaccionar. Y mucho menos, tratándose de un juez que sabe lo que es ir en Vespa al trabajo, que es asunto de los que imprimen carácter. Miguel Ángel del Arco, es un togado de los que esta ciudad necesitaría, siquiera, una docena para ser metida en cintura. Porque no sólo se trata de perseguir a los delincuentes en todas sus categorías, sino, de tener los pies en la tierra y saber que se cuece en tu entorno. Hay compañeros de Miguel Ángel, que no andan por las aceras, levitan. Otros agachan la cabeza cuando van en el coche, escurren la mirada, se ocultan de la sociedad a la que pertenecen, se encapsulan en un entorno íntimo y protector, que nada tiene que ver con los individuos que luego la policía les pone a disposición en el banquillo, y de esa manera, no se tiene un conocimiento exacto y ajustado, de como vive y respira la sociedad a la que le estás impartiendo justicia. Del Arco, a base de gastar suelas, y gasolina mezcla para ir “avespado” por nuestras calles, nos conoce más que nuestra madre. No en vano, ha sido el único capaz de meter entre rejas, a un puñado de esos granadinos intocables por apellido o popularidad. Y ha tenido la valentía suficiente, para instruir casos tan complicados, y que profesionalmente erosionan tanto, como “el nevada”, que mientras desde la otra justicia, se intenta desmontar su impecable instrucción, las mediáticas defensas, consiguen consolidar obra que debería derruirse cuanto antes, con el conqui, de que peligra la integridad de la vecindad cercana. ¿Por qué me vendrá a la mente ahora, la vieja sentencia del Hiper Granada? Eso es que chocheo, estoy seguro.

Pero vuelvo a lo mío. Con estas líneas lo único que pretendo, a pesar de un discurso disperso en los últimos renglones, es testimoniar mi admiración, respeto y reconocimiento, a un juez de raza, nacido para la justicia, que no sabe de solapas de raso y corbatas de pajarita, pero sí, y mucho, de pantalones de pana y cazadoras para la moto, con el fin de no perder contacto con la ciudad que luego ve pasar por su despacho, y de esta forma, conocerla a la perfección, para aplicar un diagnóstico y tratamiento, ajustado a derecho. Poseo la información suficiente como para asegurar, que posturas que se acercan tanto a la realidad, objetividad y justicia, no sólo son temidas por el sector de la sociedad que pretende delinquir impunemente, sino, por cierto sector envidioso de los propios compañeros, cuya mediocridad los convierte, en caldo de cultivo extraordinario para la envidia.

Salir corriendo tras un ladrón de farmacias, no es más que la reacción de un hombre de bien, que predica con el ejemplo, y que en el instante en que su mente le dio la orden, no se paró a pensar en las consecuencias. Pero es que, si la policía y la guardia civil se parara ante el delito pensando en su integridad, las cárceles estarían vacías. La justicia es una cadena de profesionales y ciudadanos de bien, y el juez Miguel Ángel del Arco, pertenece a los dos grupos. Granada necesita muchos como él, y los boticarios…más todavía.