jueves, 22 de noviembre de 2012

¿ DISEÑAS O TRABAJAS?

¿DISEÑAS O TRABAJAS? Tito Ortiz.- La crisis ha llegado también al buen gusto y las novedades. Los modistos sin ideas, vuelven a poner sobre la pasarela, aquellos modelos años 60 que lucieron Grace Kelly, o la siempre recurrida y recurrente, Audrey Hepburn, que la pobre, después de muerta y como Marilyn, sirve lo mismo para un roto que para un descosido. Y esto no sería grave si el avance del diseño hubiera logrado cotas de comodidad y confort, pero todo lo contrario. Mientras el diseño avanza inmisericorde, la cota de estupidez e incomodidad, le supera. Ahora basta ir a Cibeles, y asistir a unos de sus desfiles, para saber lo que nunca te pondrás para ir a la compra. Los diseñadores han entrado en una competición absurda, en la que prima el esperpento, por encima de lo ponible. Ya nadie ve en la pasarela un modelo que se pondrá para una ocasión distinguida. En el desfile te coges la tarjeta del diseñador, y te vas a su estudio, para que cogiendo figurines de hace treinta años, te confeccione algo que puedas lucir, sin que te corran los chiquillos tirándote huevos, o los perros te ladren al pasar. En la arquitectura lleva años ocurriendo lo mismo. Si quieres saber que el arquitecto era hombre, vete a ver la cocina, un lugar despreciable para ellos, donde no han entrado jamás, y por lo tanto, te diseñan lugares lúgubres, sin luz, estrechos, donde la puerta de frigorífico abre a derechas, tropezando con la ventana. La campana extractora te cae a la altura de la frente, para que guises con chichonera permanente. No existe lugar para el cubo de la basura, ni para el cepillo de barrer ni para la fregona. Estos diseñadores de interior son tan exquisitos, que el mundo de la bayeta no les está permitido ni en el pensamiento. Algunos optan por esconderte la cocina tras las puertas de un armario, como si de un retrete apestoso del siglo XV se tratara. Como si nunca fueras a comer en tu casa. Como si la luz sólo fuera de Endesa. Son capaces de diseñarte un salón a dos alturas en un piso de 50 metros con tres dormitorios, estar y cuarto de baño, pero no les preguntes por la cocina, eso es de mala educación. En un pisito “chachipiruli” a la última moda, hablar de la cocina es de gente sin formación, ni clase, ni ortografía, vamos, de catetos para arriba. Éste es un país que ha pasado de la clásica lámpara de araña, a los modelos más psicodélicos, cuyos colores estridentes y retorcimientos entubados, a modo de reptil que repta por paredes a la vertical, son capaces de ocasionarte la peor pesadilla en una tienda de lámparas. Todo un vergel del mal gusto pero con las mejores firmas, de los más acreditados diseñadores. Esos que dibujan una silla en un folio, y desgraciadamente llegan hasta sus últimas consecuencias. Las logran enmascarar en catálogos de grandes superficies y casas especializadas, de tal forma, que caes en la trampa de quedar seducido por el diseño, y a continuación, por la cuenta de tu traumatólogo, de por vida y cronificante. Las sillas en mi casa del Albayzín siempre fueron de dos clases: De anea, a las que periódicamente venía el sillero a echarles el culo, que se desvencijaba. Y de madera, con respaldo curvo para la espalda y asiento de panel. Cómodas como el mismo cielo, se complementaban con la mecedora de mi abuela en el patio, de suave balancín y lona verde a rayas, a juego con el botijo de barro colorao, y pañito de crochet en el pitorro. Bueno, pues eso que parece tan sencillo, desde hace años y gracias a los modernos diseñadores patrios, se ha convertido en un martirio chino. Yo les invito a ustedes, a que vayan tienda por tienda probando la silla a comprar. Ya les adelanto, que no hay en el mercado, una que resista los dos minutos de sentada. Eso sí, las encontrarán de todos los materiales, de todas las formas, de todos los estilos, algunas incluso firmadas por su diseñador, más bien su martirizador. Porque éstos chicos y chicas del diseño moderno, tienen una asignatura pendiente con las sillas: Que son para sentarse y descansar, y no para que las admiren las visitas, como si de un Picasso o un Paul Gaugin se tratara. El desvarío de los diseñadores de sillas ha ido tan lejos, que en mi empresa, para que podamos echar la jornada laboral sentados, sin que terminemos inválidos, las sillas hay que pedirlas al comité de seguridad e higiene, que se encarga de comprarlas en una ortopedia muy afamada de Cuenca. Y no es que nos manden ningún artefacto articulado. Sólo nos traen un asiento agradable y un respaldo, que te mantiene la espalda en posición para seguir trabajando, sin que te retuerzas de dolor a los diez minutos de estar sentado. Algo tan sencillo como una silla cómoda que te permita estar sentado, es algo que pertenece al comité de seguridad e higiene en el trabajo, porque si te colocan cualquier preciosidad de catálogo, para aguantar sentado más de tres minutos, es muy posible que a las dos semanas te confundan con, Quasimodo, y te manden a Notre Dame, para que no destaques, y pases desapercibido entre las criaturas. Todo esto y mucho, más se lo debemos a los diseñadores. A esos genios que trazan el taburete de bar, como si de un “ochomil” se tratara, para que se te queden las piernecillas colgando, una vez que los amigos te han ayudado a subir y sentarte, y al menor balanceo para coger la copa, te dejes los piños sobre el manchado mostrador. Son los que diseñan percheros que al colgar el abrigo te lo taladran, y cuando te vuelves, se vuelcan a suelo con la bufanda y el sombrero incluidos. Son los de las barandas, de sólo un cable tensado, por cuyos huecos se te matan los niños. Son, los de los cubiertos modernísimos, de cuchillos que no cortan, tenedores que no pinchan y cucharas sin oquedad, para que tardes, de tres a cinco horas, en tomarte un plato de sopa. Son los diseñadores. Los más modernos, los más listos, los más guapos. Y si a ti, se te ocurre decir algo de lo que yo he escrito, te tomarán como a mí, por un retrógrado, analfabeto, cuya catetez, falta de preparación, e inmovilismo, le impiden ver las cosas modernas de hoy, de acuerdo a los nuevos tiempos. Tu y yo somos de otra época, una especie a extinguir. Pues no saben cuanto me alegro. Ya está bien de tonterías.

viernes, 2 de noviembre de 2012

¡ ESTO ES UN SÍN VIVIR !

¡ESTO ES UN SIN VIVIR! Tito Ortiz.- Nos estamos despegando demasiado de nuestros muertos, y eso... no es bueno. Las costumbres de otros países, nos llevan incluso a quemarlos, a tirar sus cenizas, y por lo tanto, a no tener un sitio de referencia donde hablar con ellos. Cuando en 1959 murió mi tío Rafael, fue velado en casa, como dios manda, rezada la novena a los difuntos durante la semana siguiente por todas las vecinas sentadas a corro, en el lugar donde se había depositado la caja con su cadáver, se le guardó luto riguroso durante un año por toda la familia, y mi abuela y mi madre, subieron a su tumba del patio de San José, -junto al de los ahorcados-, todos los días del año sin excepción, durante un trienio. Los enterradores y guardas del campo santo, pasaron a formar parte de mi familia. La noche del día de todos los santos al de todos los difuntos, la pasábamos a la intemperie enderredror del túmulo de mi tío, rezando, y procurando que no se apagaran las cuatro mariposas en aceite y agua, que en tazones de porcelana de los que cambiaban los traperos por ropa, debían iluminar la noche sobre la tumba. Nosotros venimos de una familia que cree en los muertos, mucho antes de que Anne Germain, apareciera por España hablando con ellos. Mi abuela los veía, mi madre también, y yo los oigo, no los veo, pero los oigo, ¡por éstas!. No es que lleguemos al extremo de fotografiarnos con nuestros muertos antes de enterrarlos, como en el lejano Oeste, pero no nos dan miedo. Cuando mi abuelo Antonio murió, en su casa de Haza Grande en los cincuenta, llegamos tan pronto que la funeraria no había aparecido, así que el padre de mí padre, había sido sacado de la cama sobre una manta y puesto en el suelo de la entrada de la casa, a la espera de los de Pompas Fúnebres “La Soledad”. Así que allí nos arrodillamos todos en el suelo, a darle el último beso al abuelo Antonio, mientras llegaban los funerarios. Hemos perdido la costumbre de ponerles lazos de seda negros en las trenzas, a las niñas que han perdido un ser querido, los hombres ya no llevamos un brazalete negro como señal de la pérdida de un ser querido, y ni siquiera hemos conservado aquella costumbre pasajera, de sustituir el brazalete negro, por un botón forrado en la solapa. Ya no se despega el crucifijo de la tapa del ataúd, para dárselo al doliente más próximo antes de enterrarlo, ya no echamos un puñado de tierra en la fosa, antes de que los sepultureros empiecen la tarea con las palas, porque ya no se da sepultura en la tierra. Ahora se lleva el nicho o el horno crematorio, que es más finolis, y moderno, oiga, muy moderno, sobre todo por la urna de diseño de Ágata Ruiz de La Prada, en la que te dan las cenizas, que por cierto, es biodegradable, así que si quieres la puedes tirar por la taza del water, que no se atranca. Ya no contamos chistes en el velatorio familiar, ahora lo que se lleva es coger una buena cogorza en la cafetería del cementerio, aprovechando que no cierra, o la última moda, cerrar la tanatosala durante la noche, irse todo el mundo a descansar, y aparecer sólo unos minutos antes del entierro por la mañana, porque velar a tus deudos toda una noche, eso ya está demodé, hay que vivir a la última, y la última dice que a los muertos cuanto más lejos mejor, que una vez que están muertos, lo único que hacen es estorbar. Los muertos son como los periodistas que se atreven a hablar de la validez de los liberados sindicales, que al instante, escuchan como se monta una nueve parabellúm, y te apuntan con ella en la nunca, porque no se puede luchar contra el poder establecido. Hemos pasado en poco tiempo por aquello de la aldea global y las costumbres importadas, de llevar a nuestros fallecidos colgados al cuello en fotos de porcelana engarzada en oro, a olvidarlos al día siguiente. Los coches de caballos de negros plumeros, con albardas de terciopelo negro y galones dorados, cristales con visillo de encaje color tinieblas y tallas barrocas con ricas volutas jónicas, han sido sustituidos por coches eléctricos sin ruido y sin humos, que te dan el último paseíllo por el campo santo, escuchándose el piar de golondrinas al atardecer con toda nitidad, a bordo de un diseño sideral, de lo más ecológico. Los llantos de plañidera de un velorio como debe ser, se han cambiado por las notas de la música preferida del finado, en la eufemísticamente llamada “sala del adiós”, o la intervención soporífera de los allegados, algunos con un discurso tan cansino y predecible, más largo en el tiempo, cuanto menos conocían al muerto. Suele ocurrir, aquel que jamás lo conoció, es el que más llora. No falla. Ya no se encargan aquellos recordatorios fileteados en negro con gran cruz al centro, que dejaban para la historia el nombre del muerto en la cartera de los familiares, o en el estuche de las fotos antiguas, ni se lleva para los santos a la tumba un buen brazado de crisantemos, oliendo a agua de acequia estancada, ni las cintas de las coronas son negras con las letras en dorado. Ahora las modernas son malva, o blancas, o azules, que el negro ya no es lo que era. Que en esto del ritual de la muerte, las cosas se han descafeinado mucho, y que además hay mucha confusión. Tu antes ibas a dar el pésame a la familia a su casa con el muerto de cuerpo presente, y no te equivocabas. El otro día subí a la tanatosala número 9 a dar mis condolencias por el fallecimiento de un amigo, pero conforme iba avanzando, me encontré con que también tenía conocidos en otros dos funerales, las número tres y la cinco. Total, que cuando acabé de cumplimentar a los deudos, y quise ir al funeral por el que de verdad había subido al campo santo, resulta que ya lo habían enterrado, vamos que se me amontonó el trabajo en un momento, y es que los jardincillos que dan acceso a las salas, se han convertido en el punto de encuentro ideal, para ver a la gente que llevas tiempo sin saber de ella. Me pasó no hace mucho, subí al cementerio y saludé a un amigo de hace años, y al preguntarle por su hermano, me dijo: has llegado a tiempo, está ahí dentro, pero en diez minutos lo enterramos.

