jueves, 19 de abril de 2012

ESTANCO Nº 17. SETENTA AÑOS ECHANDO HUMO

Estanco nº 17, setenta años echando humo

Tito Ortiz.-

Emplazado en lugar de privilegio, entre las vías del tranvía y las posadas, dando frente a la bulliciosa plaza de La Trinidad, número cuatro, donde cosarios y forasteros corren a sus recados, y en tiempos navideños lo hacen entre las piaras de pavos, o las montañas de carrañacas y zambombas, se encuentra desde la posguerra, el estanco número 17, que le fuera concedido a Doña Araceli Antequera Martín, por ser viuda de guerra, tal y como ocurría en aquellos tiempos, tanto con la concesión de estancos, como con la de administraciones de loterías. Me atiende su hija, que heredó también el nombre de su madre, y que comenzó a ayudarle en el estanco cuando apenas tenía catorce años. Me habla de su hermano, Francisco Rivas Antequera, médico en Barcelona, y de aquel delineante químico de la familia, que trabajó en la casa uralita, metió el agua potable en las casas de Granada, y como premio a su saber y servicio a los demás, fue fusilado en la guerra por los de siempre.
Me cuenta Araceli, que su madre empezó vendiendo cuatro paquetes de tabaco, y que el local era mercería, perfumería, quincalla, lencería, o sea, de todo un poco, porque los tiempos no eran nada fáciles. Lo que estaba de moda era la cartilla de racionamiento, sin la que no se podía adquirir tabaco, y en las cantidades acordadas por el gobierno. Los certificados y timbres formaban parte del volumen de negocio, pues no hay que olvidar, que las multas, por ejemplo, se pagaban con papel del estado, que había que comprar en los estancos, también las pólizas para las instancias, los certificados médicos, de penales, defunción, los sellos, vamos que entonces en los estancos, competían el tabaco y las cerillas, con todo tipo de impresos oficiales, que sólo se podían adquirir en éstos establecimientos.
Francisco, es el marido de Araceli, que le echa una mano tras el mostrador, desde los tiempos en que eran novios, pues él vendía junto a la expendeduría, jamones y vino de la Alpujarra, y aquella niña que no le pasó desapercibida, es desde hace muchos años su mujer, con la que comparte recuerdos y marcas del tabaco de entonces, algunos de cuyos paquetes, conservan como piezas de museo.

Celtas, Peninsulares, Tres Carabelas, Rumbo, o el famoso Caldo de Gallina. (Ideales), que venían gordos y envueltos en papel amarillo, y mí padre los deshacía, los liaba en papel Bambú, y de cada uno, sacaba dos, multiplicando así, el número de cigarrillos. Mí tío Ñoño fumaba Bisontes sin emboquillar, porque eso de la boquilla en los cigarros se conoció mucho después. Eran tiempos de llevar en la petaca una buena Picadura Selecta, o la humilde Chasca, si la vida no daba para más. El llamado, Prado Fino Superior, era un paquete muy deseado por el personal, y en cuanto a los puros, lo único que se conocía eran las Farias, que se vendían mucho para los pueblos. Ahora con esto de la crisis, me dicen mis interlocutores, que ha vuelto el tabaco de liar, poniendo de moda de nuevo los libritos de papel. Pero que empezaron siendo más baratos que las cajetillas, y conforme avanzan los meses, los están poniendo tan caros que casi están equiparados ya. También han cambiado mucho los tiempos para los fumadores en pipa. En los sesenta y setenta no había más que dos marcas, Apolo y Cibeles, ahora hay un surtido extenso, dividido en aromas y sabores de todas clases.
Por éste estanco, ha pasado la historia viva del periodismo, que ellos personifican en compañeros como Nono Hidalgo, José Luís Piñero, Rafael Gómez, “El Nene”, y tantos otros cuya lista haría inacabable la reseña. Araceli dice que las mujeres han fumado siempre, pero que ahora fuman más que los hombres. Hace años se inclinaban por el Piper mentolado o el famoso 1-X-2, pero ahora tiran lo mismo de rubio que de negro, y hay muchas que se lo llevan en hebra para liarlo, tanto a mano, como con las modernas maquinitas, que los sacan perfectos. En cuanto a los puros, hoy ya se venden puros caros, no todos los días, pero se expenden con frecuencia, por mucha prohibición de fumar que exista. En éste estanco se vendieron muchos encendedores de yesca, pero ahora se pueden encontrar muy modernos, incluso de esos de llama ultrasónica, las cerillas cada vez se ven menos. Fósforos de Fosforera Española, en cuyas cajillas los niños de mi quinta, comenzamos a jugar, coleccionar, aprender historia, y a fumar a escondidas, porque no sé por qué razón, cuando nos iniciábamos en éste vicio tan malo, lo primero que hacíamos era hacernos con una caja de cerillas, para así no tener que pedir fuego y no ser delatados. Como diría, Juncal.... “Joío fumeque”, a él le pasaba igual que a mí, llevaba cuarenta años intentando dejar de fumar.

lunes, 16 de abril de 2012

¿ SE SABE ALGO DEL ELEFANTE ?

