lunes, 28 de octubre de 2013

FASCISTAS Y MISÓGINOS

FASCISTAS Y MISÓGINOS Tito Ortiz.- Éstos chicos repeinados y engominados del pepé, tienen de demócratas, lo que yo de líder de la UGT en Granada, y claro, al final como la cabra tira al monte, por mucho que la mona se vista de seda... mona se queda. Dice el monopausado del portavoz peperiano en Andalucía, que los alcaldes de su partido tienen derecho a manifestarse detrás de una pancarta. Y yo le doy la razón. Pero a continuación se la quito, porque esa versión no se corresponde con los hechos, ni se ajusta a la verdad. Los cabestros que el pasado Sábado, abordaron a la presidenta de Andalucía, obstaculizando el paso de su vehículo oficial y golpeándolo, mientras vociferaban al más puro estilo de la kaleborroka, con anterioridad a esos hechos, con premeditación, alevosía, correajes relucientes y botas acharoladas, habían conseguido averiguar el hotel donde se hospedaba la presidenta de todos los andaluces. No contentos con eso, entraron a recepción para preguntar por el número de la habitación que ocupaba, y al no obtener respuesta, se apostaron en la salida de vehículos, para llevar a cabo el acto más vergonzante de la democracia española en Andalucía. El espectáculo bochornoso que éstos militantes de elite del pepé han ofrecido al mundo, descubre la auténtica cara y el talante político de éste partido, que en su día engulló a toda la extrema derecha nostálgica, y bajo su manto, les ofrece una fina capa de barniz democrático, pero cuando se araña sólo un poquito, esa cascarilla deja ver a las claras, la auténtica catadura moral de ésta gentuza, que aprovechándose de la democracia para alcanzar bienes y prebendas, a poco que se les deja de la mano, muestran su auténtica faz, la misma que llevaban aquellos que en Agosto de 1936, fueron a sacar por la fuerza, de casa de Los Rosales, a Federico García Lorca. Éstos alcaldes del pepé, han actuado como las escuadras negras, y en un rasgo de valentía que los retrata, han llevado a cabo la acción más repudiable con la primera mujer presidenta de la Junta. ¿Es casualidad que no la hayan hecho antes, cuando el presidente era hombre?. Los fachas uno a uno no son capaces de nada, pero en horda vociferante, y con la ayuda de algún estímulo, forman las escuadras de tres en fondo, y se van a por el objetivo, que si es mujer y sólo con una escolta mínima, se convierte en una presa apetecible para sus insanas intenciones. Alguno de éstos alcaldes desalmados del partido peperiano, estoy seguro que rozaron el orgasmo, al llevar a cabo tamaña felonía, y sus descerebramiento es tal, que hasta presumieron del susto que le habían dado nada menos que a su presidenta, mientras chatearon en el bar, donde recalaron después de su aberrante hazaña, pavoneándose del éxito televisivo de tan innoble acción. Conociendo la doctrina interna de éste partido ademocrático, - en Andalucía muy especialmente, - donde desde hace tiempo campa a sus anchas como pollo sin cabeza, no es de extrañar que la próxima acción de éste comando incontrolado de alcaldes peperianos, pueda acometer empresas mucho peores, que hagan buena, la tristemente sucedida el fin de semana en la ciudad de Málaga. Me temo que esto no ha hecho más que empezar, porque el seno del partido popular en Andalucía, lejos de repudiar ésta acción y llamar a la educación a sus alcaldes, ha optado a través de su portavoz, por aquello de... ¡Mantenella y no enmedalla!. Y de ésta forma, se acaba de dar patente de corzo, a todo aquel que considere moneda de uso corriente, acosar a la presidenta andaluza a la salida de los hoteles, obstaculizando su coche oficial, y golpeando los cristales, entre gritos, amenazas o grandes risotadas, cuando por fin el coche logró avanzar unos metros y dejarlos atrás, a los borregos peperianos, digo, que haciendo caso a su ideólogo de cabecera – tan descerebrado como ellos o más - han mostrado su verdadera cara a todo un país. Ésta es la escuela de alto standing a la que han ido, para hacerse políticos demócratas y dialogantes, los alcaldes peperianos andaluces. Éste es el ejemplo que le han dado a todos los vecinos que los han votado, como manera de resolver los conflictos entre administraciones públicas. Éste es el comportamiento que deben adoptar sus vecinos, cuando tengan algo que resolver con sus alcaldes. Éste es el “tufillo de libertad y democracia” que van dejando a sus paso estos alcaldes peperianos y andaluces, para vergüenza de ésta comunidad a la que pertenezco, de una bandera blanca y verde que nunca han aceptado, y de un himno que tildan de rojo, porque su ignorancia les impide saber que se trata de una oración a dios adaptada. Ésta es la derechona analfabeta del pepé andaluz que pretende ser alternativa de gobierno, y ésta la mejor forma de conseguir los votos de todos los andaluces. Mariano, hace falta que bajes por Andalucía y ordenes “prietas las filas”, porque esto se te está yendo de las manos, y a saber, si es que ya es irrecuperable. Desde luego, si quieres revivir al muerto, ni se te ocurra mandar a Arenas, eso es un cadáver político, que tu sabrás que vas ha hacer con el.