lunes, 22 de octubre de 2012

ILUSIONES DE POBRES

ILUSIONES DE POBRES A la memoria de Pepe “El Lara”, de la placeta albaicinera de San Miguel El Bajo. Tito Ortiz En aquella Granada de pantaloneras, camiseras y planchadoras, que repartían la faena en un cajón a la horizontal, cuya correa les hacía pender del brazo y hasta la cadera toda la carga, no había sitio para el desánimo. Muy al contrario, constituía una ilusión interminable, que te tocarán dos reales del reintegro de los ciegos, que tu padre apareciera por la puerta con un papelón de recortes de pasteles, que en los obradores se vendían al peso, o que en papel de estraza, trajera de “Casa Ninguno”, un puñado generoso de chicharrones sobrantes de la matanza en el patio de la parra. El simple hecho de poder cambiar un día la merienda de pan con aceite y azúcar, por una rodaja de mortadela “Mina”, que venía embutida en lata, ya era un estímulo, o el acceder a un trocito de carne de membrillo, también. Las alegrías eran cortas y a corto plazo. Te alegrabas cuando un vecino podía comprar un televisor en Molinero Radio, firmando más letras que diez abecedarios, porque eso te habría la posibilidad de pedirle -a ratos- que te dejara verla. Y así acceder al mundo de fantasía de Silla de Pista, con Boliche y Chapinete, o Rin tin tin, con el cabo Rusty. Mantenías la alegría durante toda la semana, hasta llegar a las cinco de la mañana del domingo, si la familia había podido ahorrar, para comprar los tickets necesarios en la barbería de Agustín en la Calle de Elvira, para la excursión que organizaba a la playa de Motril, con parada en la Fuente de Dúrcal a beber agua, y en Vélez de Benaudalla para comprar pestiños. Mientras mi tía Loli almidonaba su cancán para los domingos, mí ilusión era que llegara el Lunes, para acercarme hasta la iglesia de San José, y pedir unos cuantos panecillos de San Nicolás de Tolentino, para repartirlos a los vecinos enfermos. Asunto éste que sólo ocurría los Lunes por la tarde. Mientras mi madre soltaba sobre la pila de lavar, llena de ropa blanca, la “muñequilla” de añil, yo me alargaba hasta el torno del convento de Santa Isabel La Real, para pedirle a las monjas, unos recortes de ostias, que degustaba mientras bajaba por las calles del Albayzín. Eran los tiempos en los que Pedro Julián Lara, lucía melena a lo Jesucristo Superestar, y ya hablaba de un sueño imposible: Una Granada por la que discurra el taxi único metropolitano, el metro y hasta el AVE... ilusiones pobres, a fin de cuentas, pero que a la gente de a pie, siempre nos ha gustado fantasear con esto. Tenemos derecho a la ilusión ¿no?. En aquel tiempo, dijo Vicente González Barberá a los granadinos: Subid y entrad, porque os la pongo gratis. Y con sólo enseñar el carnet de identidad, nos permitió acceder a todos los rincones de La Alhambra, por el sólo hecho de haber nacido al abrigo de ella. Y fuimos felices al ser distinguidos de entre los turistas. Y presumimos hasta el hartazgo, cuando al llegar a la puerta de entrada, el amigo Cañas, le hacía la muesca a los tikes de los guiris, y nosotros entrábamos con sólo enseñarle el DNI. La mirada de sorpresa en ese momento de los visitantes foráneos, era comparable a un semiorgasmo flatulento de orgullo patrio, de la patria chica. Levantábamos la barbilla y entrábamos al recinto con paso decidido, conscientes de la envidia que acabábamos de producir en los que aguardaban en la cola, íbamos cuán legionario que encabeza la escuadra de gastadores, al inicio del desfile de la victoria en la Plaza de Oriente. Todo para llegar al final de las tripas de salchichón, chorizo, morcilla o salchicha, lo que siempre hemos llamado, “el culillo”, con su presilla metálica y todo. Los pequeños trozos de la pieza de queso manchego o de cerdo, el tocinillo sobrante de una libra, el resto de la paletilla de jamón que ya se ha puesto duro como una piedra. Todo esto te lo venden como recortes en un cartucho de a peseta, y cuando llegas a casa y lo pones sobre la mesa, la sensación es de festín con chorreras, o sea, gran ilusión en casa de los pobres, donde se pasa necesidad, aunque no hambre. Siempre hay un boniato asándose en el brasero, un jarrillo de café de malta en el “infernillo”, y unas lentejas que se están haciendo a fuego lento, en la recién estrenada hornilla de petróleo, que aunque más rápida que la de carbón, tizna las ollas y deja aromatizada la comida, de tal guisa, que parece que estés masticando el oro negro. Celtas, Peninsulares, Ideales de papel blanco o amarillo, el popular Caldo de Gallina, todos los pregona “La Perejila”, esa popular albaicinera, que con su lata de carne de membrillo, completada con libritos de papel “Bambú”, y cajas de cerillas de Fosforera Española, con el dibujo – que no foto – de los futbolistas de primera, baja a buscarse la vida a Granada, vendiendo los cigarrillos uno a uno, porque los pobres no tienen para más. El negro a perragorda, el rubio a un real, y puedes elegir entre “Bisontes” o “Philip Morris”, cortos sin emboquillar. En la esquina de la calle Elvira con Plaza Nueva, a las puertas del “Café España”, junto a Pepe el de los iguales, y Melchor, el gitano limpiabotas más honrado que he conocido, “La Perejila” pregona su tabaco, a la espera de poder llevar a casa algo para comer. Es su ilusión, y la nuestra... que éstos personajes no se olviden, y tengan un monumento en la Granada que adoraron, y aún a sabiendas de pasar hambre, no abandonaron jamás la ciudad de La Alhambra.

jueves, 20 de septiembre de 2012

GUARDAOS DE LOS FALSOS PROFETAS

GUARDAOS DE LOS FALSOS PROFETAS Tito Ortiz.- Vivimos tiempos convulsos, en los que a río revuelto, ganancia de pescadores. Es ésta una época propicia para el descreimiento, social, político y religioso, pues la crisis se alarga, y al igual que le ocurrió a Moisés, cuando se retiró al Sinaí para recibir los diez mandamientos, -que a su regreso se encontró con que le habían fabricado un becerro de oro para adorarlo en lugar de a dios- estos espacios muertos los ocupan falsos profetas, ayatolás de la mentira y la quimera, que tienen en la desesperanza de las criaturas el caldo de cultivo propicio, para hacerse con una huestes, que ayunas de formación ideológica, siguen sin pestañear, al primero que les prometa comida para el día siguiente, sin meditar si será cierta o no, tamañana promesa. Los ejemplo están claros y se multiplican a lo largo de nuestra historia: Cuando la iglesia católica comenzó a llevar a cabo una mínima apertura, emanante del Concilio Vaticano II, y del único Papa que me ha logrado convencer, llamado Juan XXIII, la parte recalcitrante de la primera parte, se volvió otra vez de espaldas al pueblo y a su misa en latín, con lo cual, se dio por inventado el Palmar de Troya, con su papa Clemente. Un asunto de charanga esperpéntica, que desgraciadamente ha llegado hasta nuestros días. Como las consecuencias de la famosa pinza, protagonizada por el señorito burgués de Baena, metido a comunista, Luís Carlos Rejón, que en su día se alió con la derecha más ignominiosa, para atenazar al gobierno andaluz, y que para desgracia de quienes no hemos perdido el juicio aún, y tenemos memoria, nos fustiga con sus lecciones de honor, ética y clarividencia política, con artículos de opinión, en un periódico al que en su tiempo no dudó de poner en solfa por su línea editorial. Así de grandes tiene las tragaderas éste falso comunista, adalid del oportunismo y la degeneración ideológica. En verdad, verdad os digo: Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces, aunque escriban en periódicos de tirada nacional. Los grandes cataclismos sociales, son profetizados siempre por hechos apócrifos relacionados con la iglesia católica. No ha mucho que ha palmado, aquella criatura, ama de casa y empleada de hogar, que en un momento de penuria económica, dijo ver a la virgen en El Escorial, y en modificando la voz al estilo de un ventrílocuo, y manchándose las manos con sangre, dijo padecer los estigmas de la pasión, y comenzó a forjar un imperio económico, que ríanse ustedes de la antigua Rumasa. Julio Anguita, cuán pescador de almas, también está reclutando para su causa, a todos aquellos que no saben dónde acudir ni a quién escuchar. Bajo el epígrafe de, “desobediencia civil”, o lo que es lo mismo, conmigo todos al monte, el que fuera sultán de la Medina, que ayudó a derrocar a don Santiago, cuando aún está caliente el cadáver de Carrillo, y los Whiskys de Gerardo Iglesias, sin pagar en la barra de Pachá, se yergue como promotor de un frente cívico, y cuán Alonso Quijano, se sube a Rocinante para acabar con todo esto. Eso sí, previa algarada de la clá, que lo pasee en silla gestatoria, que ha sido su ilusión de siempre. Tal y como Melchor Saiz-Pardo Rubio, contaba en éstas páginas, yo también fui uno de los periodistas que tuvieron que hacerse eco, de las lágrimas de sangre de una virgen en San Juan de Dios, allá por 1982. Lo que nadie ha contado todavía, es que la imagen manipulada era propiedad de, Modesto Velasco, un fotógrafo especializado en Semana Santa, de una estrecha vinculación a la cofradía de los gitanos, y que fue pionero del gabinete dactiloscópico de la policía armada de la época. Cuando Modesto descubrió que las lágrimas eran tinta roja, dejó sin efecto su donación a la basílica, pero la Orden no le permitió llevarse la imagen. Así se veía venir lo del comando “Carpanta”, capitaneado por un hidrofóbico Sánchez Gordillo, que con pañuelo palestino al cuello, junto a sus montoneros de sierra morena, se han especializado en el asalto de supermercados, para saciar un hambre inexistente, en una Andalucía de charanga y pandereta, que sólo cabe en sus huecas cabezas. Es la estética trasnochada de una izquierda predemocrática, que al igual que sus sindicalistas, no defiende a sus trabajadores, más bien, dota de vida paradisiaca a sus liberados, que se conforman con colgar un panfleto contra la empresa en el tablón sindical, y con eso, ya tranquilizan sus conciencias, mientras chupan de la teta empresarial, sin defender a los trabajadores, que es para lo que fueron votados. Todo lo más, benefician a sus militantes o a quienes les ríen las gracias, que se resumen a caricaturas de los jefes y pancartas soeces, pero nada efectivo que libre al colectivo que “no” representan, de los desmanes empresariales. Y algunos/as ni se duchan, que ya es el colmo. Hay empresas en las que los llaman, el famoso, “Comando Fétido”. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, Dé qué os sirvió pasar por el noviciado o el seminario. Os camuflasteis después, de militantes en la izquierda o en el sindicalismo rojo, para vivir del cuento a costa de los compañeros, recibiendo prebendas y subvenciones del gobierno al que criticáis. No se puede ser más deshonesto.

