jueves, 26 de enero de 2012

TELEFÓNICA ME AMENAZA

TELEFÓNICA ME AMENAZA

Tito Ortiz.-

Vivía yo en el casco histórico de la ciudad de La Alhambra, pero buscando mayor espacio de trabajo, me tuve que mudar a la pizpireta ciudad de Armilla, que a tan sólo un tiro de piedra de la urbe, me ofrecía la comodidad requerida para laborar. Llamé entonces – malaya el día – al teléfono de atención al usuario de Movistar, para que me fueran trasladados el teléfono fijo y la conexión a Internet. Me atendió simpático y voluntarioso un mozo con acento bolivariano, que tras realizar la operación, me ofreció en “oferta gratuita” un pincho, o artefacto para conectar al puerto USB, y que te permite conectarte a Internet en cualquier sitio o lugar. Yo le dije que no lo necesitaba, pero él insistió en la gratuidad del obsequio, del que yo sólo pagaría el consumo derivado de cuando me conectara, previo el paso de, insertar la tarjeta pink en el bicho y llamar a Movistar, para activarlo. Yo insistí en que siempre trabajaba en mi empresa o en casa. Él insistió en que si no lo activaba no pagaría, con lo cual, terminé aceptando, que el tal Mauricio, me lo remitiera sin gasto alguno a casa. Y así fue, un buen día, una empresa de mensajería urgente me dejó en el domicilio un paquetito, que yo intuí, albergaba el pincho gratis de Internet, y tal como venía, sin desprecintarlo siquiera, lo metí en un cajón de mi despacho, donde sigue en la actualidad. No sé ni el color que tiene.

La sorpresa fue que a los pocos días, recibí con asombro la primera factura del consumo del dichoso pincho, que sigo sin meter su tarjeta y sin llamar para activarlo, pero además, acompañaba la misiva un gráfico de columnitas negras, en las que se apreciaba mi consumo ascendente de los últimos meses. Espantado por lo esperpéntico del caso, llamé raudo y veloz a Movistar, para resolver el asunto. Después de que una voz grabada me fuera diciendo los números a marcar, con pena de que no me dijera el del presidente de Telefónica, para poder excrementar verbalmente sobre sus difuntos, me atendió María Graciela, de acento mexicano, que tras 48 minutos exactos, me juró que el conflicto estaba resuelto. Nada más lejos de la realidad, porque al mes siguiente, volví a recibir otra factura, y ésta vez con más columnitas altas de consumo. Volví a llamar, no sé para qué, pero lo hice. En ésta ocasión, después de 54 minutos al teléfono, Oscar Oswaldo, de claro acento uruguayo, me juró por el almirante Colón, que me había dado de baja en el servicio, y me serían reembolsadas las cantidades adeudadas en mi cuenta. Pues no. Al mes siguiente llegó la tercera factura adeudada en cuenta, con más consumo aún que las anteriores, y entonces, Gustavo Alejandro, de rancio acento peruano, me prometió por Fray Martín de Porres, que mi odisea había terminado, y que ya no sabría más de falsas facturas ni del dichoso pincho “gratuito” de Internet Movistar Móviles.

Pero nada más lejos de la realidad. Cuando al mes siguiente volví a ser atracado en mi cuenta bancaria por Telefónica, me llegué al banco y di orden de que fuera devuelto el recibo. Y ahí viene lo bueno. Desde entonces, las cartas de Movistar se han sucedido con varias amenazas, sobre todo la de ingresarme en un registro de morosos, si no les pago eso que no consumo, o sea, un atraco a la luz del día y se acabó. Que a veces me pregunto, si lo que a mí me están estafando, será para pagarle la millonaria nómina estadounidense a Ignacio Urdangarín. Pero estos ladrones de guante blanco han ido a más, y hoy he recibido nuevas amenazas de una empresa que se llama, I.S.G. INFORMES COMERCIALES, S.L., en la que se me advierte que si en el plazo de siete días, no le pago a Telefónica, los 21 euros con 24 céntimos - que no les debo- porque nada he consumido por lo que deba pagar, ellos mismos me partirán las piernas, si así se lo pide su cliente, Telefónica Moviles España, S.A.U.

Debo añadir que, hasta ésta última epístola intimidatoria y extorsionante de ésta mañana, he escrito por correo ordinario a Telefónica sin obtener respuesta. Y también he enviado un correo electrónico a su gabinete de prensa, por si mis compañeros podían ayudarme, pero me han dado todos la callada por respuesta, y aquí me tienen, esperando a los matones de I.S.G.F, de la calle Lezama 2 de Madrid, para que alguien evalúe mis lesiones, cuando cumplan sus amenazas. Como las hemorroides, he sufrido y padezco éste atropello sin sentido en silencio, pero reiteradas las amenazas por escrito, tanto de Telefónica, como de su despreciable empresa lacaya, he puesto ya hoy el asunto y toda la documentación, en manos del Gabinete Jurídico de La Asociación de la Prensa de Granada, de la que soy Vicepresidente, a la espera de que me depare la suerte, en manos de Telefónica y sus extorsionadores. ¿Qué haría en mi caso, Mariano José de Larra? ... con la pistola, digo.

