lunes, 26 de septiembre de 2011

LISTAS PARA PARDER

LISTAS PARA PERDER

Tito Ortiz.-

Cuando todos los indicadores de a bordo, coinciden en señalar que lo venidero está oscuro, las ratas son las primeras en abandonar el barco, pero en todo partido, existe un fondo de armario del que tirar, para que la travesía del desierto futuro, sea lo más llevadera posible, pero en esto como en todo, la experiencia de los años vividos en democracia, nos siguen demostrando que la democracia interna, es una quimera lejana en el tiempo, y que ya, ni los de izquierdas, se atreven a plantear en serio unas primarias, para que la verdad de lo que piensa la militancia, sea la que ponga a los candidatos en las listas, aunque sea para perder. En Granada, el PSOE ha llevado a cabo una pantomima, una especie de entremés a lo Enrique Jardiel Poncela, en el que a lo largo de una semana, los militantes han “elegido” a quienes deberían encabezar las listas al Congreso y El Senado, para las próximas elecciones del 20 N, fecha en la que José Antonio, dijo adiós a la vida, al no ser impedido el fusilamiento por Franco – que lo podía haber hecho – y luego el general de infausto recuerdo, también se despidió, a pesar, o gracias a los cuidados de su Marqués de Villaverde.

Me cuentan desde dentro, que del resultado que tenían en mente, al que nos han vendido después en el provincial, va un trecho como del blanco al negro. Hay un tufillo muy desagradable, al comprobar que no hay ni una mujer en cabeza de lista, ni a la cámara baja, ni a la alta. Y eso teniendo en cuenta que el partido lo dirige una mujer, y no una mujer cualquiera, sino una mujer con experiencia y cargos tanto públicos como orgánicos, a la que por lo visto, tienen atenazada, y hacen recaer sobre su espalda, la época de mayor agravio con su género, para que alguien interesadamente recuerde, que el anterior responsable del partido en la provincia era más partidario de promocionar a las mujeres. Cosa curiosa, tratándose de un misógino, cuyas fobias y filias, han marcado la época más triste del socialismo granadino, a base de pagar adhesiones inquebrantables, como la de su doberman, el senador que no tiene quién le escriba, que para escarnio de la militancia, y desprecio a los votantes, vuelve a encabezar en las próximas, la lista al senado. Un destripaterrones analfabeto, especializado en amenazar a los periodistas independientes que no le siguen el juego, que se permite hablar de libertad de expresión y defensa del artículo 20 constitucional, para mayor mofa de su cruda realidad neofascista. Dos insurrectos éstos, cuyo daño al partido en la provincia, tardará mucho tiempo en recuperarse, pero que lo mismo que el obeso chauchinero va en primer lugar a la cámara alta, ya puedo adelantar, que quien ha enterrado el sistema educativo en Andalucía, dando el mayor índice de fracaso escolar en toda Europa, irá el primero de la lista a las autonómicas. Los favores hay que pagarlos, aunque sea en personas sin formación, educación ni valores democráticos, como es el caso de estos dos cuadrúpedos, que jamás pudieron pensar que ellos llegarían a tanto, ni el partido a menos, gracias a su sectarismo y falta de preparación.

En el soe granadino no se oye a las bases, se desprecia al electorado, y se hipoteca el futuro con tal de tapar bocas, pagar favores pasados, o mantener a los expedientes más mediocres, pero más dóciles y serviles, ante el poder establecido. Después de éste proceso electoral y el que se nos viene encima en primavera, donde el pescado ya está repartido, para que ahora nadie levante la voz ahora, y como diría el poeta que fue cajero del banco Hispano Americano... toda esperanza será poca. Al pesoe granadino sólo le falta fichar al padre de Mari Luz Cortés, como asesor de justicia, ahora que el PP le va a dar de lado por estar implicado en un extraño tiroteo. Ya lo decía mi abuela, que era republicana, los gitanos, si no la hacen a la entrada, la hacen a la salida. Y el Juan José Cortés, ese mudaillín caló de los evangelistas, es un paquete bomba que le ha estallado a los conservadores en las manos, menos mal que no ha sido más abajo, porque ese yiahista de mercadillo ambulante, es otro de los ejemplos que nunca hay que seguir, haciendo demagogia política contra el adversario. A saber donde se compra éste los trajes. Quien le iba a decir a semejante bestia parda, que la muerte de su hija, le iba a proporcionar el futuro a toda su familia. Que pena de hija, al menos no ha vivido para avergonzarse de su padre y del partido que lo mantiene. Ese que lleva imputados en sus listas sin rubor alguno, claro que si, Sandokan ha llegado a ser concejal de Córdoba y está metiendo mano en la oficina de urbanismo, que nos vamos a espera de la clase política. Con éstos ejemplos, no me extraña que haya gente que el día de las votaciones se valla de playa o montaña. No cabe mayor desvergüenza que la que estamos padeciendo en los últimos años, donde la deshonra de tu casa es, que un hijo te diga que quiere dedicarse a la política, dando todo el mundo por hecho, que lo que quiere es llevárselo cuanto antes, y no prestar un servicio a la sociedad. El cabestro Cortés, ha prometido dos millones de votos al partido Popular. Después de esto, que pinta ahí Mariano Rajoy.

