jueves, 10 de mayo de 2007

KALE BORROKA PEPERIANA

KALE BORROKA PEPERIANA



Seguramente debe ser violencia callejera, el afirmar que en una manifestación hay millones de personas, cuando dividiendo los metros cuadrados ocupados por la misma – gracias al GPS – por los habitantes que pueden estar codo con codo, el resultado es de sólo unos centenares de miles de criaturas, muchas de ellas manipuladas sin ningún pudor, por esta derecha predemocrática, aunque actual, que no duda en aprovecharse de unas víctimas utilizándolas como arma arrojadiza contra un gobierno legalmente instituido salido de las urnas, pero tampoco hay que sorprenderse, porque este era el panorama de un comandante destinado en Melilla, que en su momento no dudó en subirse al “Dragón Rapide”, y pasándose por el forro la legalidad, nos embarcó durante tres años en las trincheras contra nuestros hermanos, y durante cuarenta en una depuración étnica, política y moral, de la que todavía no nos hemos repuesto, y de la que al parecer, surgió un germen de correajes y botas acharoladas, que ahora en el tercer milenio se nos presenta con collares y pieles en ellas, y gomina y coches de gran cilindrada en ellos, aunque ocupen escaños en las cámaras que representan al pueblo, pero no ha su pueblo, sino a todo el pueblo.

Y el gamberrismo político de estas gentes es tan descarado y falaz, que incluso en el Senado, suelo de libertad y respeto, donde sólo la palabra inteligente debe ser el arma utilizada, ellos y ellas impiden con el pateo, los silbidos y el abucheo, que un presidente de gobierno elegido por la mayoría, máximo representante de este país, pueda explicarles y explicarnos, por qué adopta una medida legal con De Juana, aunque tan impopular y de alto coste político, una valentía que ellos no han tenido jamás cuando han gobernado lo que ellos llaman nación, aunque en prebendas para los terroristas, sus medidas han ido mucho más lejos, que la adoptada en torno a este asesino, descerebrado, cuya lengua Alá confunda. Imploro a los dioses que talibanes de la cristiandad como Acebes, rindan cuentas a la historia y a la sociedad, por su maldad infinita y mentiras prolongadas, con tal de perpetuarse en cargos democráticos, pese a blasonar su escudo con talante dictatorial de la peor especie. Confío en que el Altísimo, reconduzca la oratoria de Rajoy hacia la sensatez y la causa común, de quién se cree una alternativa de gobierno, pero erróneamente utiliza la mentira y el insulto para descalificar a quien no podría ni desatar la sandalia democrática. Juro ante dios y ante los hombres, que me parece un acto más de kale borroka, el convocar una manifestación en apoyo a las víctimas del terrorismo, y a su término, en el discurso dirigido a las huestes, no pronunciar ni una sola palabra sobre los afligidos, y dedicar toda su intervención a descalificar e insultar al presidente del gobierno de todos los españoles, incluido el mismo, aunque esto le produzca una urticaria extremo-conservadora, o un herpes derechoide, de consecuencias iracundas en formación de escuadra vista al frente. Es kale borroka, proclamo, la foto de la dentada hija de un expresidente espppppañol, junto al menguado de su esposo y banderas anticonstitucionales, en la puerta de la embajada española en Londres, donde la infeliz pareja reside, ¿quién sabe sí con dinero de todos, incluso mío?. Esta imagen patética es tan sólo comparable, a la de un amigo de Bush llegando a la cabecera de la manifestación, acompañado por una concejal del ayuntamiento de Madrid, uno que no se resiste a quedar en segundo término, y que está achicharrando al ingenuo de Mariano en este desgaste al gobierno legalmente instituido, para cuando la fruta esté madura, darle un empujón por la derecha, quitarlo de en medio y autoproclamarse de nuevo, candidato para salvar a la madre patria. Esa que ellos y ellas mancillan cada día, con la utilización partidista de la bandera y el himno, que es de todos, pero que algunos ya nos avergonzamos, cuando bandera e himno se identifican con esta gente de dudosa catadura democrática, y en el fragor de la batalla, cuando arremeten contra los demócratas, lo primero que hacen es enarbolar la bandera de todos y hacer sonar el himno.

Yo por lo menos, cada vez que los pepeses dicen patria, pienso en el pueblo y me echo a temblar. Recuerdo el sonido de los camiones Ebro, color caqui, con las escuadras de la muerte y los camisas negras, haciendo redadas de madrugada por el Albayzín, para darle a gente de bien, el paseíllo hasta las tapias del cementerio. Escucho la sirena desde la torre de la Vela que toca a bombardeo, y veo a mi abuela Juana correr con mi madre en brazos y mi tío de la mano, por las calles del barrio hasta llegar al refugio de plaza nueva. Veo a pepiniki discutiendo con Ruiz Alonso, para que no vaya a su casa a detener a García Lorca. A Luís Rosales apretar los puños ante el comandante Valdés, mientras éste toma bicarbonato y padece los primeros síntomas de la Blenorragia que se lo llevará a la tumba. A Manolito Montesinos bajar las escaleras del ayuntamiento por última vez, antes de que lo fusilen frente al parque de invierno. Puestos a asustar al personal, yo puedo incluso ser más cruel que Rajoy, pero estaría mintiendo, estaría fabulando en mi beneficio, estaría engañando a las almas cándidas que necesitan un Mesías para andar por el mundo, y eso es una infamia, la misma por la que la historia, más pronto que tarde, le pedirá cuentas a estos asustaviejas peperianos, convertidos en el hazmerreír de la democracia, e inoculadores del odio y la división de España. Espero vivir para ver como la sociedad los desenmascara.