jueves, 6 de septiembre de 2012

CHIQUITO DE AMOREBIETA

CHIQUITO DE AMOREBIETA Tito Ortiz.- Casi un millar de muertos se remueven en sus tumbas, al comprobar la extrema sensibilidad de la que hacen gala, la gentuza de Bildu, al proclamar el cese de las corridas de toros en el país vasco, para evitar el sufrimiento animal de un ser vivo, que por otra parte, nace ex profeso para ese ritual. Es una pena que quienes los dirigen ideológicamente, desde el otro lado de los Pirinéos, y quienes con sus votos los han colocado en las instituciones, para vergüenza y destrucción del sistema democrático, hayan perdido “la afición”. Atrás han quedado los tiempos en que auténticos abertzales, gudaris del pueblo, defensores del tiro en la nuca, la extorsión y el secuestro, como el desaparecido, Jon Idígoras, o mejor dicho, Juan Cruz Idígoras Guerrikabeitia, era conocido por sus nombres artísticos, con los que apareció en no pocos carteles taurinos: “Chiquito de Amorebieta”, de “Éibar”, o “Morenito El Alto”. Dando muestras así, que se puede ser partidario de la independencia del pueblo vasco, estar conforme con los asesinatos, y a la vez, no sólo permitir los toros, sino, practicarlos desde la profesionalidad y el sentimiento, a lo “Cocherito de Bilbao”, “Zacarías Lecumberri”, “Fortuna” o “Torquito”. La historia está plagada de toreros vascos, que lograron el éxito más rotundo en plazas de España, América y Francia. Pretender por coj..., y no por razones, acabar con los toros en el país vasco, al igual que se ha hecho en Cataluña, es obligar al pueblo a enfrentarse entre hermanos, repitiendo la historia una vez más de ésta piel de toro, que se mata por idioteces, y deja sin resolver los auténticos problemas que la acucian, impidiendo su desarrollo laboral y económico. Que las comunidades históricas no dejen morir los toros por falta de público en las plazas que es su proceso natural, deja ver a las claras, la torpeza de unos políticos extremistas, hijos de la incultura y la ignorancia, que ven mal estoquear a un toro, pero muy bien, colgarse del cuello de un ganso atado a un cable, mientras unos menesterosos de chapela, te suben y bajan del agua, hasta que te quedas con el cuello del ave en las manos. Eso si que es cultura asesina, y no la del arte de torear, señores abertzales. Y esto sucede en Lekeitio, cuna del nacionalismo vasco, pero claro, a arrancarle el cuello a un ganso, no se le llama “Fiesta Nacional “, por lo tanto, los del nueve parabellum, no se sienten ofendidos por muchos gansos que mueran. Mi padre me enseñaba orgulloso, aquella foto en blanco y negro, en la que el maestro, Matías Prats, entrevistaba días antes de su muerte, al genial “Manolete” en la antigua plaza de toros del Chofre, en San Sebastián, aquella que había simultaneado vida con la más veterana donostierra, llamada de “Atocha”, llegándose a dar toros en las dos a la vez, en los primeros años del siglo veinte y finales del XIX. Tuve el honor de estrenar los refinados tendidos, en la semana Grande de San Sebastián de 1998, de la nueva plaza de toros donostierra, llamada de Illumbe, y compartí risas e ilusión con Chopera, que debe estar retorciéndose en su sepultura, si éste moderno coso, va a quedar sólo para que partan troncos de madera, los agerridos, aizkolaris, en esa proverbial demostración de inteligencia inherente a todos los deportes vascos como el, levantamiento de piedras, manotazos al frontón, y otras lindezas, subvencionadas por los nacionalistas. Para eso ya está la de Tolosa. He disfrutado como no me podía imaginar, ver esa plaza de “Vista Alegre” en Bilbao, preservar la pureza y entereza del toro bravo, en su anual, Aste Nagusia. Ponerse en pie gritando el nombre de “El Formidable”, genial banderillero de la cuadrilla de, Ruiz Miguel, y posar ceremonioso el pañuelo sobre el balconcillo, el señor presidente, para autorizar a la banda que arranque el pasodoble, único lugar donde esto sucede. Y yo que soy del Albayzín, me he rendido a su afición, y verdad de la fiesta, en una entrega de premios taurinos en el imprescindible hotel, Ercilla. Sé que es un tópico, pero lo sospechaba y lo averigüé. Hay más de uno y de una, de los que bocean a las puertas de los cosos contra la fiesta, y de los que se tiran al suelo embadurnados en tinte rojo, que son ingleses. Cuando les pregunté porque no se manifestaban en su país contra la caza del zorro, una no supo que decirme, y el otro, más bravucón que encastado, me miró de arriba abajo, y me dijo en un español deplorable, que me contestaría cuando estuviera en su país, que eso no tocaba ese día. Eché de menos en la manifa, a José Luís, ya saben, a Carol-Rovira, hijo de un Guardia Civil mañico, esa es toda su trayectoria barretina, aunque su madre si asciende algo más en la genealogía catalana, y por lo tanto, él se ha creído siempre, heredero universal de la pureza de raza, desde el estanco familiar, donde se vendía el caldo de gallina, las pólizas y el papel del estado, el español, claro. Éste personaje de guiñol, lleva en su cartera “La Estelada”, cuando lo suyo sería “La Senyera”, y si me apuran, ninguna, porque sólo en una cabeza perturbada, cabe hacer cuestión de vida o muerte, tu idea de patria, de la que tan sólo es tuya al cincuenta por ciento. Se necesita ser memo, o no saber la historia familiar de Juan Carlos Izaguirre. Otro que tal baila. Lo decía mi abuela que era republicana y sabia: Hijo mío, debes saber que en éste país, siempre habla el que más tiene que callar. Somos así de imbéciles.

jueves, 23 de agosto de 2012

LOS POLÍTICOS ME DAN MIEDO

LOS POLÍTICOS ME DAN MIEDO Tito Ortiz.- En muy pocos años, he pasado de verlos como los artífices del cambio democrático, a una pandilla de bandoleros, con menos escrúpulos que José María, “El Tempranillo”. De abnegados servidores de la sociedad, a chaqueteros sin catecismo ideológico, que sólo pretenden perpetuarse en el cargo, para no regresar a la vida anterior, donde tanto frío hace ahora. De impulsores del estado del bienestar protectores de los más desfavorecidos, a ultradefensores de sus propios privilegios, sin más ética que la del dinero y las prebendas. Son aquellos que con su ignorancia e ineptitud, nos han metido en la crisis, y a la hora de que todos paguemos las consecuencias, son los primeros en excluirse. La carcunda mediocre sin dios ni patria ni rey, que ha ido echando de los partidos políticos, a las personas formadas y experimentadas, con proyección, liderazgo, experiencia y honestidad, arrinconándolos en sus casas, haciéndolos invisibles a la militancia y los simpatizantes, para lograr que una caterva de analfabetos políticos y educacionales, sin formación ni educación, que escupen piedras cuando hablan, y además, no saben lo que dicen, se posicionen en la estructura del partido asumiendo el poder con ignorancia supina, y encabecen al unísono las listas, no con compañeros adecuados, sino con compinches camaradas de aventuras, aliados de la farsa y el navajazo trapero, pues todo vale en el panorama actual de los partidos, con tal de pisar el cuello al que no te ríe el chiste, y aupar hasta puestos de gran responsabilidad, a los que te tiran de la chaqueta, o te lamen esa parte anatómica, donde la espalda pierde su casto nombre. En manos de semejante gentuza estamos, y lo peor de todo es, que los hemos votado nosotros. Que los hemos contratado por cuatro años, con sueldos de lujo, chalets de lujo, coches de lujo, escoltas de lujo, y hasta en algún caso que conozco bien... amantes de lujo. Y todo ello, sin pedirles nada a cambio, sin vigilarles de cerca, sin pedirles responsabilidades. Les hemos votado en unas listas que ellos se han preparado sin consultarnos, y luego no hemos hecho el seguimiento de aquellos a los que les hemos encargado, que nos resuelvan los problemas económicos y sociales. Nunca les dimos carta blanca para que nos los crearan, y mucho menos para que recortaran nuestras libertades, redujeran nuestros sueldos, y cada día nos metieran el miedo en el cuerpo, diciéndonos que todo puede ir a peor, y sino, que en el mejor de los casos, esta situación se puede prolongar algunos años más. Estos políticos que no conocen la crisis, que siguen viviendo como antes de la hecatombe, a base de reducirnos los sueldos y las prestaciones, a quienes les hemos votado, no deben repetir. La sociedad soberana debe mandar a los actuales impresentables al paro, metiendo al sistema político en una diálisis, de tal forma que, se permita primero, recobrar a todos los políticos válidos que están depurados por sus huestes en casa, pues somos el país que antes los fagocita, tirando por la borda su capacitación y experiencia. Segundo, refrescar el panorama con los jóvenes de las juventudes de los partidos, y aquellos seniors a los que no se les ha permitido tocar bola. Tenemos que hacer borrón y cuenta nueva, para sacar a éste país de la depresión en la que estos patricios incapacitados lo han sumido, impidiendo a toda costa, que media España política esté encausada en los juzgados, por la carencia total de honestidad en muchos representantes del pueblo a los que hemos votado. Se les llena la boca de decir que están ahí porque les hemos puesto nosotros, como si eso bastara para hacer de la política, el caldo de cultivo de una nueva clase de delincuentes: Aquellos que siendo políticos, se pasan por el forro de las entretelas, su ética y honestidad, con tal de llenarse los bolsillos, traicionando la buena voluntad de quienes los votamos. Desde mi leal indignación, no olvido que dentro de éste panorama tan desolador, no debo caer en la tentación de aquello famoso de... café para todos. Hay políticos honestos de todo signo, que no matan por una foto, ni nos meten el dedo en el ojo a aquellos que un día fuimos a las urnas para contratarlos, con el fin de que nos resuelvan los problemas, y no, que nos los creen. Que tienen vocación de servicio y que se ganan con creces lo que cobran, pero desgraciadamente, empiezo a pensar y gran parte de la sociedad conmigo, que son minoría. Lo que abunda es la falta de educación y formación, el exabrupto gratuito y una nueva moda, el chantaje entre administraciones de distinto signo, cuyas consecuencias pagamos los ciudadanos. La retención de la subvención, por parte de una administración, cuando ésta lleva el destino de otra que no pertenece a su partido. De ésta forma se paran obras, e infraestructuras, ralentizando proyectos necesarios para la ciudadanía, sólo en aras de la confrontación política, sin que les importe un pito, las consecuencias que eso tiene para los ciudadanos. Pues si a ellos no les importa, a nosotros sí. Señorías: Váyanse a la mier...

martes, 21 de agosto de 2012

SOBRAN POLÍTICOS

SOBRAN POLÍTICOS Tito Ortiz.- No se entiende que un país -ejemplo para todos- como Alemania, necesite para llevar a cabo su eficacia política y económica, la mitad de los políticos que tiene España. No se entiende como los germanos son gentes formadas y de alto nivel, y los nuestros, en su mayoría, todo lo más de medio pelo, si es que no amparan los asaltos a supermercados. La corrupción política de la piel de toro, más acentuada como siempre en la derechona facistoide, pero también en la izquierda profesionalizada, que no sabe más que vivir del bote y la demagogia, al carecer de profesión y vida fuera de la actividad política, nos han convertido en tan sólo tres décadas, en una democracia joven, con todos los vicios de una vieja. Individuos sin oficio ni beneficio, que tienen que aferrarse al cargo porque de lo contrario no saben que hacer, o no tendrían que comer, han convertido la actividad política, en un... aquí vale todo; del que no se salva ni la familia real, de tal manera, que los tiempos del hermanísimo de “arfonso”, ya se han quedado hasta en un recuerdo romántico, si advertimos de lo que son capaces éstos adalides de la vagancia y la mangancia. La carencia de libertad y democracia internas en los partidos, sobre todo de izquierdas, porque a la derecha ya se le supone facha de prietas las filas, es una vergüenza inaceptable, que ha degenerado hasta la muerte, aquel discurso hermoso de la transición, en el que se advertía que la divergencia política, el contraste de pareceres, los matices distintos, lo único que hacían era enriquecer el patrimonio político y democrático de los partidos. Pues bien. Eso ha quedado en agua de borrajas, hasta tal punto, de que sin distinción de anagrama, en los partidos ahora mismo lo que impera es aquel viejo axioma de... El que no está conmigo, está contra mí. Y son manifiestas las vendettas, con navajazos a traición por los pasillos de las sedes, que culminan con las pantomimas y farsas más decabelladas, en las que se han convertido los congresos, a los que ya no se asiste para ver que ocurre, sino que se sueltan unos discursos preparados, porque los resultados ya están amañados desde días antes, las listas cerradas a cal y canto, y los pagos de favores resueltos. La transparencia política de los congresos de nuestros partidos, es comparable a su financiación, un hecho translúcido, como una ciénaga cavernaria, donde nuestros políticos se bañan, con el placer de una Cleopatra en leche de burra. Hemos sobredimensionado la libertad, la democracia, la igualdad y la maldad, para cada cuatro años, meter en plantilla con grandes sueldos que no se rebajan, a una caterva de impresentables, sin oficio ni beneficio, a los que hemos convertido en profesionales del gorroneo y la petulancia. Sinvergüenzas que deberían protegernos de la crisis, y no meternos en ella. Acéfalos minestriles de la incompetencia, incapaces de reconocer su necedad, que nos llevan cada vez con mayor prisa, a la pérdida de libertad, democracia y bienestar social alcanzados, para paulatinamente y sin remedio, abocarnos a la pobreza, la indigencia política, el descreimiento, la desesperanza, y el abatimiento psicológico. Con su comportamiento, nos están empujando al filo de las cataratas, para que nosotros solitos demos el último salto al vacío. La única solución a los problemas en los que nos han metido, es atacar a la sociedad que los pusimos en sus escaños, con el fin de amedrentarnos, y en pisándonos el cuello con la presión justa para no fallecer, sólo permitirnos respirar, para que trabajemos y con nuestro sacrificio – no el suyo – los saquemos del atolladero, no como nosotros quisiéramos, sino, como mandan ellos. Los votamos, ese fue nuestro error, y quieren acabar con nosotros, para vivir en los mundos de yupi, sin pueblo al que rendir cuentas. Sólo nos necesitan y oyen el día de las elecciones. A partir de ahí, se consideran con carta blanca para vivir excelentemente a nuestra costa, y cuando no puedan llevar el tren de vida elegido, recortarnos el sueldo y la vida, para poder mantener su tren. Además se multiplican como las plagas, porque a la cifra dislocada con respecto a otros países más grandes y eficaces que nosotros, ellos añaden cargos de confianza a dedo, liberados sindicales, asesores, peritos en mil cosas tan faltos de preparación, que una vez, un taxista, fue el máximo responsable de la empresa autonómica del suelo, director general de la Guardia Civil uno que no tenía el graduado escolar, ministro de interior un electricista, pero todo se hizo en aras de la democracia, porque la democracia nos hace a todos iguales. Pero es que no lo somos. Un hombre, un voto, pero no somos iguales. No entra en cabeza humana, que el vicepresidente de la Junta, pueda pertenecer al mismo partido, o sindicato que asalta Mercadona, empujando de malos modos a las empleadas, con un tinte machista, violento y soez, impropio de quienes dicen robar para dárselo a los pobres. Haciendo de la militancia política y sindical, un ejercicio impropio de un país europeo, culto y democrático. Ejercicios como ese, son muestra de la falta de formación, educación y convicciones democráticas, de los propios militantes de izquierdas, que al carecer de esa imprescindible formación, se convierten en harapos de la incongruencia, fáciles de confundir en sus acciones, con hordas fascistas, de triste recuerdo para éste país. Cuando la plebe carece de formación, es fácil que aún creyéndose ellos mismos que son de izquierdas, su comportamiento y lenguaje sea de derechas, eso es lo que le ocurre por ejemplo, al del pañuelo palestino, que se cree más líder de masas, cuanto menos se ducha. Un esperpento patrio, de la manera de hacer política en otro siglo, pero no en éste.

