jueves, 27 de junio de 2013

SLO CON LA DEUDA DE LOS CLUBES...

SÓLO CON LA DEUDA DE LOS CLUBES... Tito Ortiz.- Uno no deja de pensar en el déficit, en los desahucios, en las preferentes, y en ese puñado de criaturas, que acorraladas por el sistema, no han visto otra salida que la de quitarse la vida, porque ya no podían soportar más, las injusticias de un gobierno que después de despilfarrar a manos llenas, intenta equilibrar la balanza, a base de arañar nóminas y pensiones, de aquellos que no tenemos escapatoria, ni posibles para ponerlos a salvo en Suiza. Ávidos de imaginación y cordura, quienes nos desgobiernan en el continente, optan por lo más fácil. Estrangular a lo débiles, mientras los que más tienen siguen riéndose, y los políticos, lejos de bajarse el sueldo, se lo suben, hasta que son descubiertos por los medios de comunicación. Y ante tanto horror, el ejecutivo sigue manteniendo cotos privados de deuda, sin que ningún político alze la voz, ni la justicia obre de oficio. En éste país llamado España, existe una connivencia, consentimiento, un mirar hacia otro lado, cuando del fútbol de élite se trata, que ya clama al cielo, desespera al Santo Job, y merecería de mayor honradez, por parte de quienes pueden solucionar éste escándalo. Sólo con lo que los clubes de fútbol adeudan a la Seguridad Social, a la Hacienda Pública, lo que se deben entre ellos mismos, lo que no les pagan a los jugadores, y los catering que se sirven, antes, durante, en el descanso y al finalizar el partido en los comodísimos y bien acondicionados palcos VIP, de los estadios españoles, sólo con esa cantidad astronómica, saldríamos de la crisis y no sería necesario seguir masacrando económicamente a las clases sociales más desfavorecidas. Pero claro, ¿quién le pone el cascabel al gato? Cuando muchos de los que hay bebiendo y comiendo gratis en esos palcos, son precisamente, los que deberían actuar de oficio contra sus morosos anfitriones. Esos que cada principio de temporada, les envían entregados en mano, los carnets para ellos y sus familias, completamente gratis, y además, los tratan a cuerpo de rey cuando acuden al partido. Así es muy difícil actuar de oficio, y fácil ralentizar la acción de la justicia, que de llevarse a cabo, terminaría con la situación de precariedad de una sociedad harta de llevarse la peor parte de quienes nos desgobiernan y martirizan. S los periodistas nos preocupáramos más, de meter los micrófonos en los palcos VIP, que en transmitir a pie de banda, la sociedad entera nos estaría agradecida. No hay más que ver lo que se habla y quienes lo hablan entre tiempo y tiempo del encuentro, para saber los grandes negocios que se fraguan en éstos partidos, donde lo que menos interesa es el resultado de lo que ocurra en el campo. El marcador ni lo miran. Lo realmente extraordinario, es el resultado de las conversaciones de estómagos agradecidos, que no tienen la moral ni la ética, para actuar contra la corrupción reinante en el fútbol español, porque de hacerlo, tendrían que dar muchas explicaciones de lo poco que les cuesta pasar la tarde del Domingo con su familia a mandíbula batiente, en lugar de privilegio, que otros no pisarán nunca. Si la justicia y los políticos, son capaces de acabar con la deuda que la liga española mantiene desde antiguo con las arcas de todos, la crisis será cosa del pasado. Sólo entonces, podremos hablar de un reparto equitativo de los derechos de televisión entre los equipos, del dinero de las quinielas, -que por cierto es un misterio sin resolver,- digno de ser tratado en Cuarto Milenio por, Íker Jiménez, y su equipo de fenómenos paranormales, y de cómo el fútbol profesional debe mantenerse con el dinero de sus socios, y los ingresos por publicidad, pero no a costa de todos los españoles, incluidos la inmensa minoría a la que no le gusta el fútbol. ¿Por qué el mundo de los toros ha pegado ese bajón de infarto en los últimos años? Porque los toros los pagan los aficionados que pasan por taquilla, y eso es lo que tiene que ocurrir con el fútbol, que lo costee quién le gusta y va al campo, no el resto de una sociedad que cada día engrosa los comedores sociales, ve como su casa se la quita el banco por falta de pago, y contempla horrorizada que las cifras de paro son millonarias, y cada vez son más las familias en las que ningún miembro trabaja ni tiene subsidio que llevarse a la boca. Y si nadie tiene entre la bragueta lo necesario para acabar con esto, que todos los partidos sean televisados en abierto, gratis para todos, es lo menos que pueden hacer, si todos estamos pagando las consecuencias de que los clubes no estén al día con sus deudas al Estado, que todos tengamos la oportunidad de verlos sin pagar. A fin de cuentas, eso es lo que hacen los dirigentes del fútbol español, tener su equipo y su palco para los negocios particulares. Pues en abierto para todos. En el paro, sin casa y enmayaos, pero con fútbol de primera. ¿O no?. Otro día hablaremos de por qué los toros pagan el 21% de IVA, y el fútbol, solo el 10%, de Messi, de su puñetero padre, y de nuestros atletas de élite, que pagan sus impuestos en paraísos fiscales.