martes, 10 de enero de 2012

UN DESPROPÓSITO TRAS OTRO

UN DESPROPÓSITO TRAS OTRO

Tito Ortiz.-

Hay jueces que nombran administradores concursales, a ojo de buen cubero, y a partir de ese momento, los ponen en el dólar. Hay quién mata por entrar en esa oposición sin tribunal, a dedo de quién decide, y que puede hacer que te levantes decenas de millones por una gestión judicial, con la bendición del instructor y sobre una empresa en ruina. Ya que la casa Real ha dicho en que se gasta el dinero de los españoles, a mí me gustaría que los togados que han nombrado administradores concursales en los últimos treinta años, me dijeran ¿qué han cobrado éstos y en concepto de qué?. Son las cosas de la crisis, hablamos de la ruina de una empresa, que pone a las puertas de un paraíso fiscal, a quien la ley decide que la saque del trance. Hubo una vez un loro que murió al estornudar, porque se clavó el pico en el pecho. Algún tipo de resfriado debe haber en la Junta de Andalucía, cuando la Consejería de Medio Ambiente, abre expediente sancionador a Cetursa, la empresa que explota la estación de esquí de Sierra Nevada, de capital mayoritario de la propia Junta, o lo que es lo mismo, a la exconsejera de Justicia, que tiene bemoles la cosa ¿no?. Es como una especie de vendetta, a pocos días de estar todos “en funciones”, en expectativa de destino, o la cola del INEM. Ocho decenas de metros lineales de la pista del Águila, en la cabecera del río San Juan, pertenecen según algunos al Estado desde hace treinta años, y hasta ahora, no le ha estorbado a nadie que la estación se colara presuntamente en el maíz, desde 1964. Para lo que les queda de estar en el convento, se cag... dentro. Es de tal esperpento, que como dice mi compadre Luís Cerón,. Yo ya no sé si soy uno de los nuestros. Es como dar con un cura ateo, o algo más llevadero. El párroco gallego que sigue diciendo misa, aunque ha contraído matrimonio, pero no nos vamos a asustar. Hace años que en un convento de clausura del Albayzín, -contaba mi abuela en su lecho de muerte-, que una monja dio a luz una hermosa criatura, de cuatro kilos trescientos. Los caminos del señor son inescrutables. No olvidemos que han sido dos saharauis, los que han colaborado en el secuestro de nuestros cooperantes. ¿Seguiremos ahora colaborando lo mismo con el pueblo saharaui, si ellos mismos nos echan en los brazos de Al Qaeda?.

Lo mismo que hay campeones del mundo de motociclismo y automovilismo, que no se han sacado el carnet de conducir, pues de la misma manera, cualquiera puede ser en un mismo acto, juez y parte, acusación y defensa, ya saben el famoso adagio: ¡Haced lo que yo diga, pero no lo que yo haga!. Y así se escribe la historia, en un mar de confusiones y oportunismos, en los que nadie conoce a nadie, y de nadie te puedes fiar. ¿Hay algo más raro que la dieta Mediterránea?. Como se puede llamar a una dieta con nombre de mar, si de lo que menos contiene es marisco. Si resulta que la base es pimiento, tomate y aceite de oliva, ¿Por qué la llaman mediterránea?, debería llamarse cuando menos... Dieta de Montaña, ¿No?. No comprendo porque en ésta tierra, sigue sin sancionarse y sin hacerle controles de alcoholemia a los que van a caballo por las carreteras y autopistas causando accidentes, o a los ciclistas que invaden aceras y calles en dirección prohibida, o a los transportes blindados, que aparcan donde les da la real gana, a la vista de la autoridad incompetente, revestida de uniforme, que sólo regula el tráfico a la entrada de los colegios de pago, y retira los coches -que sin entorpecer el tráfico- aparcan por necesidad perentoria en un carga y descarga. De las decenas de autobuses urbanos que componen la flota, sólo dos, se meten en la parada a recoger los viajeros, el resto ocupa toda la calle para que tu que vas tras él, rechines los dientes y te aguantes porque él es más grande, y ojo, saldrá sin mirar y sin intermitente, porque tiene preferencia, dice el chófer. Seguramente la tendrá, pero lo que no tiene es civismo, ni educación, ni solidaridad para con los demás usuarios de la vía. Es como ese penitente de hábito oscuro en la madrugada, que con su cirio y paso cadencioso, no hace sospechar a los que ven la procesión, que bajo el capillo, lleva una radio de diminutos auriculares, escuchando su programa deportivo, o musical, mientras su fachada externa, incita a la oración y el recogimiento. Pero es ésta una ciudad de tantas contradicciones, que sólo se entiende, si sabemos que es la última en renta per cápita, la primera en paro, y la segunda de España en depósitos en metálico en los bancos. Es la ciudad en la que un socio del colectivo de parapléjicos, puede vivir en un décimo sin ascensor, y a todo el mundo le parece normal. Esta es la tierra donde una violinista profesional, pide indemnización por los daños causados durante un ensayo, que tuvo que soportar la voz de la soprano en retaguardia, interpretando la gran aria “verdiana”... Behetoven no era sordo, es que se lo hacía por conveniencia. En Granada todo es posible señores, ¿Hay quién de más?, no se corten, hagan sus apuestas, sólo nos falta como en Cuenca, una funeraria que se llame: La Alegre Agonía. Y quemar en plaza pública, una estatua de Miguel Estrogoff, porque desde que existe el móvil, ese mito ya no tiene sentido.