domingo, 12 de agosto de 2012

UNA BARCA CON VISERA

LA BARCA CON VISERA Tito Ortiz.- La barca que lleva el pescador, se llama como tú... Dolores. Así lo cantaba hace ya más años de los que me gustaría recordar, Pedrito Rico. Un levantino, actor y cantante, que llegó a ser una gran estrella, aquí y en Hispanoamérica. Lo del manejo de la barca, de infausto recuerdo eurovisivo, al igual que la mancha de una mora, con otra verde se quita. Por eso nadie chalaneó mejor con una barca, que mi vecino del Albayzín, Manolo Benítez, aquel de... dos acacias y mi madre en el balcón. Llegado el momento, Manolo decía: La barca, con sólo decir la barca, huele a marisma la boca y sabe a sal la palabra. La barca te permite adentrarte en la mar océana, pero además, aún en soledad, ir acompañado de la persona a quien más amas. La barca lleva en un costado a proa, el nombre de tus sueños, o sea; “Carmen, te quiero”. “Mis niños”. “Estrella del Horizonte”. “Josefina”. “Mari Luz”. Ver las barcas varadas en la arena, y leer sus matrículas de amor, es un bálsamo para el alma, un retornar a la fe en el ser humano. Los pescadores ponen a sus barcas, el nombre de sus amores, el de sus hijos, el de la madre que ya no está, es como si en la soledad de la faena, o en el peligro de la tormenta, el pescador necesitara de la compañía de aquel ser al que adora, y en no teniéndolo a su lado, se conformara con asomarse por la borda, y leer su nombre pintado, con amor al fuego. “Mi Encarni y Luisito”, reza una barca en Garrucha. “Virgen de La Victoria”, en la Malagueta. “Mi Juani y yo”, otra en las tres erres de Motril, y así por todo el litoral, los pescadores confiesan en el costado de sus barcas, esos suspiros de amor que se lanzan durante noches de mar bravía, cuando el recuerdo de los tuyos te atenaza la garganta, y apenas te queda aliento para tirar de la red y echarte un cante por jaberas, que desde el ombligo de la mar, vuele hasta el dormitorio de quién te espera en tierra. Los pescadores andaluces, aún haciéndose a la mar en solitario, siempre van acompañados de los suyos, pintados en el costado del barco. La frase será más poética, cuanto más se esfuerce el marengo. A veces un lacónico, “Te Quiero”, con titanlux en la madera erosionada por la sal, rasga el oleaje en la tormenta, brillando a intervalos periódicos que marcan los rayos y relámpagos. A quién quiera el pescador... eso ya es asunto suyo. Lo importante es que su soledad no es absoluta, sino que está acompañada por el nombre de su estrella polar, de su norte y de su guía, en el costillar de su nave. Los marineros entablan a lo largo de su vida, una relación estrecha e inmaterial con su barca, por eso le tatúan para siempre, el nombre de quién falta. En ese instante supremo en el que la faena, sumida en la soledad del alba, te atiborra la mente de recuerdos de las personas que significan algo en tu alma. Marineros y pescadores tienen mucho en común con los camioneros. Unos en la mar y otros en la tierra, identifican sus naves, flotantes o sobre ruedas de la misma manera. La visera de los camiones, es un ejemplo claro de que pescadores y camioneros hablan el mismo idioma y sienten lo mismo. No hay más que pararse en una curva y verlos venir. “Mi Manoli y yo”. Mís niños”. “Mi Joaquín y mi Yurena”. “La Yoli es mía”, “Pepe, Pepita y Pepín”. Los camioneros, ponen con letras de molde en el cristal de sus parabrisas, los nombres de las personas queridas, de tal guisa, que los preceden en ruta, como mascarón de proa en el viaje terrestre. Un camionero que en su cabina no lleve un almanaque con una señora desnuda, la radio en emisora de palabra, la cassette del Fary, y el nombre de su mujer o sus hijos en la visera, no es un camionero. Podrá ir conduciendo un camión, yo no lo niego, pero no es un camionero. Que sería de las emisoras sin los discos dedicados a los camioneros o sus familias, con sus mensajes telegráficos: Para Jacinta en el día de su onomástica, de su Paco, que tanto la quiere, y que siente estar en ruta por Francia. Pues el Paco lleva en la visera, a su Jacinta para no olvidarla. “Mí Jacin y mis churumbeles”, reza el frontal del camión, como una tarjeta de quién anuncia su visita, rompiendo el viento con sus letras. Es como la antesala de la flecha enamorada, que se clava en el tronco, justo en el sitio donde dos corazones, en la corteza se taladran. Ya sean kilómetros de asfalto o infinitas marejadas, manejadas por la Luna también enamorada, pescadores y camioneros, llevan desde Juan de Guntenberg, a sus seres queridos, como bandera o matrícula de su alma. Un atunero, o un palangranero, da lo mismo, trasmallo, marisqueo, con nasa de nécora o de camarón, lo importante es su advocación: “Mi vida por mi Carmela”, “Mi Isidro y Mi perro”, “Que dios te bendiga”. Esto es lo importante, lo pintado a mano en la madera, o lo pegado a fuego en la visera. “Virgen del Mar”, suena a sanatorio. PGC, a suelta el alijo que te endiño. Da lo mismo que sea un viejo Pegaso, que un catorce ejes articulado, lo que de verdad importa es lo que se lea sobre el frontal del parabrisas a modo de visera. “Mamá, no tardo”, dice el que conduce un camión frigorífico que lleva atunes a Japón, y el acongojado que pintó en el cristal...¡Dios siempre conmigo!... y San Cristóbal, también. Por si acaso.

lunes, 16 de julio de 2012

REINA, ¿DÓNDE ESTÁS?

REINA, ¿DÓNDE ESTÁS? Tito Ortiz.- Caballero de la espada y la balanza, de sus ojos vendados salieron siempre los rayos de la sabiduría urbana. Defensor del conocimiento eterno, hidalgo del ágora docente, el ciudadano José Reina Rivas, ayuno de títulos académicos y sobrado en conocimientos épicos, y doctrinales, era un anarquista puro, del que aprendían alumnos y profesores de Derecho, que acudían al punto de reunión: Cualquier banco, de cualquier patio, de la facultad, y entonces, también rectorado de la Universidad granatensis. El único Alumno Honoris Causa de la Facultad de Derecho de Granada, y por lo tanto, sólo él disfrutando con este título en la Universidad española, impartía su sapiencia a profesores, alumnos o catedráticos, con los que polemizaba a cerca de sus conocimientos, ya fuera sobre cualquier asignatura, o con la convulsa vida española y extranjera de la transición política, de la dictadura a la democracia. Nacido en la tierra del gran actor, Isidoro Máiquez, nadie supo como dio con su osamenta en la ciudad de La Alhambra, próximo a expirar el General bajito de El Ferrol. Nada más llegar a nuestra ciudad eligió el Albayzín como su barrio para vivir, contactó con los partidos políticos y los sindicatos en la clandestinidad, y sus horas libres las dedicó a perseguir conciencias, espolearlas, y adaptarlas a la discusión del intercambio ideológico, merodeando los alrededores del Gobierno Civil del año 1936, donde fue trasladado Federico, desde la Casa de Los Rosales. Bajo la resignada mirada del eternamente mutilado, Carlos V, protagonizó proclamas, soflamas y ponencias tan sensatas, que hubieran hecho enmudecer al mismísimo Castelar. Autodidacta de la vida y la docencia, odió con pulso firme la titulación en estudios oficialista, tanto como amó su soledad, pues tal vez fruto de algún desengaño femenino de juventud, su – a veces – mal disimulada misoginia, lo convirtió en personaje justo de aseo externo, luenga barba, boina mugrienta, y bolsillos de chaqueta empanada, de los que, lo mismo salía un ejemplar de “El Capital” de Carlos Marx, que un bocadillo de calamares, envuelto en papel de estraza, comprado a deshoras en el bar “Sótano H” descendiendo la escalinata que va de, La Gran Vía, al Barrio de El Boquerón. Cuando mi inseparable, Pepe Campos de España, técnico de Radio Popular me lo presentó, me escaneó con la mirada de arriba abajo, se ajustó la incipiente visera de la boina, y me dijo que lo que estaba fumando en la pipa era “Apolo”, pero que me recomendaba cambiase al “Cibeles”. Aquella noche terminamos tomándonos medio cubalibre en “El Cebollas”. Yo armado de paciencia, y él recriminándome que hubiera servido en el SIE, durante mi servicio militar, al que me fui voluntario para poder obtener el pase pernocta y así colaborar en Patria. En aquellos tiempos, yo tenía un sentido de la disciplina más acusado que él, así que no llegábamos a estar de acuerdo, pero después, con su ausencia, he comprendido que su doctrina era muy adecuada para romper con la época. En ésta ciudad, políticamente acatetada en la actualidad hasta los tuétanos, necesitaríamos varias docenas de “Pepes” Reina, repartidos por calles y plazas, para recuperar la actividad social, la preocupación del momento, y la riqueza de la aportación de un diálogo, con intercambio de ideas y no de insultos, como hacen éstos paletos que nos desgobiernan, empobreciendo la historia de una tierra, que una vez fue inteligente, culta y alegre, y a la que están condenando al analfabetismo social y político, tanto los que mandan como los de la oposición. Con la beca roja que le impusieron como Alumno Honoris Causa, lo mismo participaba en la procesión cívica de inicio de curso, junto al Rector Magnífico y los catedráticos, que en la semanasantera universitaria de Miguel Armillas, precediendo el paso de Jesús de la Meditación, un Cristo que por su pose y actitud, siempre le pareció a Pepe Reina de lo más inteligente, porque – al menos – parecía que le daba por pensar, y eso en los tiempos modernos, es todo un lujo. Mesa y brasero pusieron a su disposición en la facultad, pero pasó más tiempo en la biblioteca, sobre todo, a partir de mostrar su disconformidad con la CNT, de José Luís García Rúa. Pepe Reina, disentía desde la pureza de las ideas e inmerso en una doctrina filosófica, utópica, y por lo tanto, admirable. Como Goya y Beehetoven, la vejez le condenó a la sordera, y a medida que se iba sumergiendo en ese mundo de silencio, se fue haciendo más suspicaz, intolerante y contestatario, o sea, bellamente admirable, pues poseía la brillantez que sólo los genios esparcen durante su trayecto en la tierra. El ciudadano Pepe Reina, único Alumno Honoris Causa por la Universidad del mundo, sin necesidad de títulos ni encomiendas, sin falsos ropajes y oropeles, con la palabra y la lucidez, que sólo emergen de una inteligencia natural, se hizo acreedor del reconocimiento y respeto de una ciudad, que lo admiró y reconoció en su mérito, como polemista agitador de conciencias y lenguajes, capaz de hacer pensar, a los indolentes granatensis, tan propicios a mirar para otro lado, o refugiarse en casa, cuando los políticos cuadrúpedos, hacen, o mejor dicho, deshacen a su antojo y necedad, ayunos de formación e inteligencia, y sobre todo, de espíritu de servicio al ciudadano. Honor y Gloria siempre, al ciudadano, Pepe Reina, que dejó en herencia todos sus ahorros, para becar a los alumnos, deseosos de conocimiento, de profundizar en las libertades, reclamante de la igualdad y la paridad, aunque esto último no le hiciera mucha gracia. Aún así, Pepe: ¡Vuelve en cuanto puedas!