lunes, 17 de junio de 2013

¡FEDERICO VIVE!

¡FEDERICO VIVE! Tito Ortiz.- Pudiendo escoger cualquier destino en su Andalucía, Federico optó por Granada. Y en aquella década esperanzadora de los noventa del siglo pasado, con su gorra de béisbol ladeada, unas deportivas enormes con los cordones desatados, pantalones surferos caídos en su justa medida, y una camiseta chillona tres tallas más grandes, apareció en la redacción de la empresa pública andaluza, para tragarse Granada, grano a grano, degustándola. Dejaba atrás el viento de poniente, ese fuerte, que sopla en el Atlántico, para cobijarse al abrigo de Sierra Nevada, en el barrio del Realejo, y como un greñúo más, impregnarse de esa malafollá granaina, que como el Chanel número cinco, te da el visado imprescindible, para ejercer como nativo, aún habiendo nacido cerca de donde Colón partió para descubrir un nuevo mundo. Federico Vaz, tardó menos que un cura loco en persignarse, en hacerse con la ciudad, su historia y sus gentes. A los compañeros nos ha ganado por su simpatía, su solidaridad y su profesionalidad. Al resto de los granatensis, por su gracejo a la hora de cosechar amigos, por su vasta formación y nivel cultural, por sus conocimientos de las bellas artes, de las nuevas tecnologías, y de las vanguardias. Vaz, es un eterno adolescente cincuentón, que sabe preguntar en las ruedas de prensa, eso que a los demás se nos escapa. Que lee entre líneas las declaraciones de los próceres, para saber donde les aprieta el zapato, y entiende a la perfección lo que es un periodismo actual, con frescura, y sabe comunicarlo a través de la radio pública andaluza. También cultiva el artículo de opinión en la prensa local, con un olfato diferente, pues diferencia claramente lo que es información en su medio, de lo que es opinión en el que colabora, pero su visión de periodista contemporáneo y comprometido, está en ambas facetas. Federico Vaz, ha cantado como nadie a Morente, ha versionado a La Guardia, 091, y Los lagartija. Nos ha mostrado como se enseña un festival de Cine tan moderno como él, leído a los grandes poetas, pintados los mejores lienzos, que harían palidecer por antiguos, a los componentes del grupo “El Paso”, ha repicado a gloría en las espadañas de las ermitas granatensis, leído La Torá en sus sinagogas, y ha llamado a la oración cuán muecín, desde los minaretes de sus mezquitas. Como hombre culto y ecuménico, abrazó gentes diversas, a las que pese a no comulgar el mismo pan ázimo, supo escuchar, comprender y divergir desde el respeto y la educación, con la palabra como único medio para hacerse entender, dando ejemplo de una convivencia posible, de la que Granada, en otros tiempos más cultos, dio lecciones al mundo, pues aquí convivieron pacíficamente, árabes, judíos, cristianos y gitanos, haciendo florecer un Al-Andalus de inolvidable recuerdo. Federico Vaz, hace más de un año que lucha con una artería obstruida, que una traicionera madrugada, como una parca enamorada, quiso arrastrarlo mar adentro, pero él no se dejó, y afortunadamente, vive, lo vive y lo revive. Es verdad que un lado de su cuerpo, se resiste a obedecer las órdenes que le da su cerebro, pero no es menos cierto, que Federico lleva desde aquella misma noche, varios másteres de rehabilitación en su cuerpo, y que se resiste con una conciencia plena y una inteligencia intacta, a no poder teclear su ordenador, subir las escaleras corriendo como lo hacía, o patinar por los pasillos de los estudios porque llegaba tarde al boletín informativo. Federico lucha todos los días por volver a esa actividad frenética de la redacción, las ruedas de prensa, los actos culturales y las programaciones especiales. Pero una reunión de galenos constituidos en alto tribunal, le han obligado a tomarse unas vacaciones, no sin soportar su gesto contrariado, porque Federico es un periodista de trinchera, y no le gusta descansar, pero bueno, el caso es que para ésta nueva etapa que se abre en su vida, se aconseja al navegante onubense de las letras, que en los últimos años conquistó Granada, se retire a sus cuarteles de invierno en la marisma, para retornar de nuevo, brazo en remo y avanzando hasta la ciudad de la Alhambra. A Cambio, Federico Vaz, en éste retorno no deseado, pero sí aceptado, recupera a su familia, sus viejos amigos, su tierra natal, su mar, y gracias al móvil, el email, y esas nuevas tecnologías que domina como nadie, no cortará el cordón umbilical que le une a éstas tierras, estos amigos y estos compañeros, a los que tan felices nos ha hecho durante tantos años, gozando de su trabajo y amistad. Como periodista de raza, que lo es y mucho, debe tenernos al día de sus progresos y adelantos, de su recuperación física y de sus nuevas creaciones, porque la mente está intacta, y cuando eso sucede, Federico, no te podemos permitir ni la duda, ni el desaliento, y mucho menos, la inactividad creativa, de un vanguardista como tú, que tanto nos espolea, para que nos actualicemos y no caigamos en la comodidad. Eso es lo que nosotros te pedimos a ti, que nos mantengas informados de tus progresos y tus nuevas actividades. Cuando una puerta se cierra, ya sabes que otra se abre, así que renovarte, redescubrirte a ti mismo, es nuestro mandato. Eres nuestra esperanza Federico Vaz, no nos defraudes, amigo. Compañero del alma... compañero.