martes, 13 de septiembre de 2011

Ni lindo ni querido

NI LINDO, NI QUERIDO

Tito Ortiz.-

Soy un niño de la tardía posguerra, que aprendió a querer a México, por la radio y por mi abuela. La primera, porque a base de Jorge Negrete, y Miguel Aceves Mejía, a través de la rejilla dorada de aquella vieja Marconi, con el poder de las rancheras, nos cautivó a todos. La abuela comentaba entre risotadas enormes, como Negrete, al llegar en avión a España, para promocionar una de sus películas, y verse acorralado y manoseado por decenas de mujeres al bajar la escalerilla, hizo un comentario que no gustó para nada a los hispanos. Dijo aquello famoso de: ¡Pero es que en España!, ¿no hay machos?. Y desde ese momento los machotes españoles, le juraron venganza cierta, ¿cómo?, pués muy sencillo: No llevando a las mujeres al cine, para que vieran las películas del guapo charro. Luego cuando ya fui creciendo, quedé absorto ante las películas de Mario Moreno Cantinflas, y por los boleros de Pedro Vargas, aquel orondo y magistral cantante, que como hiciera Olga Gillot, sentara cátedra bolerista, por los siglos de los siglos, a la mismísima altura de Lucho Gatica, o el incombustible y renovable, Trío Los Panchos, cuyo enésimo cantante acaba de fallecer hace poco. Por eso, sin saber localizarlo en el mapa, y porque mi republicana abuela me hablaba de las bondades de ese país, del taco y el guacamole, que acogió con los brazos abiertos a tantos compatriotas que huían de Franco, por eso – entre otras cosas – yo amé a México y sus gentes sin conocerlos ni saber donde estaban.

Pero no hay amor que dure cien años. Hace treinta, un compañero periodista que ejerció allí, me habló de la famosa “mordida” de la policía para evitar no una denuncia de tráfico, sino todo. Hasta el punto de que, éste amigo me confesaba que en el país azteca, hacía falta un cuerpo de policía, para mantener a raya a la mismísima policía, porque la corrupción había sobrepasado todos los límites. La trata de blancas y el narcotráfico, se estaban adueñando de México, poniendo y quitando gobiernos y jueces a su antojo. La confirmación la tuve con los sangrientos sucesos de Ciudad Juárez, en los que centenares de mujeres han perdido la vida, mientras policía, jueces y gobierno miran para otro lado, no así los periodistas, que como siempre, nos la jugamos con los sinvergüenzas y, o nos cesan de nuestros cargos, como al mundo es bien notorio, o nos matan a la luz del día, brindando después con tequila. Sólo en un año, han asesinado a más de mil setecientas mujeres mexicanas, y al gobierno, no se le cae la cara al suelo, y lo que es peor, no hace nada por remediarlo.

Como de costumbre, los únicos que le echamos lo que hay que echarle a esa atrocidad inhumana, somos los periodistas, y por eso, el gobierno mexicano consiente en que sean ya, prácticamente un centenar de informadores, los que hayan pasado a mejor vida, gracias a las balas de los corruptos, que por lo visto, son los que mandan en México. Y nadie dimite, y nadie pone remedio. No cabe mayor impunidad en el orbe mundial. Naciones Unidas calla en un silencio cómplice, viendo como son balaseados, hombres y mujeres inocentes, que creen en un México libre de mafias y delincuentes, pero que desprotegidos por las “autoridades”, mueren todos los días a manos de los sin ley, porque eso es ahora mismo México. Un país que ya no es lindo y querido, y que gracias a la ineptitud de sus últimos gobernantes, se ha convertido en el hazmerreír de Hispanoamérica, y en el prototipo de una sociedad donde la delincuencia ha conseguido suplantar a todas las instituciones que signifiquen, ley, orden, libertad y democracia. Ser mexicano hoy día, es estar emparentado con la indecencia, la brutalidad, la barbarie, el asesinato y la impunidad. El mexicano es un pueblo que se está cebando, contra la mujer y los periodistas que denuncian la situación, frente a un gobierno de polichinelas, que cobran de las arcas del estado, pero que no protegen a la población que los ha elegido. Nunca en la historia de esa nación, ni en los tiempos de Pancho Villa, ha existido mayor degradación de los principios elementales de la vida humana, el respeto a las criaturas, y la decencia política. México es un país donde impera la ley de las bestias, mientras políticos y funcionarios callan y miran para otro lado, mientras conservan la vida y llenan sus bolsillos. Pero no sólo de pesos, también de la sangre de inocentes. De mujeres que no hicieron mal a nadie, y de periodistas que quisieron contar al resto del mundo terráqueo lo que está pasando, y los mexicanos han permitido que les cierren la boca con plomo. Tan culpables son los que dan la orden, los descerebrados que aprietan el gatillo, como los que miran para otro lado. Tarde o temprano, la historia hará justicia, y los mexicanos, no van a quedar bien parados, al menos, mientras yo esté vivo. Claro que el que yo siga respirando, después de lo escrito... está en sus manos. Las de los mexicanos, digo.