viernes, 11 de junio de 2010

PREJUBILIADOS DE LUJO

PREJUBILADOS DE LUJO

Tito Ortiz.-

Sólo desde la incultura y la inconsciencia, se puede abordar el proyecto de descabezar al pesoe, anulando todo tipo de referencias, que por su diversidad y riqueza política, hacían de la formación en los ochenta, el partido político mejor amueblado de la historia española, donde las diversas sensibilidades debidamente escuchadas en los foros internos, suponía tener los pies en la tierra y saber perfectamente como respiraba la sociedad, sin tomar por enemigo o traidor, al que opinaba diferente o en contra, sino al contrario, considerar su punto de vista, por si de verdad podía aportar soluciones a los problemas.

Cuando los felipistas acabaron con los guerristas, los que habíamos vivido la dictadura, reconocimos aquello famoso de que, eran mucho más temibles los franquistas, que el propio Franco. Fue un craso error, permitir que la mitad de un partido pasara por encima del resto, como una apisonadora que lamina y descafeína la ideología socialista, para convertirla en un moderno sucedáneo, a medida de unos líderes que no lo eran, y que de esta dictatorial forma, dejaban en la cuneta del ostracismo, a toda una generación de gente válida, que habíamos hecho la clandestinidad y la transición, para ponerles en las manos un gobierno, que pronto se encargaron de defenestrar desde dentro, por su propia incompetencia, falta de preparación y experiencia.

Gentes preparadas, tituladas y válidas, en la flor de la madurez, cuando más podían hacer por su país y por su organización, fueron mandados a su casa a vivir el retiro de los justos, para presenciar desde la primera fila, como se iban estrellando, los niñatos que los habían prejubilado prematuramente, desposeyendo así al socialismo, de lo que en otros países se hubiera considerado como el Consejo de Ancianos, sin cuyo asesoramiento, no se hubiera dado un paso político jamás. Imberbes políticos de tres al cuarto comenzaron a darnos lecciones, y nosotros comenzamos a recular y hacernos invisibles, porque éramos sospechosos de traición, al haber discrepado del discurso único, y habernos atrevido ¡Oh cielos! A dar nuestra opinión, que no imposición. Fueron los tiempos en que mi compadre hizo famosa su frase... Yo ya no sé, si soy uno de los nuestros. Y no le faltaba razón, pues comprobábamos asombrados, que aquellos niños a los que habíamos dado cobijo y enseñado la militancia socialista, nos habían condenado al oscurantismo ideológico, acusándonos de viejos y caducos. Algo que ni los comunistas han tenido el valor de hacerle a Carrillo. ¿O sí?.

La travesía del desierto político, representada por los candidatos Josep Borrell, y Joaquín Almunia, entre otros, para regir los destinos del socialismo español en la década de los noventa, en la que se quiso dar imagen de democracia interna con los procesos de primarias, asustando –incluso- a los que habían puesto el invento en marcha, es una crisis cerrada en falso, como todos los congresos socialistas que antes de ser inaugurados, ya tienen pactadas de antemano, todas las conclusiones y las ejecutivas pertinentes, en una farsa teatral sin precedentes, que emponzoña y contamina la vida interna, dejando las heridas sin cerrar de por vida, y callando bocas a base de puestos en las listas, con el fin de silenciar los agravios. Desde que en éste partido impera... El que no está conmigo, está contra mí, la ideología, el discurso y sus formas se han empobrecido tanto, que treinta años después de la transición yo no lo reconozco. Se depuran las corrientes, se manda al crematorio al sector crítico, y todo parecido con un partido libre y democrático, es pura coincidencia, o como diría Anthony Blake, producto de nuestra imaginación. La llamada, “Nueva Vía” promulgada por el líder camaleónico que nunca se definió por familia alguna socialista, no ha sido más que una forma de hacer a su imagen y semejanza, de improvisación continua y adaptación a los sucesos, sin doctrina ni catecismo que seguir, y eso cuando el líder carece de personalidad, carisma y convicciones, es un barco a la deriva, que tiene los días contados para su naufragio. Después de Zapatero y sin que nadie haya preparado sustituto, el socialismo español quedará como un solar arrasado, desde el punto de vista de liderazgo, pero hay algo peor. Ya tenemos una generación y la segunda en puertas, que no tiene ni idea de que es, ser socialista, demócrata, progresista, paritario y libre pensador, porque han quemado los idearios donde se podía estudiar la doctrina de Pablo Iglesias, y a nosotros están a punto, porque siendo más socialistas que ellos, desde la cuna y desde los tuétanos, nos hemos atrevido a dar nuestra opinión, por si pudiéramos enriquecer el discurso, y ese ha sido nuestro suicidio.

Aquí yace Tito Ortiz, que iluso él, un día opinó distinto, a como mandaba pensar, el jefe del que hasta entonces creía su partido. Pueden pisar sus cenizas, a los sones de la internacional.

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