lunes, 16 de noviembre de 2009

CON MARRUECOS, TOLERANCIA CERO

CON MARRUECOS, TOLERANCIA CERO


Tito Ortiz.-

No se, que favores le debe España a Marruecos, a no ser, el habernos obsequiado con su trágicamente, guardia mora, que del 36 al 39, violó a nuestras mujeres, las degolló, y fusiló a todo aquel que ordenaba el general bajito del Ferrol. Por lo visto, eso se lo estamos agradeciendo todavía. Desde la Cámara de Comercio, no hacemos más que lanzar iniciativas para mejorar nuestra relaciones, que nunca son a iniciativa marroquí, siempre somos nosotros los que nos empeñamos en que somos “hermanos”, algo muy gracioso y fuera de todo razonamiento lógico e histórico, por mucho que se empeñen desde el Mal Llamado Legado Andalusí, en decir que tenemos algo en común, y que debemos ser hermanos de sangre. Esto es muy chistoso, pero carece de toda identidad científica, por mucho que se empeñen en convencernos desde un acreditado despacho de abogados cercano a la cripta de Fray Leopoldo. Mientras las pateras sigan llegando a nuestras costas, alguien debería preguntarse que colaboración tiene con nosotros el reino africano. El mismo que tiene a la mujer en un puño, permitiendo rituales de hace siglos, que la esclavizan y le otorgan tratamiento de cabra o camello. Esto ya sería suficiente como para cancelar todo tratado de amistad y cooperación con el reino marroquí, que viola a diario los derechos humanos recogidos en la carta magna, y además, de propina, cierra medios de comunicación que no le ríen la gracia al monarca cabezón, encarcela periodistas, y amordaza todo atisbo de libertad en pro de una Europa a la que ellos pretenden acercarse, pero a base de subvenciones, y sin que sus ciudadanos sepan leer algo que signifique democracia, libertad, e igualdad con la mujer.

Sólo quince kilómetros de agua separan a Marruecos de España, o de Europa, pero el sistema en el que viven sus ciudadanos, no ha progresado desde los tiempos de Boabdil. Entonces, ¿A que viene tanto paño caliente de comercio, tecnologías y culturas “andalusíes”, cuando las cárceles están llenas de gentes de bien que quieren un Marruecos libre y democrático?. ¿Cuanto dinero nos va a seguir costando a los españoles, que no se levanten en armas y nos pasen a cuchillo?. Ya está bien de hacer de gendarmes europeos y de palmaditas en la espalda, a un reyezuelo inculto, que con mano de hierro, calla las voces que claman libertad en el norte de África, que desprecia a la mujer por razón de sexo, y que sella la voz de quienes, desde la razón, suplican vivir como los ciudadanos que ven a la otra orilla del mar.

Podría reflejar aquí, para vergüenza de ambos gobiernos, lo que estamos dejando que pase con los saharáuis. Esos hermanos abandonados a su suerte, que con la indolencia de la ONU, mantenemos en terreno de nadie, en las condiciones que reprobaríamos para un albergue de perros, pero sin embargo, son seres humanos, desposeídos de todo lo elemental, que sobreviven gracias a la caridad, - no gubernamental española y mucho menos marroquí- de la ciudadanía sensible a su terrible problema, y que el monarca al que tanto dinero le damos los españoles, desprecia con tratamiento inhumano, ante las narices modernísimas de Europa, que somos nosotros. Por lo visto, no se nos cae la cara de vergüenza, de darle máquinas para aplanar la nieve de sus pistas de esquí en el Atlas, ni de formar a sus jueces, ni de mantenerlos informados de todos nuestros adelantos, mientras ellos nos obsequian con el mayor de los desprecios a la libertad humana, la de expresión, el menosprecio de la condición humana por sexo, respecto a la mujer como ser natural de segunda clase, y utilizada como mercancía doblegada a los pies de su señor. Marruecos no entrará jamás en el siglo XXI, si no mira a Europa como un ejemplo a seguir, y no como una tierra a reconquistar.

El sistema de gobierno marroquí, propio de una película legendaria de los hermanos Marx, no puede pretender que la dedocracia sea admitida por personas inteligentes, que hoy día tienen acceso a televisión por satélite, o Internet, y que tienen el espejo donde mirarse a menos de un tiro de piedra. Más le valdría hacer una transición al estilo español, que no engendrar el resentimiento acumulativo, de una revolución que tarde o temprano, hará valer el discurso de La Bastilla, y abrirá la puerta de las cárceles, a todas las criaturas de bien que ahora se pudren en ellas, por no aplaudir a un régimen dictatorial, ajeno a la historia, y que mirando para otro lado, está emponzoñando, una actitud fuera de todo siglo viviente. No hay más ciego que él que no quiere ver.