lunes, 11 de junio de 2012

ASÍ COMENZÓ TODO

ASÍ COMENZÓ TODO Tito Ortiz.- Al pasar por su puerta, camino de las carteleras de los cines, en el edificio pensión, que fue la sede del periódico El defensor de Granada, y donde el Titi, afila los cuchillos, sale un olor a madera recién cortada, de los Tableros y molduras “Vílchez” en la calle Jesús y María, 1 teléfono 21.480. Como establecimiento puntero en el ramo, se hace anunciar en la cercanía de Rey Soler, donde puedes alquilar un Isocarro, de los que vende Baquero Motor, y llevarte los tableros donde te hagan falta. Estamos en el Escudo del Carmen, junto a la Fábrica de Hielo “ La Siberia”, y al final de la calle, antes de llegar al teatro Cine Regio, nos encontraremos con la Fábrica de espejos, “La Andaluza” en la plaza de Gamboa, 15. Un lugar donde se gasta el agua destilada por litros, como en cualquier sitio donde se hacen cristales que además refractan nuestra imagen. En el Mesón de ésta placeta, hay un camarero del albayzín, que cuando pide cierto plato, deja boquiabiertos a los turistas. Cuando un visitante le pide un filete tierno con patatas, Baldomero no duda en gritar a la cocina: ¡Marchando un niño con patatas!. Acto seguido se vuelve al comensal y le aclara: No se asuste, Es que aquí la carne la tenemos tan tierna como la de un recién nacido, por eso al bistec más que tierno, le llamamos “niño”. Tan tierno como la carne de un niño señor... se lo aseguro. Y acto seguido el guiri respira profundo y aliviado. Y de postre, que mejor que un cucurucho de, Helados “Pingüino” fábrica de hielo en Afán de Rivera, 23. El sastre “Maroto”, de la calle Marqués de Gerona 3, 1º izquierda, se anuncia como el único en España, que utiliza el famoso corte “Canmabel”, que consiste en que, con tan sólo tres metros de tela, se compromete a coserte una americana y dos pantalones. No se puede dar más por tan poca tela, hay que ser un artista del patronaje, la aguja y el dedal para conseguirlo, y un malabarista con la tijera, que ahí es donde se nota la maestría. En la puerta de la taberna “El Elefante”, con Enrique y Encarna por testigos, “Miguelón” te impide el paso recintándote el poema de la rosa que nunca reclama su perfume, con un ejemplar de su libro “Vivir”, bajo el brazo. El ahora poseedor de un pozo lorquiano de oro, te arranca una sonrisa irónica con su “Columna del Buho”, el mago Aparicio, que viene de Prietos, en la calle Alhamar, donde expone sus butes y calamandurrios, te saca una moneda de detrás de la oreja. Y en la Trastienda, de la placeta Cuchilleros, mientras Fernando Miranda, deshoja un patanegra con bisturí transparente, Pepe Heredia da los últimos toques a Camelamos Naquerar, Juan de Loxa a su “Ay Jondo”, mientras Antonio Mata, lidera una vez más, “Manifiesto Canción del Sur”, él es el mejor de todos. Maldito caballo. El Piki ensaya sus cantes con letra de Blás Infante, se maqueta “El Despeñaperros Andaluz”, Miguel José Hagerty, nos habla de unos libros en plomo, y Enrique Morente, de su próximo homenaje a Chacón, con Pepe Habichuela. Carmelo Bernaola, pide media ración más de morcilla seca, Gómez Martínez y su madre, doña Pepita se apuntan al costa del tonelillo, mientras nos cuenta el director, su último éxito, frente a la orquesta de Herbert von Karajan. Juan José Porto, estrena su “Último Guateque”, Pepe Guerrero vuelve a Granada, con sus cajas de cerilla y sus rajas de Víznar, Miguel Ríos, se va con Waldo de Los Ríos, aunque no es de su familia, y así podría seguir describiendo una actividad cultural de Granada y los granadinos, de primer orden por el mundo, y no la cretinez reinante del momento, sumergida en una cultura de medio pelo, propia de un pueblo perdido en las montañas, o sea, dirigida por catetos que nunca debieron llegar hasta aquí. No me representan. La Casa de América, El Liceo, El Centro Artístico, Literario y Científico, La Sociedad de Amigos del País, aquí cabe todo el mundo, como en el “Club Larra”, de Jerónimo Páez, convertido en ateneo libertario de la transición política en Granada, donde tengas la ideología que tengas, nunca te sientes extraño. Un lugar y unas gentes que, tan sólo unas decenas de años después, nos asustan por sus mazazos de libertad y valentía entonces, obligándonos ahora a reconocer, que la regresión ha sido grande, que el involucionismo libertario e ideológico es patente, que hemos desandado un gran trecho de la senda que Jerónimo y sus cómplices, nos pusieron en bandeja, y nosotros hemos dilapidado, con la desvergüenza de lo conseguido sin esfuerzo. No hemos valorado la libertad obtenida, los avances sociales, las prestaciones, y eso nos ha llevado a ir perdiendo los conseguido, poniendo sólo cara de sorpresa al final del camino, cuando ya es demasiado tarde. Porque yo estoy ya demasiado cansado como para abanderar otra revolución, así que amigos, hijos míos... el que quiera peces que se moje el cul... A mí, para lo que me queda de estar en éste convento... Enteraos de una vez: Una criatura como yo, sólo hace una transición a la democracia en su vida, la segunda, corre de vuestra cuenta. Ya está bien de criar tontos, sacandoos las castañas del fuego, atajo de inútiles. Me tenéis hasta la coronilla, me voy, os abandono, corro frente al Colegio Mayor Cardenal Cisneros, a “Mi Charango”, donde Uve me espera con su bigote y sus gafas ahumadas tras la barra, y su encantadora mujer en el escenario, cantando como nadie lo ha hecho jamás, “ La Rosa y El Viento”... ay mi rosa de La Alhambra, rosa...

jueves, 31 de mayo de 2012

GÉNERO GRANDE

GÉNERO GRANDE Tito Ortiz.- La Orquesta del Teatro Isabel La Católica, es una realidad con éste nuevo montaje, que el entusiasmo inagotable de Miguel Sánchez Ruzafa, nos ofrece de nuevo, con la complicidad de ese grupo entrañable de colaboradores, del que destaca, Lirio José Palomar Faubel. Los días 2 y 3 de Junio, dentro de la temporada estable de zarzuela y arrastrando a nuestros mayores, henchidos de alegría y optimismo, disfrutaremos de “La Patria Chica”, una hermosa partitura del año 1907, en la que un genial levantino, como Ruperto Chapí, imprime banda sonora a un libreto de Joaquín y Serafín Álvarez Quintero, los hermanos utreranos, tantas veces infravalorados por sus éxitos saineteros, pero que demostraron con otras obras, su capacidad para captar diferentes públicos, y que se lo pasaran bien, con un libro en las manos o en un patio de butacas. Caso 230 obras asó lo atestiguan, y el nivel de los intelectuales con los que colaboraron, como Serrano, Guerrero, Vives, el propio Chapí que nos ocupa, y tantos otros. “La Patria Chica” narra la historia de un pintor andaluz en el París de la primera decena del siglo XX, con sus amigos andaluces, con un millonario inglés que le encarga el retrato de su mujer, y las apreturas propias de la vida bohemia, con artistas abandonados a su suerte, por empresarios sin escrúpulos. La zarzuela, representada en el teatro del mismo nombre, escrita en un solo acto, con cinco magníficos números musicales, pronto destacó entre los madrileños que asistieron la noche del 15 de Octubre, a su estreno. Al decir de los entendidos, sólo el preludio musical de don Ruperto, ya nos pone en el mejor de los antecedentes, puesto que éste lo equiparan al de “La Revoltosa”, o el mismísimo, “Tambor de Granaderos”. Con éstos montajes que afortunadamente ya se vienen sucediendo en el tiempo, Ruzafa recoge la más alta tradición granadina en el arte de Talía y el lírico. De un lado estaría la Agrupación Álvarez Quintero, heredera del teatro de los geniales hermanos, y del que todavía quedan recuerdos en Plaza Nueva, de aquel Corpus de los setenta, en que el genial y nunca bien reconocido Ramón Moreno, interpretó a sus muchísimos años, aquel papel del soldado en la mili, de los Álvarez Quintero. Todo sucedió a la puerta de la entonces Audiencia Provincial, en Plaza Nueva, que como diría Ángel Luís Sabador, es la plaza de las tres campanas: Campana la de La Audiencia, Campana la de La Vela... Campana la de Santa Ana. Recogería Ruzafa también, el legado inmortal de aquel granadino ilustre que hizo de la zarzuela bandera, y la llevó con su fiel amigo, el secretario de la Universidad granadina entonces, Emilio Prieto, a la sazón, crítico de teatro de Patria, hasta la mismísima Rusia de los zares, realizando toda una antología en el propio Moscú del telón de acero y el muro de Berlín. Eso sólo lo pudo hacer un genio como Pepe Tamayo. Pero además, Miguel Ruzafa mantiene viva la llama imperecedera e incorrupta de la desaparecida Agrupación Musical Francisco Alonso, de la que el tenor Juan Manuel y su esposa Katy Guerrero, tanto deberían decir a éstas alturas de generaciones vanas que los desconocen y, no deberían. Hoy le dices a un joven actor granadino, quién era José María Parro, y se encoge de hombros. Y a ésta pleyade de nuevos directores, les hablas de Pablo López, mi maestro de la pescadería, y no lo conocen. Y les nombras a su esposa Josefina, y titubean, pero vienen cuatro modernos de fuera, y se hacen con los teatros y los medios de comunicación, sin curriculum, y sin idea de lo que están diciendo, con la subvención bajo el brazo porque afectos al régimen. Les hablo de Manuel de Pinedo y de un teatro comprometido cuando Franco estaba aún vivo y no enteran. Y de actores como Alfredo Curiel, y ponen cara de estar oyéndome en chino, y de Granados, cuando estaba en la clandestinidad, en el Banco Popular, y se creen que les hablo del que estaba buscando a Lupita. Vivimos en la era de la alta tecnología, en el tercer milenio de las máquinas, y resulta que es cuando mejor y más rápido olvidamos. Se nos abren los ojos de par en par ante lo que viene de fuera, y despreciamos lo cercano, pese a ser de mayor envergadura y calidad. Un genio que viva en nuestra casa, es un vecino al que saludar por la escalera con cara displicente. Un imbécil redomado que nos sonríe y nos hace la pelota muy gracioso, se convierte en un ídolo al que seguir, como si se tratara del gurú de tu vida. Somos paletos deseosos de que nos tiren de la levita, y despreciamos a todo aquel que, sobresalga del listón de nuestra mediocridad circundante. Si quieres vivir agusto en Granada, ni se te ocurra sacar la cabeza por encima de la tapia, y mucho menos salir en una foto de Ideal, ahí entonces habrás firmado tu sentencia de ignorado de por vida, a perpetuidad, como los nichos en el cementerio. Porque la carcundia lorquiana, la Granada hedionda, te sumergirá en una ciénaga opaca de silencios, aguardando junto a la parca, para rendirte merecido homenaje en el Cementerio de San José. Ésta tierra maldecida por Zafra, don Hernando, el secretario de los Reyes Católicos, que al palmar, se vengó de nosotros, y más que él, la gitana que le echó la maldición al payo rabúo, de inaguantable carácter castellano. Desde entonces no levantamos cabeza. Menos mal, que Sánchez Ruzafa y sus buenas gentes, nos mantienen todo el año arropados por buena música y mejor canto. Honor y gloria a Sánchez Ruzafa y todos sus colaboradores. Ellos nos hacen sentir orgullosos de “La Patria Chica”.

martes, 22 de mayo de 2012

LA BESTIA SE BATE EN RETIRADA

LA BESTIA, SE BATE EN RETIRADA Tito Ortiz.- El “juanma” ha sido llamado al orden, y horas antes de que Pepe visite a Teresa, ha decidido retirar su candidatura. Cualquiera que conozca a semejante animal, sabe que ese puchero no se ha cocido en su cabeza, todo lo contrario, éste asambleísta escupepiedras, cuya ignorancia y petulancia le hacen asimismo, acreedor de cualquier cargo o desempeño, -dada su pertinaz grosería-, cree estar capacitado para regir los destinos del mundo, por muy carente de escrúpulos que sea su comportamiento interno, pese a pertenecer a un partido blasonado por una historia democrática, cuya palabra y significado, el “juanma” desconoce, como ya demostró, amenazando a periodistas por teléfono y destituyéndolos posteriormente de su cargo. Grabación hay del asunto, que todavía no ha sido oída, por expreso deseo del afectado, que espera devolverle al “juanma” el favor, el día que se le “ajume el pescao”. En vísperas de elecciones internas, bien harían los socialistas granadinos, - si es que todavía queda algún/a sensato/a, - en ir depurando a ésta gentuza que tanto daño hacen a las organizaciones, por su flagrante carencia de educación, formación, convicciones democráticas – éste no sabe ni como se escribe la palabra – y su palpable misoginia, virtudes todas que le invalidan, no como cargo público u orgánico, sino, como individuo sociable en libertad. Éste doberman, amaestrado en su día por otro más peligroso que él, llamado de la pequeña, campa por sus respetos atropellando la libertad y la razón, prometiendo lealtades, a cambio de hacerse responsable único del aparato, palabra ésta que ya produce repelús en cualquier demócrata, pero que un especialista en las cañerías de aguas fecales como él, sabe manejar a la perfección. Lo malo de éstos fontaneros, es que luego le pasan la factura a los jefes, que parecen olvidar, que semejante adhesión inquebrantable, siempre tiene un precio... como la muerte. Tanto el de la pequeña como el juanma, han hecho de una organización que fue modélica en Andalucía, un esperpento descafeinado, cuya militancia de formación y prestigio, se ha ido marchando a su casa, empujados por los analfabetos y destripaterrones a los que ellos representan. El socialismo granadino necesita una diálisis regeneradora, que aparte de los órganos de gobierno a éstos impresentables y a quienes les ríen las gracias, dando paso a la juventud que se impacienta, y recuperando alguna mente privilegiada que se tuvo que marchar prematuramente, harto/a de soportar, insultos y vejaciones de los juanmas y los de las pequeñas. La pluralidad de ideas, debe volver a enriquecer el discurso socialista granadino, opaco, escorado a la diestra, y encorsetado por una disciplina de partido, que lejos de ser reglamentada para mejor funcionamiento, es aplicada sin piedad, contra los que no beben del pensamiento único, del líder podenco de los campos del aeropuerto. Socialistas granadinos... ¡Levantaos! Romped las cadenas de un aparato en manos de dictadores analfabetos. Teresa puede ser la salida, apoyad a la compañera que en los últimos años, más ha dado por esta organización y menos ha recibido. La que desinteresadamente, ha recogido un testigo podrido de la anterior ejecutiva provincial, y necesita compañeros y compañeras que le ayuden a dar un halo de esperanza a un partido centenario que jamás debió permitir, que gente sin formación ni capacidad política, formara una ejecutiva bicéfala, que llevó a cabo, como jamás antes se había producido, aquella máxima deleznable en una organización democrática de... el que no está conmigo, está contra mí. ¿ Que formación política tienen éstos dos impresentables ¿ Ni ellos podían haber llagado a más, ni nuestro partido a menos? El de la pequeña y el juanma, deben convertirse cuanto antes, en un pasado oscuro y tétrico que hay que olvidar cuanto antes, para que el aire limpio, libre y democrático, vuelva a envolver la Torre de La Pólvora. Cuando un miembro se gangrena, hay que amputar para salvar la vida del paciente, y si no me creéis, preguntárselo a Pepe Moratalla.