lunes, 3 de junio de 2013

MIS NOCHES EN VÍA VENETON

MIS NOCHES EN EL “VÍA VENETO” Tito Ortiz.- Estábamos ante el cadáver de aquel novillero granadino, más niño que adolescente, que en no habiendo fallecido en la plaza, le cupo el honor de ser velado en el club taurino de la Plaza del Carmen. Nadie nos dijo a ciencia cierta si la muerte le había sobrevenido por un atracón de comer, tras largos días de ayuno involuntario, o por una ingesta indebida de agua helada, tras una acalorado entrenamiento de salón. Ricardo Puga Cifuentes, “El Cateto”, matador de toros, hermano del dibujante de humor gráfico, “Frapuci”, y tío del mago “Migue”, se empeñaba en convencerme ante el féretro, de que aquella imagen, me tenía que dar mayor afición para dedicarme de lleno a los toros. Yo coqueteaba por entonces con el arte de Cúchares, pero el rostro de aquel novillero, cuyo cristal de la caja de cinc, dejaba traspasar la imagen cerúlea de unos ojos aún entreabiertos, al modo del Cristo de Mora, me quitó la afición para siempre. Mí padre, que nunca me animó a seguir sus pasos, tal vez porque, mejor que yo, conocía la cantidad hermosa de “jindama” que albergaba en mi osamenta, respetó mi decisión, pero Ricardo no se resistía, creo que para asustarme más aún, me aseguraba que tanto él, como el hombre de confianza de José Julio Granada, Enrique Bernedo “Bojilla”, estaban dispuestos a apoderarme, asegurándome que no torearía menos de 50 novilladas en la temporada, creo que eso fue lo que me echó de los toros. Gracias a “El Cateto”, el mundo de los toros se libró de un albaicinero con más miedo que siete viejas, y el del periodismo taurino, ganó un adepto aficionado práctico, con algunos conocimientos de lo que veía, suficientes para hablar y escribir de toros, sin meter mucho la pata, que por cierto, todavía por aquellos años, se cortaba como máximo trofeo. La del toro, digo. La luz pobretona del club taurino, con el féretro de aquella criatura, los cuatro cirios de las esquinas, y los afiches pegados por los cristales de, Ricardo Puga “El Cateto”, revestido de pana y albarcas, tocado de gorra rural y un haz de leña a las espaldas, como reclamo para formar carteles, daban a la escena un aire a lo Berlanga, o como mínimo, de película en blanco y negro, de capeas y muerte en plaza de carros de la España profunda. Aquella era una historia al estilo de “El Niño de La Monja”, Sangre y Arena, Currito de La Cruz, -o dedicada a mí,- “Los Clarines del Miedo”. Yo había estado con él, la tarde de su alternativa en Motril, con el declive del gran maestro Curro Girón, y el arte emergente y señorial de un, José Julio Granada, que al día de hoy, no ha sido superado por ningún paisano, - tan sólo se le acercó en su día, el empaque de José Antonio Rodríguez, “El Torero” y los chispazos de Pedro “Chicote”. Por eso aquello me animó bastante, pero ver la muerte de cerca, oler a cadáver de torero como olía la estancia, pese al atúd metálico, por mucho que me animara Ricardo, no había nada que hacer. Fuimos a la