jueves, 11 de abril de 2013

POR EL ANALFABETISMO HACIA DIOS

POR EL ANALFABETISMO, HASTA DIOS Tito Ortiz.- El Ayuntamiento de Algarinejo (Granada) aprobó durante el último pleno municipal, el pasado 21 de marzo, con los seis concejales del equipo de gobierno del PP, el cambio de nombre de la calle Mahatma Gandhi a petición de un grupo de vecinos de la urbanización en la que se encontraba por ser "difícil de escribir". Así lo han señalado a Europa Press fuentes municipales, que han explicado que esa calle, que ahora ha pasado a denominarse 'Avenida de la Juventud' formaba parte de una urbanización que recordaba a personajes significados en la batalla por la paz, como Martin Luther King, Vicente Ferrer o Rigoberta Menchú. Los nombres fueron aprobados por unanimidad por el anterior equipo de gobierno del PSOE, grupo municipal que ha votado ahora en contra --con sus cinco ediles-- al entender que el argumento de que el nombre es "difícil de escribir" no es "justificable". Esta es la noticia de agencia, pero - como es fácil pensar – el hecho esconde un acto fascista más de la derecha analfabeta y retrógrada del Partido Popular. Se necesita ser destripaterrones, y comendadores del correaje impoluto y las botas acharoladas, para quitarle una calle, a quién no hizo más que como Jesucristo, dar la vida por los demás, pero es que además, ni siquiera esgrimió un látigo para echarlos del templo, sino, que siempre enarbolando la no violencia, dio ejemplo de vida solidaria y hermana a favor de los desposeídos. El pueblo de Alagarinejo, pasará a la historia por la necedad de unos seres, que lejos de enseñar a leer, escribir y pronunciar correctamente a sus habitantes, prefieren mantenerse en el ostracismo educativo y cultural de la noche de los tiempos. Para la pandilla de cabestros que aprobó en pleno tal disparate, las enseñanzas del viejo Catón franquista. Marco Porcio Catón, llamado “ El viejo” fue nombrado censor ciento ochenta y cuatro años antes de Cristo, pero ciñéndonos a lo que nos compete, fue Buenaventura Corominas, quién en 1819, editó por primera vez El Catón para que los españolitos de la época aprendieran a leer y escribir cristianamente: "La niña buena, aprende Catón, y escribe los palotes sin ningún borrón. La niña buena aprende a sumar, y sigue los consejos de papá y mamá." Así cantaban las niñas del Albayzín a la rueda rueda, en las tardes de merienda de pan y chocolate. Y a esos tiempos nos llevan los líderes populares del Algarinejo, que en lugar de apoyar los estudios de su población para comprender los nombres extranjeros, optan por arrancarlos de la pared, y volver al surco del arado conocido, antes de ponerse al día de los tiempos de un tercer milenio, que a la vista de lo ocurrido, a los militantes del partido popular les está pasando por encima. Burro se puede ser, pero analfabeto, ya es de juzgado de guardia y si además, se empeñan en no poner al día a sus vecinos, es que está clara la máxima de que cuanto menos sepan los vecinos, mejor los engañamos, y los populares tienen mucha experiencia en esos menesteres. Yo desde aquí, me comprometo a viajar a Algarinejo, y ante la presencia de sus tres mil habitantes, echar las horas que hagan falta, hasta que el último de los censados, sepa de mi boca quién fue Gandhi, que hizo y por quién murió. Estoy seguro que si eso se le explicara bien a los cebolleros, nadie habría votado para quitar la placa del indio de una de sus calles. Mahatma, bien merece poner su nombre a una calle de un pueblo que un día fue luz en el Paleolítico, fuente de cultura durante la dominación romana, y que consiguió su esplendor con los árabes, gentes más cultas y preparadas, entonces, que los burros que ahora rigen sus destinos Ventura Rodríguez en plena ilustración edificó su inmortal Santa María, y hasta el propio caballero de la Reina católica, Gonzalo Fernández de Córdoba, dejaría allí una buena dinastía de marqueses, de indudable capacitación intelectual, cuya herencia educativa, está claro que no ha salpicado a los actuales regidores del pueblo. Con su acción descabellada y dislate, no sólo se han puesto ellos en ridículo internacional, sino que han puerto al noble pueblo de Algarinejo, en el mapa del analfabetismo más contundente, las actitudes más prefascistas, y los enroques más obtusos, con los que un noble pueblo se puede encontrar. Si queda un ápice de sensatez en los lugareños, deberían tomar buena nota de a quienes votan para representarles, porque para hacer el ridículo en el ámbito mundial, en todos tiempos hay lugar, pero no tenía porque tocarnos a nosotros, y ahora. Que vergüenza dios, que vergüenza.

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