miércoles, 16 de mayo de 2012

LEONES EN BLANCO Y NEGRO

LEONES EN BLANCO Y NEGRO Tito Ortiz.- Guarda mi madre como oro en paño, sus fotos más preciadas, en un estuche decorado a mano, con el interior forrado de seda, ya de color sepia, y con un espejo bajo la tapa, que al abrirla, té refleja en primera persona. Uno que ya está más cerca de los sesenta que de los cincuenta, el otro día indagó en su interior, y con regocijo sin límite, me reconocí en un par de fotos. En una, con apenas un año y medio, estoy sobre el caballo de cartón que había en la Plaza de Bibarrambla, con aquel fotógrafo de bata gris y cámara en trípode de madera, con tapón y cadenilla en el objetivo. En la otra, en brazos de mi padre y agarrado a su corbata, estoy viendo pasar la cabalgata de reyes magos, desde la puerta de Correos, en la Gran Vía. Los jóvenes ignoran, que el edificio de correos en los años cincuenta, ocupaba justo la manzana que hoy conocemos como Plaza de Isabel La Católica. Aquel año en que Fidel, había entrado en La Habana, al ritmo que le marcaban, Carlos Puebla y Los Tradicionales, mi padre me había colocado estratégicamente en el frontal de La Gran Vía, para que en lugar de privilegio, viera venir a los reyes magos, justos de luz y caramelos, a lomos de sencillos caballos, con la esquina de Almacenes “La Paz” a un lado, con aquel inolvidable autómata que subía y bajaba las cejas, mientras sacaba de un cubo el letrero de los créditos y, el Banco Central, al otro, con su hermoso patio de operaciones y su “sissiliana” escalinata palaciega a la primera planta. Pero yo me volvía una y otra vez, hacia el edificio de correos, sin que mi padre encontrara explicación, hasta que por fin, sus ojos también los vieron. Desde que nací, sentí una fascinación especial, por los buzones de correos, pero no por unos buzones cualquiera. Los del edificio central de Correos en Granada, estaban formados por la cabeza y fauces de unos hermosos leones de bronce, por cuya boca había que meter las cartas, y eso era lo que a mí me gustaba. Mi abuela me había enseñado a perderle el miedo a aquellos temibles animales, porque cada vez que había que escribirle a alguien de la familia, mi abuela Juana, me llevaba en brazos con la carta en la mano, y yo era el encargado de meter el brazo en la tremenda boca del león, que unas veces brillaba más que otras, dependiendo del tiempo que hiciera que mi abuela, los había limpiado con Netol, ya que ella era la encargada de hacerlo, como limpiadora en plantilla, de Correos en Granada. Cuando el edificio fue derruido para hacer la plaza, y Correos pasó a donde está ahora, en Puerta Real con Ganivet, las caras de los leones desaparecieron para dar paso a unos modernos rectángulos con trampilla a modo de estilístico buzón, que ya perdieron todo el encanto de los leones de mi infancia. Leones de ese estilo también hubo en su momento, en la estafeta de Correos que había en la Plaza del Padre Suárez, junto a la entrada en retaguardia, de Capitanía General de la IX Región Militar, frente a la Casa de Los Tiros, en el edificio del mítico restaurante de Juan Conde y Padial, “Alacena de Las Monjas”, mirando al monumento del actor cartagenero, Isidoro Máiquez. Con el pasar de los años, me gustó mucho recuperar los buzones de los leones, en la esquina del edificio de la Calle Real de La Alhambra, antes de llegar a la taberna de “El Polinario”. Parece que Gallego Morell, a su paso por el patronato Alhambreño en los sesenta, tuvo mucho que ver con el traslado de éstos mascarones a la Alhambra, con el fin de que los turistas que visitaban el monumento, tuvieran a mano una estafeta de Correos, donde franquear a sus casas, postales y giros telegráficos, sin necesidad de bajar a la ciudad. Un servicio que desgraciadamente, hoy ha desaparecido, siendo la Alhambra el monumento más visitado de España, o sea, en pocos sitios de éste país, se haría más necesaria la instalación de una oficina de Correos, que diera servicio a miles de usuarios, y que ya existió en su momento, pero claro, desde que el organismo público, dejó en manos privadas compartidas el servicio postal, para enajenar tal vez y junto a ello, la mente de su director general, el asunto no lo ven claro sus responsables, que sólo saben dar permiso para que en el centro oficial de Madrid, se proyecten espectáculos de multimedia con fuegos artificiales. Ese si parece que es el futuro de Correos, el de recibir a los reyes magos madrileños a sus puertas, pero lo de dar un servicio digno a los usuarios, eso es sólo una quimera. Es vergonzoso que la campaña de Navidad se haya destripado, con el cambio en el coste del franqueo, y a parte el desabastecimiento de sellos en los estancos, - que ha sido un clamor vergonzoso, - se haya resuelto tarde y mal, adjuntando un sello de un céntimo, de los antiguos de pegar con saliva, para poder mandar un crhistma. Vale más hacer un sello de éste importe, que el céntimo, pero haber quién se lo explica a éstos tuercebotas, funcionarios de matasellos manuales y sacas grises con la bandera española. Desde que Correos cayó en manos del correcaminos, el cartero de “Crónicas de un Pueblo” se ha suicidado contra reembolso. La de guiris que tuve que apartar la otra tarde a las cuatro, hasta llegar a la ventanilla de Atención al Cliente en Puerta Real, para comprar un sello, y poder mandarle una postal a Madrid, a mi admirado Juan de Loxa. Si hubiera una oficina de Correos en la Alhambra, eso no ocurriría, pero para eso hay que pensar, y en el ministerio ya no están para eso. Menos mal que al salir, pude recordar mi infancia, echando las cartas para Juan, en el buzón con cara de león que hay a la entrada. En ese momento me acordé, y volví a cogerme de la corbata de mi padre, aunque ya no estábamos en la Gran Vía, y él, hace dieciséis años que la tiene dentro del nicho. La corbata... digo. Un beso papá. Espérame todo lo que puedas.

jueves, 19 de abril de 2012

ESTANCO Nº 17. SETENTA AÑOS ECHANDO HUMO

Estanco nº 17, setenta años echando humo

Tito Ortiz.-

Emplazado en lugar de privilegio, entre las vías del tranvía y las posadas, dando frente a la bulliciosa plaza de La Trinidad, número cuatro, donde cosarios y forasteros corren a sus recados, y en tiempos navideños lo hacen entre las piaras de pavos, o las montañas de carrañacas y zambombas, se encuentra desde la posguerra, el estanco número 17, que le fuera concedido a Doña Araceli Antequera Martín, por ser viuda de guerra, tal y como ocurría en aquellos tiempos, tanto con la concesión de estancos, como con la de administraciones de loterías. Me atiende su hija, que heredó también el nombre de su madre, y que comenzó a ayudarle en el estanco cuando apenas tenía catorce años. Me habla de su hermano, Francisco Rivas Antequera, médico en Barcelona, y de aquel delineante químico de la familia, que trabajó en la casa uralita, metió el agua potable en las casas de Granada, y como premio a su saber y servicio a los demás, fue fusilado en la guerra por los de siempre.
Me cuenta Araceli, que su madre empezó vendiendo cuatro paquetes de tabaco, y que el local era mercería, perfumería, quincalla, lencería, o sea, de todo un poco, porque los tiempos no eran nada fáciles. Lo que estaba de moda era la cartilla de racionamiento, sin la que no se podía adquirir tabaco, y en las cantidades acordadas por el gobierno. Los certificados y timbres formaban parte del volumen de negocio, pues no hay que olvidar, que las multas, por ejemplo, se pagaban con papel del estado, que había que comprar en los estancos, también las pólizas para las instancias, los certificados médicos, de penales, defunción, los sellos, vamos que entonces en los estancos, competían el tabaco y las cerillas, con todo tipo de impresos oficiales, que sólo se podían adquirir en éstos establecimientos.
Francisco, es el marido de Araceli, que le echa una mano tras el mostrador, desde los tiempos en que eran novios, pues él vendía junto a la expendeduría, jamones y vino de la Alpujarra, y aquella niña que no le pasó desapercibida, es desde hace muchos años su mujer, con la que comparte recuerdos y marcas del tabaco de entonces, algunos de cuyos paquetes, conservan como piezas de museo.

Celtas, Peninsulares, Tres Carabelas, Rumbo, o el famoso Caldo de Gallina. (Ideales), que venían gordos y envueltos en papel amarillo, y mí padre los deshacía, los liaba en papel Bambú, y de cada uno, sacaba dos, multiplicando así, el número de cigarrillos. Mí tío Ñoño fumaba Bisontes sin emboquillar, porque eso de la boquilla en los cigarros se conoció mucho después. Eran tiempos de llevar en la petaca una buena Picadura Selecta, o la humilde Chasca, si la vida no daba para más. El llamado, Prado Fino Superior, era un paquete muy deseado por el personal, y en cuanto a los puros, lo único que se conocía eran las Farias, que se vendían mucho para los pueblos. Ahora con esto de la crisis, me dicen mis interlocutores, que ha vuelto el tabaco de liar, poniendo de moda de nuevo los libritos de papel. Pero que empezaron siendo más baratos que las cajetillas, y conforme avanzan los meses, los están poniendo tan caros que casi están equiparados ya. También han cambiado mucho los tiempos para los fumadores en pipa. En los sesenta y setenta no había más que dos marcas, Apolo y Cibeles, ahora hay un surtido extenso, dividido en aromas y sabores de todas clases.
Por éste estanco, ha pasado la historia viva del periodismo, que ellos personifican en compañeros como Nono Hidalgo, José Luís Piñero, Rafael Gómez, “El Nene”, y tantos otros cuya lista haría inacabable la reseña. Araceli dice que las mujeres han fumado siempre, pero que ahora fuman más que los hombres. Hace años se inclinaban por el Piper mentolado o el famoso 1-X-2, pero ahora tiran lo mismo de rubio que de negro, y hay muchas que se lo llevan en hebra para liarlo, tanto a mano, como con las modernas maquinitas, que los sacan perfectos. En cuanto a los puros, hoy ya se venden puros caros, no todos los días, pero se expenden con frecuencia, por mucha prohibición de fumar que exista. En éste estanco se vendieron muchos encendedores de yesca, pero ahora se pueden encontrar muy modernos, incluso de esos de llama ultrasónica, las cerillas cada vez se ven menos. Fósforos de Fosforera Española, en cuyas cajillas los niños de mi quinta, comenzamos a jugar, coleccionar, aprender historia, y a fumar a escondidas, porque no sé por qué razón, cuando nos iniciábamos en éste vicio tan malo, lo primero que hacíamos era hacernos con una caja de cerillas, para así no tener que pedir fuego y no ser delatados. Como diría, Juncal.... “Joío fumeque”, a él le pasaba igual que a mí, llevaba cuarenta años intentando dejar de fumar.

lunes, 16 de abril de 2012

¿ SE SABE ALGO DEL ELEFANTE ?

¿ SE SABE ALGO DEL ELEFANTE ¿

Tito Ortiz.-

Los privilegios de la monarquía ya no están de moda. El derecho de pernada ya no está bien visto. La servidumbre de una sociedad a un monarca, por el sólo hecho de haber nacido en cuna de oro, con sangre azul, es de otra época. Tras la muerte de Franco, una parte del facherío, aguantó a regañadientes, y otra de la extrema izquierda, aplicaron sordina a sus apetencias de sistema republicano, porque el rey había resuelto con cierta gallardía la noche del 23 F. Pero después de los últimos años la cosa viene a darles la razón, a quienes dicen que la corona estaría bien en un museo, tal y como se estudian en bachillerato los reyes godos, por ejemplo. El tema Marichalar nunca nos lo han contado tal y como es, o mejor dicho, como fue. El de Urdangarín tampoco, pero los medios nos hemos encargado de hacerle el trabajo a la justicia y ponerles a jueces y fiscales sobre la mesa, la sinvergonzonería más grande emparentada con la nobleza, de la que tengamos conocimiento en época contemporánea. De Bárbara Rey no hablaré, porque es actriz en activo, y de la rubia que acompañaba al monarca aquella noche en el ascensor del Meliá Sierra Nevada, tampoco, porque sólo son producto de mi locura y desatino.