barriada de San Francisco, a un lugar llamado “La Granja”, en cuya placita de toros, se soltaban becerras para aficionados y profesionales. Y en el momento en que me tocaba salir a parar la mía, tuve la enorme suerte de que era la única en el corral, y que con un salto de auténtica atleta, se libró del cerco y al galope, se adentro en la sierra de Alfacar, hasta que una semana más tarde la encontraron, pastando con tranquilidad y más gorda de cómo estaba el día en que me iban a poner a prueba. Ante el disgusto de todos los que querían hacer de mí, el próximo figurón del toreo granadino, como proclamaba “El Cateto”, y la enorme alegría de mi corazón, contenido en cara de circunstancias, para no enojar a mis incondicionales, los dioses se aliaron conmigo desde aquel día y hasta hoy, que disfruto como nadie sentado en el tendido, o hablando de toros con quién quiera escucharme. De nada sirvieron las noches interminables en el “Vía Veneto”, cuando Ricardo pensaba que todavía era yo recuperable para el mundo activo del toro, aunque yo estaba más pendiente de las manos extraordinarias del maestro Luís Megías, que sentado al piano, hacía las delicias de los presentes, abordando todo tipo de música con un virtuosismo nada común para encontrártelo en un pub de moda. En sus descansos, José Antonio Antelo, era el sustituto adecuado. Ante la presencia de un bronce sublime del pato Nicol, que era objeto de miradas constantes por parte de Ricardo Puga, -¿quién sabe por qué?-, yo me concentraba en la melodía de los Indios Tabajaras, que Megías ejecutaba, mientras hacía oídos sordos, a los consejos de “El Cateto”, para ir al día siguiente de tentadero. Mi padre que era quién mejor me conocía nunca insistió, y fue quién al final tuvo razón. De nada sirvieron los ánimos de “Rubito”, Antonio “El Gran Pirulo”, “Baquerito”, ni del “Diamante Rubio”, ni de Joaquín García, que después fue el corralero, ni de los hermanos Cambil. Contra el miedo nada se puede, y algunos de ellos dicen que fui muy generoso entonces, porque no les hice perder ni un duro. Desde el principio tuve claro que no llegaría a nada, porque cuando sonaban los clarines, el corazón se me salía del pecho y las piernas me temblaban como varillas de paraguas, y así... ustedes comprenderán que es muy difícil hacer nada conmigo. Por eso hice una buena elección. Cambié el carretón y los trastos, por los sillones de piel, el Vat 69 -por entonces de moda- y la música del genial Luís Megias, en el inolvidable “Vía Véneton”, eso sí, después de mi jornada en Patria, donde tanto aprendí de toros de mi maestro Kastiyo, y en Radio Popular, donde don Lorenzo Ruiz de Peralta, primero, y José Antonio Lacárcel, después, me enseñaron a comunicar aquello que yo sentía. Tuve como compañero y amigo en Ideal a, José Cortés Amate, con quién tanto me divertí, sobre todo cuando formábamos trío periodistico-taurino, con nuestro inolvidable, Santi Lozano. Alguna vez se nos unió el cirujano don Juan Pulgar, y las carcajadas, todavía resuenan en “Los Mariscos”.