¿ SE SABE ALGO DEL ELEFANTE ¿

Tito Ortiz.-

Los privilegios de la monarquía ya no están de moda. El derecho de pernada ya no está bien visto. La servidumbre de una sociedad a un monarca, por el sólo hecho de haber nacido en cuna de oro, con sangre azul, es de otra época. Tras la muerte de Franco, una parte del facherío, aguantó a regañadientes, y otra de la extrema izquierda, aplicaron sordina a sus apetencias de sistema republicano, porque el rey había resuelto con cierta gallardía la noche del 23 F. Pero después de los últimos años la cosa viene a darles la razón, a quienes dicen que la corona estaría bien en un museo, tal y como se estudian en bachillerato los reyes godos, por ejemplo. El tema Marichalar nunca nos lo han contado tal y como es, o mejor dicho, como fue. El de Urdangarín tampoco, pero los medios nos hemos encargado de hacerle el trabajo a la justicia y ponerles a jueces y fiscales sobre la mesa, la sinvergonzonería más grande emparentada con la nobleza, de la que tengamos conocimiento en época contemporánea. De Bárbara Rey no hablaré, porque es actriz en activo, y de la rubia que acompañaba al monarca aquella noche en el ascensor del Meliá Sierra Nevada, tampoco, porque sólo son producto de mi locura y desatino.

Cuando los desahucios de criaturas humanas se producen a diario, dejando a mujeres y niños en la calle, sin más abrigo que unos soportales y unos cartones, y el censo de parados aumenta vertiginosamente todos los días, a cifras nunca conocidas, que baten récords en el mundo, cuando los funcionarios tienen congelado el sueldo, las pensiones son de risa, el corralito ya funciona en la banca, y el copago se cierne sobre nosotros, como la única salida a la sanidad y la justicia, tan sólo en principio, que después vendrán más, que un jefe de estado se dedique a cazar elefantes con mi dinero, eso es algo que ya me toca la moral, por no decir la entrepierna.

Nunca fui monárquico, sí Juan Carlista, pero ya no. Estoy hasta los coj... de que suba la gasolina, de ganar menos que hace diez años, de tener que jubilarme dos años después de lo previsto, de que haya dos fascistas misóginos, camuflados como demócratas de izquierdas, dentro del PSOE granadino, con cargos orgánicos e institucionales. De depender de una nómina y no poder defraudar a hacienda, para que me apliquen sólo el diez por ciento de multa como supermillonario acreditado De no poder unirme al movimiento 15M, porque no soporto a los que no se duchan, que la progresía y la libertad, no están reñidas con el agua. Que se parecen al comando fétido de la pública andaluza, a pesar de laborar en una laguna. Un poquito de agua y jabón, para que las ideas huelan a limpio, diablos. Es absolutamente falso que cuanto menos se duchen, más serán de izquierdas. Y además, resulta muy de agradecer por el prójimo circundante, que además de lavarse, se haga lo mismo con la ropa. No basta con ducharse, si después te pones los gayumbos y la camisa de hace un mes que ya se quedan de pie. No estamos haciendo nada. Se nos va el vino en catas.

El abuelo lo hacía con más vista. Cazaba si, pero en la finca del duque de San Pedro de Galatino en Láchar, donde por cierto suele hacer niebla y así todos los gatos son pardos. Y no cazaba elefantes, que es algo grosero y dieciochesco. Lo de Alfonso XIII era caza menor, en concreto, conejo de la más alta calidad, conejo plebeyo, pero conejo de armas tomar en boca de todos los que vieron y, algunos afortunados, -en ausencia real-, hasta lo compartieron. De ahí que viniera a Granada con tanta frecuencia, a comprobar como iban las obras del hotel Alhambra Palace, las de la carretera de La Sierra, y su blanco tranvía. Lo de cazar elefantes en África, está más trasnochado que “La Venganza de don Mendo”, aunque hay que reconocer que Muñoz Seca, retrató a la monarquía española con una coña hiperrealista, de muy padre y señor mío, claro, así le costó la vida al pobre. El corporativismo de los cazadores, ya se sabe. Franco también cazaba, es que cuando la gente llega a un palacio, por muy normalita que sea su extracción social, se vuelve muy cazadora, algunos como éste bajito del Ferrol, hasta podían llegar a cazar hombres. Carlos III, aparte de escribir las mejores ordenanzas del ejército de todos los tiempos, cazaba con bien tino, y se hizo retratar en actitud idónea, de hecho, a poco avispado que estés en El Prado, te lo encuentras en su posición descanso, cuán fusilero en hora de bocadillo, o para ser más exactos, atento al toque de fagina. La caza y la realeza española han ido siempre de la mano, incluso del pie, y si no, que se lo pregunten a Froilán, que ya apunta maneras, muy malas, pero las apunta, menos mal que – de momento - es contra si mismo.

Anoche fui a sacar dinero a un cajero, y me encontré a un sin techo, durmiendo bajo los cartones de embalaje de un frigorífico no frost, o sea, de categoría. El cartón no era un cartón cualquiera. Le puse la mano en el hombro y le dije: ¡ Amigo, el rey ya anda!, con muletas, pero anda, la operación ha sido un éxito. El hombre, apartó sigilosamente el tetra brik de don Simón con el que se tapaba la cara, y mirándome de reojo, sin levantar apenas la cabeza me dijo: ¿ Se sabe algo del elefante ¿