Cuando los desahucios de criaturas humanas se producen a diario, dejando a mujeres y niños en la calle, sin más abrigo que unos soportales y unos cartones, y el censo de parados aumenta vertiginosamente todos los días, a cifras nunca conocidas, que baten récords en el mundo, cuando los funcionarios tienen congelado el sueldo, las pensiones son de risa, el corralito ya funciona en la banca, y el copago se cierne sobre nosotros, como la única salida a la sanidad y la justicia, tan sólo en principio, que después vendrán más, que un jefe de estado se dedique a cazar elefantes con mi dinero, eso es algo que ya me toca la moral, por no decir la entrepierna.

Nunca fui monárquico, sí Juan Carlista, pero ya no. Estoy hasta los coj... de que suba la gasolina, de ganar menos que hace diez años, de tener que jubilarme dos años después de lo previsto, de que haya dos fascistas misóginos, camuflados como demócratas de izquierdas, dentro del PSOE granadino, con cargos orgánicos e institucionales. De depender de una nómina y no poder defraudar a hacienda, para que me apliquen sólo el diez por ciento de multa como supermillonario acreditado De no poder unirme al movimiento 15M, porque no soporto a los que no se duchan, que la progresía y la libertad, no están reñidas con el agua. Que se parecen al comando fétido de la pública andaluza, a pesar de laborar en una laguna. Un poquito de agua y jabón, para que las ideas huelan a limpio, diablos. Es absolutamente falso que cuanto menos se duchen, más serán de izquierdas. Y además, resulta muy de agradecer por el prójimo circundante, que además de lavarse, se haga lo mismo con la ropa. No basta con ducharse, si después te pones los gayumbos y la camisa de hace un mes que ya se quedan de pie. No estamos haciendo nada. Se nos va el vino en catas.

El abuelo lo hacía con más vista. Cazaba si, pero en la finca del duque de San Pedro de Galatino en Láchar, donde por cierto suele hacer niebla y así todos los gatos son pardos. Y no cazaba elefantes, que es algo grosero y dieciochesco. Lo de Alfonso XIII era caza menor, en concreto, conejo de la más alta calidad, conejo plebeyo, pero conejo de armas tomar en boca de todos los que vieron y, algunos afortunados, -en ausencia real-, hasta lo compartieron. De ahí que viniera a Granada con tanta frecuencia, a comprobar como iban las obras del hotel Alhambra Palace, las de la carretera de La Sierra, y su blanco tranvía. Lo de cazar elefantes en África, está más trasnochado que “La Venganza de don Mendo”, aunque hay que reconocer que Muñoz Seca, retrató a la monarquía española con una coña hiperrealista, de muy padre y señor mío, claro, así le costó la vida al pobre. El corporativismo de los cazadores, ya se sabe. Franco también cazaba, es que cuando la gente llega a un palacio, por muy normalita que sea su extracción social, se vuelve muy cazadora, algunos como éste bajito del Ferrol, hasta podían llegar a cazar hombres. Carlos III, aparte de escribir las mejores ordenanzas del ejército de todos los tiempos, cazaba con bien tino, y se hizo retratar en actitud idónea, de hecho, a poco avispado que estés en El Prado, te lo encuentras en su posición descanso, cuán fusilero en hora de bocadillo, o para ser más exactos, atento al toque de fagina. La caza y la realeza española han ido siempre de la mano, incluso del pie, y si no, que se lo pregunten a Froilán, que ya apunta maneras, muy malas, pero las apunta, menos mal que – de momento - es contra si mismo.

Anoche fui a sacar dinero a un cajero, y me encontré a un sin techo, durmiendo bajo los cartones de embalaje de un frigorífico no frost, o sea, de categoría. El cartón no era un cartón cualquiera. Le puse la mano en el hombro y le dije: ¡ Amigo, el rey ya anda!, con muletas, pero anda, la operación ha sido un éxito. El hombre, apartó sigilosamente el tetra brik de don Simón con el que se tapaba la cara, y mirándome de reojo, sin levantar apenas la cabeza me dijo: ¿ Se sabe algo del elefante ¿

lunes, 5 de marzo de 2012

COLEGIO DE LOS ESCOLAPIOS EN GRANADA

Tito Ortiz.-

COLEGIO DE LOS ESCOLAPIOS: MÁS DE SIGLO Y MEDIOS INSERTADO EN LA SOCIEDAD GRANADINA

A principios del siglo XVII, la Marquesa de Los Trujillos, cedió su Casa Blanca, para que se erigiera en los terrenos, el Monasterio de Los Basilios. Pero no sería hasta 1860, cuando vièamos la primera comunidad escolapia junto al río, de ahí que, ya sean más de ciento cincuenta años, los que la orden lleva educando y albergando criaturas granatensis, de todas las extracciones sociales, pues famosas eran sus clases de “gratuitos”, cuando allá por los años sesenta, la flor y nata de la Granada pudiente, la alta y la baja burguesía, se educaba en sus aulas, sin olvidar los de provincias hermanas como internos, con derecho a cine semanal, aunque los besos se cortaran por la censura del padre Francisco, el Torquemada de turno, que nos daba clase a los de primero de bachiller. El padre Emiliano se encargaba de los gratuitos, que aprendíamos a escribir a máquina como signo de modernidad en la época, y presumíamos de instalaciones deportivas como ninguna otras, de hecho, el colegio colaboraba con la sociedad granadina, cediendo sus canchas para cualquier competición. Eran los años en que la Imprenta “Alhambra”, tenía sus talleres en la calle, Puente de Castañeda , número cinco, en cuyas máquinas el Ayuntamiento tiraba los programas del Corpus, que luego se vendían al módico precio de dos pesetas.

Equipos de barrio, de pueblos, de todas las edades y categorías, tuvieron su campo de Fútbol en Los Escolapios, para hacer cualquier actividad deportiva, pistas para correr, vestuarios, gimnasio, con toda la facilidad del mundo y desinterés. Los Escolapios pronto se identificaron con la ciudad, su historia y sus costumbres, y se colocaron a la vanguardia de las nuevas técnicas de educación y pedagogía, abriendo un mundo nuevo a las actividades paralelas, sin olvidar la misa de ocho diaria obligatoria y el rosario vespertino, antes de merendar pan con carne de membrillo. Eran los años en que se celebraban para el Corpus, los famosos campeonatos de albañilería, en el paseo del Salón frente al colegio, o la extinta Feria de Ganado un poco más abajo en el Violón, frente a la Real Sociedad de Tenis.

Prueba de esa vinculación del Colegio con la ciudad, es la foto que les ofrecemos. Un documento extraordinario en el que un equipo de fútbol, de aficionados veteranos albaicineros, se disponen un Domingo de 1965 a las nueve de la mañana, a celebrar un partido de fútbol contra otra peña del no menos afamado barrio del matadero. Lo hacen en el campo de fútbol de Los Escolapios. Los de la imagen, son jugadores de la peña “El Cañizo”, reputado bar del Albayzín, de la cuesta de María La Miel, famoso por su emparrillado de cañas, para dar sombra en el patio, donde se jugaba a la lotería, o como diría un moderno... al bingo, a la petanca, a la cañadul con monedas de perragorda de cobre, a la ronda, la brisca, y al dominó, con deseo inquinante de ahorcar el seis doble a todo bicho viviente, incluido el cura párroco de san José. La espuela se suele tomar, más abajo, en “La Mancha Chica”.
Pues éste once de gala, está compuesto entre otros por, Pepe Falero, segundo agachado por la derecha, que es quién conserva la instantánea como oro en paño. Pepe es un carpintero de lujo y mejor ebanista, que ejerció en mí de profesor, cuando ambos estábamos a las órdenes de Miguel Castro, en la carpintería que éste tenía en la puerta de al lado de Miguel Arenas, y su mujer Angustias, en la calle Fábrica Vieja, donde vendían los huevos por cartones, y pasaba el tranvía del Triunfo, hacia San Antón. De pié, el primero por la izquierda, el que esto escribe, en funciones de utillero, aguador, masajista, y encendedor de cigarrillos al instante. Me explico. Cuando cualquiera de los jugadores, se sentía asfixiado, que le llegaba la hora de toser, se acercaban a la banda dando voces... ¡Niño, una calá!. Y a mí me tocaba sacar rápidamente del bolsillo el paquete de Peninsulares sin emboquillar, que me habían dado antes de empezar el partido, y en sacando un pitillo, prenderlo con el encendedor de martillo, piedra y gasolina, y darle la primera calada profunda para que cuando el jugador se acercara a la banda, aquello ya tuviera humo de sobra para calmarle la tos al instante. Había quien ya aprovechaba y me daba para guardarle, el reloj, la medalla y la sortija, en fin todas esas cosas que se suelen llevar para jugar al fútbol y que en un momento dado del partido, te sobran. Otros me pedían a gritos el “agua milagrosa”, que aunque se llamaba así, al bote de líquido indescifrable con el que se masajeaban las lesiones, en realidad lo que me pedían era un trago del botijo, que lejos de mantener agua, lo que albergaba en su interior, era una mezcla de blanco Espinosa con gaseosa, que resucitaba a los muertos. Hay quien incluso al acercarse, me pedía la muerte, pero la verdad es que yo nunca he sido agresivo. Eran aquellos que la noche anterior habían cerrado “El Cañizo”, a base de vino costa y tres paquetes de Caldo de Gallina, del papel amarillo.

El primero de los jugadores por la izquierda, es el portero. Juan, “El Barnizador”, muy eficaz como cancerbero, progenitor del que esto escribe, que venía del mundo del toro, pero que no se resistía cada mañana de domingo granadino, a pasárselo de mandíbula batiente hasta desternillarse, con el juego o lo que fuera, de éste puñado de vecinos albaicineros, que se juntaban para pasarlo bien, y como pueden imaginarse, lo de menos era el resultado. Todos eran del barrio, amigos e inseparables. Lo que de verdad deseaban era pasar un rato de risas, y eso estaba asegurado. Ganaran o perdieran, la celebración posterior en “El Cañizo” hasta altas horas de la tarde, tenían como consecuencia el enfado de todas sus mujeres, -mí madre la primera-, que se quedaban con el arroz sobre la mesa para pegar carteles. Esto se repetía un domingo sí y otro también. Pero volviendo a Los Escolapios y su siglo y medio granadino, lo que de verdad hay que dejar patente a través de ésta historia ajena al colegio, o al menos lo que yo he pretendido, es dejar clara, la vinculación de tan insigne institución con la vida social de Granada, desde sus comienzos a nuestros días.

domingo, 26 de febrero de 2012

CLUB HERMANOS MONTENEGRO

CLÁSICOS GRANADINOS

Tito Ortiz.-

El Club Hermanos Montenegro, la decana de las peñas taurinas de Granada, cambia de domicilio.

En sus paredes se cuelgan las dos orejas y el rabo de “Islero”, el toro que mató a Manolete.

Nació en los años cuarenta para reunir a los aficionados a favor de Curro y Miguel Montenegro, frente a los que optaban por Rafael Mariscal.

En el corazón del Barrio del Realejo, entre los bares, “El Romeral “ y “El Sota”, en la corta calle Honda, frente a la plaza de Fortuny, en plena posguerra española, nace por entonces el Club Hermanos Montenegro, para reunir a los aficionados taurinos que en la época, optaron por éstos chavales que surgieron de la extinta escuela del club Taurino, y que en su momento, pusieron el cartel de no hay billetes en plazas como la de Carabanchel, cuando al más puro estilo Berenjeno Motrileño, por la tarde se toreaba y por la noche se boxeaba en el mismo ruedo.

De sus paredes cuelgan los trofeos más preciados cortados en tardes de éxito clamoroso, como los apéndices de “Islero” de la ganadería de Mihura, que le llevaron a la enfermería al califa “Manolete”, la tarde del 28 de Agosto de 1947, cuando herido de muerte, iba soltando gota a gota sobre una palangana en el suelo, la sangre transfundida de un policía nacional granadino, que fue el primer voluntario en la plaza, para darle vida al que la perdía sin remisión. Fotos inolvidables hay en sus paredes, del mejor ambiente taurino granadino de todos los tiempos, con personalidades de todos los ámbitos, que hicieron grandes las interminables tertulias del antiguo número cinco, hoy 24 de la calle Honda del Realejo. Los “montenegristas”, siempre fueron gentes de gran humor y bondad, que recibieron con los brazos abiertos en su sede, a todo el que de buen talante, quiso coincidir o disentir desde la educación, en el valor de la particular tauromaquia, de los hermanos Montenegro.

