domingo, 21 de julio de 2013

HACE UN RATO

HACE UN RATO Tito Ortiz.- Hace un rato, que mi madre me ha mandado a la droguería a por “pubilla” para lavar la ropa, pero el droguero me ha puesto en duda, porque dice que han salido unos productos nuevos, que uno se llama “OMO”, que lava más blanco, y otro, “ESE”, que lo hace limpio limpísimo. No sé que hacer, porque si no aparezco en casa con la bolsa anónima de la pubilla, se me va a caer el pelo. Lo mismo que si me confundo, y en lugar de llevar un estropajo de esparto, me decido por un redondelillo, que aunque también de esparto, lleva un centro trenzado a modo de contrafuerte, que nada tiene que ver con el asunto. Hace un rato que también me ha encargado un sobre de tintes “Iberia”, porque quiere cambiar de color un abrigo, y un poquito de “Flis-Flis” contra los mosquitos. Éste líquido que vertemos en el aparato de lata que lo espolvorea por la habitación, y que en la droguería conseguimos a granel, no sabemos en casa si mata a los mosquitos, pero de lo que estamos seguros, es que cuando bombeamos la nubecilla tóxica, estamos a la vez, comprando gran número de papeletas para morir, mucho antes que los molestos del zumbido y la picadura. Pero es que, con los líquidos peligrosos no se tiene nada de cuidado. Hace un rato, que mi padre me ha mandado para comprar un cuarto de litro de “aguarrás”, para seguir con la pintura al óleo, y cuarto y mitad de barniz “tapaporos”, para darle una muñequilla a la cómoda del salón que ya le hace falta. Hace un rato que le pedí al dependiente, medio kilo de polvo de piedra “Pómez”, para hacer con ella un atillo, como el que hace mi madre con el “Añil” para blanquear la ropa, pero éste, para darle más pulido a la madera, al pasarle la goma laca. Hace un rato que se me ha olvidado obedecer a mis progenitores, y acercarme a la droguería para comprarle a mi tío Ñoño, unas hojas de “Cola de Pescado” para seguir con el dorado de la cornucopia. También tres cuartos de litro de petróleo para la moderna hornilla, que ha hecho que desechemos la vieja de carbón, y dos kilos de “sosa cáustica”, para quitarle la pintura al repostero, y volviéndolo al color original de su madera, poder barnizarlo como dios manda. Hace un rato que espero me den un cartucho de “almagra”, para que mí abuela pinte el zócalo de las paredes del salón. También he pedido un bote de “Netol”, el mejor limpia metales de la historia, porque hay que hacer zafarrancho en el comedor. De camino, hace un rato que he ido a la “aparadora”, para que le cosa unos zapatos a mi padre, y ella también le cogerá unas carreras, que le han salido a las medias de cristal con costura, de mi madre, en una tarea de “zurcidora”, de auténtica obra de arte. También espero que me den un botecito de “brillolín” para quitarle los arañazos a los muebles, un cuarto de kilo de jabón en escamas, para que sea más fácil su disolución con la ropa delicada, puesto que todavía no se ha inventado “Norit”, el borreguito. Hace un rato que le estoy quitando chinos y cocos a las lentejas, castigo éste muy acreditado en mi casa, cuando alguno se pasa de listo. Lo mismo que pelar habas en temporada, desvainar guisantes, o desraspar el bacalao para los buñuelos, llamados “boladillos” en Graná, y que en tan ingrata tarea, debes aceptar los cargos y condenas que te correspondieren, si una vez guisado el dichoso pescado, alguno de los comensales, sintiera en boca o garganta el menor pinchazo, porque entonces sería mejor que te pasara por encima en diversas ocasiones, tanto el corto de Loja, como el tranvía de la sierra, con veintitrés o veinticuatro jardineras adosadas. Si eso se produjera, es muy aconsejable que la tierra se abra y te trague eternamente. Hace un rato, que he pedido cien gramos de malta, y todavía me la están moliendo. El cuarto de kilo de azúcar en terrón, es mucho más barato que molida, por eso es el que llevo a casa, envuelta en un papel de estraza, mientras en la mano siniestra sostengo la huevera de alambre, con media docena de los gordos, puestos por gallinas de campo. “Güenas poneoras”, dice mi abuela, mientras saca de la faltriquera una moneda de diez céntimos de peseta, para que mi padre le eche gasolina al encendedor de martillo, en el dispensador que hay entrando a Castañeda, en la primera columna a la izquierda. Hace un rato que han tocado a “sabatina” en los hospitalicos, y ayer les recordaron los niños que hacen éste año la primera comunión, que deben confesarse el día antes, y permanecer en ayunas durante 24 horas, antes de tomar la sagrada forma. Ni agua pueden probar hasta que no hayan comulgado. Que difícil pone la iglesia instituida, el tomar el cuerpo de Cristo a unas criaturas de sólo ocho años. Con razón luego se producen los mareos y lipotimias. Hace un rato que he comprado en la mercería unas ligas para los calcetines largos, unos corchetes nuevos para el sujetador de mi tía, y medio metro de cinta de seda rosa, para la trenza de mi hermana. Hace un rato que ha pasado el que atiranta las colchonetas, con su sonoro pregón, el hojalatero, que estaña las sartenes, el macetero con su buen mantillo, el vendedor de cal para blanquear, que porta en grandes serones de su borrico, llamado ¡Volunnnntaaaario!, Y las damas de la parroquia, que han dejado en mi casa, el armarito con hucha, que en su interior porta a la virgen del Carmen. Hace un rato que me he despertado, y todavía sigo soñando con recuerdos de mi infancia, y eso que ya he cumplido los treinta... ¿ o serán sesenta?. Bueno, que más da, si parece que hace... sólo un rato. ¿Acaso seguiré vivo ?.

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