domingo, 20 de octubre de 2013

ASÍ ES MÍ GRANADA

ASÍ ES MÍ GRANADA Tito Ortiz.- Al pie de Sierra Nevada, al pie del viejo Albayzín, se halla sentada Granada la de belleza sin fin. La que todavía conserva la costumbre de ir al campo a coger collejas, para hacer una de las tortillas más exquisitas de la gastronomía mundial, y más desconocida, saliendo de nuestras provincianas fronteras. La tortilla de collejas granaina, digna de la carta más exigente, como la de “elBulli”, es sólo un plato al alcance de paladares finos, que a su exigencia culinaria, añaden, una sabiduría del campo y nuestro entorno, digna de la mejor enciclopedia antropológica. Es ésta una comida de mentes, que en teoría podrían estar abiertas a todo tipo de dioses, pero que para mayor contradicción, se aferran religiosamente al monoteísmo, pese a no comprender, por qué dios es uno y trino. O a compatibilizar sin sobresalto, que en considerándose cristianos, la devoción por la virgen patrona de la ciudad, traspasa cualquier intento de ateísmo, pues bien es sabido, que mi compadre, no quiere saber nada de dios, pero se confiesa un fervoroso admirador de la virgen de las Angustias, la que habita en La Carrera, aquella que se abarrotó mientras se casaba Gelu, la que consuela a los granadinos aliviándoles las penas. Esas que en mi niñez se expresaban con un brazalete negro en la manga, cuando un familiar querido había muerto, o más modernamente, con un botón forrado en negro, sujeto al ojal de la solapa, mientras las mujeres vestidas de catafalco y azabache, prohibían en casa la audición de la radio, o la visión del televisor, al que se le colocaba la funda gris de franela, durante un año o dos, según la pena acordada por los dolientes. Granada, Granada mía, la de hermosura repleta, luna y sol de Andalucía. Granada, Granada mía, al llegar el mes de abril, flores hay en tus vergeles, olorosos los claveles de la vega del Motril. Como aquellos que arrojaban las muchachas desde las carrozas, que componían la batalla de flores que ésta ciudad perdió como anuncio de la primavera, como dejó perder los versos al aire de sus poetas, que anunciaban con amor en los juegos florales, la inminente irrupción de la primavera, en ésta ciudad alhambreña que olía a, azucarillo en la placeta de los Aljibes, a barquillos de canela en el Zacatín, o a barretas en Bibrrambla. Galán de noche sobre las tapias blancas, en Cármenes de verde agua y el Sacromonte cañí, con sus cantares y zambras, son la ilusión y el vivir, ante un brasero de cisco y picón, en el que envueltos en papel de estraza, se están asando los boniatos a fuego lento, mientras la abuela en la cocina, prepara un dulce de calabaza, con la que ha sobrado de echarle a las lentejas. La calabaza, esas cucurbitáceas que ya se cultivaban en la Sudamérica prehispánica, y que ahora han desaparecido de la cocina, donde incluso se ha olvidado aquella receta de calabaza con ajos y pimentón, plato sólo al alcance de sibaritas y similares sin graduación. Ahora las calabazas, solo aparecen en los medios cuando un agricultor vocacional, la deja crecer en su huerto, hasta que alcanza dimensiones y peso de récord guinness. En mis tiempos, como ocurría con el perejil, ninguna ama de casa salía del mercado, sin llevar en su cesto de esparto, una buena tajada de calabaza. Yo desde aquí, reivindico los alimentos humildes de mi infancia, que tanto bien nos harían en ésta época de crisis y peones subsidiados. Las meriendas de pan y chocolate, los postres de carne de membrillo, las cenas de pan con aceite o azúcar, o las comidas invernales con perdices, esas perdices que nada tienen que ver con un pájaro que vuela. Me refiero a esas perdices que la señora de gran volumen y mandilón gris a rayas, pregonaba sin descanso en los Almireceros, en un triángulo “bermudo” que formaban las Bodegas Castañeda, La Alegría y Espadafor de la placeta de la Sillería. Unas enormes patatas asadas, que al abrirlas dejaban exhalar un vaho, que recibía de inmediato una fina lluvia de sal y pimienta, bocado extraordinario en día de fiesta, como aquel famoso requeté del “Cisco y Tierra”, a la otra esquina de la Casa de Socorro. Bocadillos del Aliatar, Espumosos de La Carrera, ensaladilla rusa del Jandilla, junto al Corral del Carbón, sopa sevillana de Juan Luís Álvarez, Gazpacho del Mesón en la placeta de Gamboa, y yo, con las katiuskas pisando charcos, a la espera del coscorrón de mi madre. Ay mi Granada, Granada mora y sultana, la que admira el mundo entero, ¡Ay, mi granada gitana, eres tú lo que más quiero!. Te quiero más que un abrigo Duralan comprado en Moisés, más que una chaqueta en Lirola, que unos zapatos en Segarra, que un traje de comunión en Almacenes Los Muñecos, que una camisa en El Sol, que un traje en Castilla, que unos calcetines en El Aguila, o unos botones en La Chilena. Que un libro en Almendros o, un bolígrafo en Costales. Te quiero más que un Kelvinator en Molinero Radio, o una Isocarro en Baquero Motor, más que la Velosolex de mi padre, o los pantalones de La Santa Cruz, más que la Hoja del Lunes, que las almencinas y las majoletas con canuto de caña, para castigar nucas despejadas. Te quiero más... que al cartucho dominguero de almendras garrapiñadas. He dicho.