LAS PATAS

Se distinguen entre las fotos y carteles irreemplazables, unos trofeos que hace años se dejaron de cortar por cuestiones de higiene, son las patas de los astados, que por entonces era el máximo trofeo que se podía otorgar en una faena, y que una vez desecado, se posaba sobre soporte de madera barnizada a modo de trofeo inalcanzable para muchos. En el centro, las mesas que tanto saben de ajedrez, damas, dominó, brisca, ronda o julepe, y a los lados, la historia taurina de una Granada que ya no volverá, pero que se resiste a ser arrumbada en un trastero de la desmemoria. Fotos y carteles testigos mudos de interminables charlas en torno a la faena de Miguel Montenegro aquella tarde en Madrid, o su campaña como banderillero en tierras hispanoamericanas, donde era idolatrado. Igual de su hermano Curro, que una vez vestido el oro, no lo cambió por la plata, aunque jamás se desconectó del toro y su mundo.

EL ESCUDO INSIGNIA

Ahora que la centenaria sede se declara en ruina, los “Montenegristas” se han buscado la forma de seguir con la llama viva de su afición, y se trasladan a un viejo local conocido de todos ellos, emplazado en la cercana calle del Apóstol Santiago, frente al convento del huerto de los olivos y la virgen de la amargura. Continúan con su escudo anagrama, que por su estilo y estética, es un auténtico barómetro de la época fundacional, adherido a los cristales de sus balcones, que también fue orgullosa insignia para presumir de ella en la solapa, en la que no falta la efigie alhambreña, mascarón de proa del sentir granadino. En los años de las fatigas, nació ésta que ahora es la decana de las peñas taurinas de Granada, con unos socios que para demostrar su alto nivel adquisitivo en tiempos, dejaban aparcada en la puerta su flamante, Veloxoles Orbea, aquella criatura con las maniquetas de los frenos hacia dentro, y diminuto motor en la rueda delantera con mezcla por combustible, que tanto diferenció ya, a la sociedad bicicletuda de posguerra, con la que empezaba a ver la luz, a base de no dar a los pedales, algo que para entonces ya era un lujo. Lo mismo que los que podían permitirse, las modernas abrazaderas para que el pernil del pantalón, no rozara con la cadena manchándose de grasa, porque los no pudientes, se lo pegaban al tobillo con una pinza de la ropa. Eso, y un cigarro de repuesto en la oreja, eran sinónimo de un estatus diferente en la Granada de las hambres, cuando los que querían ser toreros, se tenían que ir por la noche a torear al matadero, las reses que se iban a sacrificar por la mañana. José Julio Granada, fue de los últimos en hacer eso. Que diga él si miento.

jueves, 26 de enero de 2012

TELEFÓNICA ME AMENAZA

TELEFÓNICA ME AMENAZA

Tito Ortiz.-

Vivía yo en el casco histórico de la ciudad de La Alhambra, pero buscando mayor espacio de trabajo, me tuve que mudar a la pizpireta ciudad de Armilla, que a tan sólo un tiro de piedra de la urbe, me ofrecía la comodidad requerida para laborar. Llamé entonces – malaya el día – al teléfono de atención al usuario de Movistar, para que me fueran trasladados el teléfono fijo y la conexión a Internet. Me atendió simpático y voluntarioso un mozo con acento bolivariano, que tras realizar la operación, me ofreció en “oferta gratuita” un pincho, o artefacto para conectar al puerto USB, y que te permite conectarte a Internet en cualquier sitio o lugar. Yo le dije que no lo necesitaba, pero él insistió en la gratuidad del obsequio, del que yo sólo pagaría el consumo derivado de cuando me conectara, previo el paso de, insertar la tarjeta pink en el bicho y llamar a Movistar, para activarlo. Yo insistí en que siempre trabajaba en mi empresa o en casa. Él insistió en que si no lo activaba no pagaría, con lo cual, terminé aceptando, que el tal Mauricio, me lo remitiera sin gasto alguno a casa. Y así fue, un buen día, una empresa de mensajería urgente me dejó en el domicilio un paquetito, que yo intuí, albergaba el pincho gratis de Internet, y tal como venía, sin desprecintarlo siquiera, lo metí en un cajón de mi despacho, donde sigue en la actualidad. No sé ni el color que tiene.

La sorpresa fue que a los pocos días, recibí con asombro la primera factura del consumo del dichoso pincho, que sigo sin meter su tarjeta y sin llamar para activarlo, pero además, acompañaba la misiva un gráfico de columnitas negras, en las que se apreciaba mi consumo ascendente de los últimos meses. Espantado por lo esperpéntico del caso, llamé raudo y veloz a Movistar, para resolver el asunto. Después de que una voz grabada me fuera diciendo los números a marcar, con pena de que no me dijera el del presidente de Telefónica, para poder excrementar verbalmente sobre sus difuntos, me atendió María Graciela, de acento mexicano, que tras 48 minutos exactos, me juró que el conflicto estaba resuelto. Nada más lejos de la realidad, porque al mes siguiente, volví a recibir otra factura, y ésta vez con más columnitas altas de consumo. Volví a llamar, no sé para qué, pero lo hice. En ésta ocasión, después de 54 minutos al teléfono, Oscar Oswaldo, de claro acento uruguayo, me juró por el almirante Colón, que me había dado de baja en el servicio, y me serían reembolsadas las cantidades adeudadas en mi cuenta. Pues no. Al mes siguiente llegó la tercera factura adeudada en cuenta, con más consumo aún que las anteriores, y entonces, Gustavo Alejandro, de rancio acento peruano, me prometió por Fray Martín de Porres, que mi odisea había terminado, y que ya no sabría más de falsas facturas ni del dichoso pincho “gratuito” de Internet Movistar Móviles.

Pero nada más lejos de la realidad. Cuando al mes siguiente volví a ser atracado en mi cuenta bancaria por Telefónica, me llegué al banco y di orden de que fuera devuelto el recibo. Y ahí viene lo bueno. Desde entonces, las cartas de Movistar se han sucedido con varias amenazas, sobre todo la de ingresarme en un registro de morosos, si no les pago eso que no consumo, o sea, un atraco a la luz del día y se acabó. Que a veces me pregunto, si lo que a mí me están estafando, será para pagarle la millonaria nómina estadounidense a Ignacio Urdangarín. Pero estos ladrones de guante blanco han ido a más, y hoy he recibido nuevas amenazas de una empresa que se llama, I.S.G. INFORMES COMERCIALES, S.L., en la que se me advierte que si en el plazo de siete días, no le pago a Telefónica, los 21 euros con 24 céntimos - que no les debo- porque nada he consumido por lo que deba pagar, ellos mismos me partirán las piernas, si así se lo pide su cliente, Telefónica Moviles España, S.A.U.

Debo añadir que, hasta ésta última epístola intimidatoria y extorsionante de ésta mañana, he escrito por correo ordinario a Telefónica sin obtener respuesta. Y también he enviado un correo electrónico a su gabinete de prensa, por si mis compañeros podían ayudarme, pero me han dado todos la callada por respuesta, y aquí me tienen, esperando a los matones de I.S.G.F, de la calle Lezama 2 de Madrid, para que alguien evalúe mis lesiones, cuando cumplan sus amenazas. Como las hemorroides, he sufrido y padezco éste atropello sin sentido en silencio, pero reiteradas las amenazas por escrito, tanto de Telefónica, como de su despreciable empresa lacaya, he puesto ya hoy el asunto y toda la documentación, en manos del Gabinete Jurídico de La Asociación de la Prensa de Granada, de la que soy Vicepresidente, a la espera de que me depare la suerte, en manos de Telefónica y sus extorsionadores. ¿Qué haría en mi caso, Mariano José de Larra? ... con la pistola, digo.

martes, 10 de enero de 2012

UN DESPROPÓSITO TRAS OTRO

UN DESPROPÓSITO TRAS OTRO

Tito Ortiz.-

Hay jueces que nombran administradores concursales, a ojo de buen cubero, y a partir de ese momento, los ponen en el dólar. Hay quién mata por entrar en esa oposición sin tribunal, a dedo de quién decide, y que puede hacer que te levantes decenas de millones por una gestión judicial, con la bendición del instructor y sobre una empresa en ruina. Ya que la casa Real ha dicho en que se gasta el dinero de los españoles, a mí me gustaría que los togados que han nombrado administradores concursales en los últimos treinta años, me dijeran ¿qué han cobrado éstos y en concepto de qué?. Son las cosas de la crisis, hablamos de la ruina de una empresa, que pone a las puertas de un paraíso fiscal, a quien la ley decide que la saque del trance. Hubo una vez un loro que murió al estornudar, porque se clavó el pico en el pecho. Algún tipo de resfriado debe haber en la Junta de Andalucía, cuando la Consejería de Medio Ambiente, abre expediente sancionador a Cetursa, la empresa que explota la estación de esquí de Sierra Nevada, de capital mayoritario de la propia Junta, o lo que es lo mismo, a la exconsejera de Justicia, que tiene bemoles la cosa ¿no?. Es como una especie de vendetta, a pocos días de estar todos “en funciones”, en expectativa de destino, o la cola del INEM. Ocho decenas de metros lineales de la pista del Águila, en la cabecera del río San Juan, pertenecen según algunos al Estado desde hace treinta años, y hasta ahora, no le ha estorbado a nadie que la estación se colara presuntamente en el maíz, desde 1964. Para lo que les queda de estar en el convento, se cag... dentro. Es de tal esperpento, que como dice mi compadre Luís Cerón,. Yo ya no sé si soy uno de los nuestros. Es como dar con un cura ateo, o algo más llevadero. El párroco gallego que sigue diciendo misa, aunque ha contraído matrimonio, pero no nos vamos a asustar. Hace años que en un convento de clausura del Albayzín, -contaba mi abuela en su lecho de muerte-, que una monja dio a luz una hermosa criatura, de cuatro kilos trescientos. Los caminos del señor son inescrutables. No olvidemos que han sido dos saharauis, los que han colaborado en el secuestro de nuestros cooperantes. ¿Seguiremos ahora colaborando lo mismo con el pueblo saharaui, si ellos mismos nos echan en los brazos de Al Qaeda?.

Lo mismo que hay campeones del mundo de motociclismo y automovilismo, que no se han sacado el carnet de conducir, pues de la misma manera, cualquiera puede ser en un mismo acto, juez y parte, acusación y defensa, ya saben el famoso adagio: ¡Haced lo que yo diga, pero no lo que yo haga!. Y así se escribe la historia, en un mar de confusiones y oportunismos, en los que nadie conoce a nadie, y de nadie te puedes fiar. ¿Hay algo más raro que la dieta Mediterránea?. Como se puede llamar a una dieta con nombre de mar, si de lo que menos contiene es marisco. Si resulta que la base es pimiento, tomate y aceite de oliva, ¿Por qué la llaman mediterránea?, debería llamarse cuando menos... Dieta de Montaña, ¿No?. No comprendo porque en ésta tierra, sigue sin sancionarse y sin hacerle controles de alcoholemia a los que van a caballo por las carreteras y autopistas causando accidentes, o a los ciclistas que invaden aceras y calles en dirección prohibida, o a los transportes blindados, que aparcan donde les da la real gana, a la vista de la autoridad incompetente, revestida de uniforme, que sólo regula el tráfico a la entrada de los colegios de pago, y retira los coches -que sin entorpecer el tráfico- aparcan por necesidad perentoria en un carga y descarga. De las decenas de autobuses urbanos que componen la flota, sólo dos, se meten en la parada a recoger los viajeros, el resto ocupa toda la calle para que tu que vas tras él, rechines los dientes y te aguantes porque él es más grande, y ojo, saldrá sin mirar y sin intermitente, porque tiene preferencia, dice el chófer. Seguramente la tendrá, pero lo que no tiene es civismo, ni educación, ni solidaridad para con los demás usuarios de la vía. Es como ese penitente de hábito oscuro en la madrugada, que con su cirio y paso cadencioso, no hace sospechar a los que ven la procesión, que bajo el capillo, lleva una radio de diminutos auriculares, escuchando su programa deportivo, o musical, mientras su fachada externa, incita a la oración y el recogimiento. Pero es ésta una ciudad de tantas contradicciones, que sólo se entiende, si sabemos que es la última en renta per cápita, la primera en paro, y la segunda de España en depósitos en metálico en los bancos. Es la ciudad en la que un socio del colectivo de parapléjicos, puede vivir en un décimo sin ascensor, y a todo el mundo le parece normal. Esta es la tierra donde una violinista profesional, pide indemnización por los daños causados durante un ensayo, que tuvo que soportar la voz de la soprano en retaguardia, interpretando la gran aria “verdiana”... Behetoven no era sordo, es que se lo hacía por conveniencia. En Granada todo es posible señores, ¿Hay quién de más?, no se corten, hagan sus apuestas, sólo nos falta como en Cuenca, una funeraria que se llame: La Alegre Agonía. Y quemar en plaza pública, una estatua de Miguel Estrogoff, porque desde que existe el móvil, ese mito ya no tiene sentido.