lunes, 17 de marzo de 2008

Ya nocreo en nada

YA NO CREO EN NADA
Tito Ortiz.-
Pertenezco a una generación, que veneraba con fe ciega a la iglesia y la justicia. Si mis predecesores levantaran la cabeza, y vieran al cura que en Galicia se ha registrado como pareja de hecho con su asistenta, o al arzobispo de Granada sentarse en el banquillo, morirían otra vez estupefactos. Claro que yo hace años que perdí toda convicción en la iglesia instituida, desde que conocí al padre Emiliano en Los Esculapios, o comprobé como Fray Leopoldo asciende a los cielos por carreteras secundarias, mientras Escrivá de Balaguer, lo hizo en cohete espacial. Los curas me han defraudado tanto, que mi ser ha experimentado tal regresión al día de hoy en materia religiosa, haciéndome sentir anclado en el Concilio Vaticano II, con Juan XXIII y sus extraordinarias enseñanzas, masacradas por los que han venido tras él. Creo en Dios Padre todo poderoso, en su Hijo, en el Espíritu Santo, en santa María Virgen, pero no en las sotanas y hábitos, y cada vez estoy mas convencido de que ya no creo en nada. ¿Cómo se puede creer?, leyendo que a toda una señora jueza la apartan de su carrera por irregularidades en su trabajo, y quedarse impávido al constatar que ella misma en estas páginas declara que no cree en la justicia. Este es un mundo al revés, donde nada ni nadie está en su sitio ni en su sano juicio. La pérdida de valores y educación es tan alarmante, que a otro juez se le investiga por supuestas actividades empresariales, que al pasar de los años tendrían como damnificados a los anticuarios Linares. El juez del caso Malaya, cuya actuación en mayoría calificamos de ejemplar, nada más venirse a Granada, ya está quedando en evidencia como instructor, al enmendarle la plana el compañero que le ha sustituido en la costa "del colt". Me cuenta un policía local apesadumbrado, como después de presenciar una infracción grave de tráfico, dio el alto al conductor, y este sin empacho, sino todo lo contrario, se identificó como juez de esta ciudad, y no desconocido precisamente. Por cierto que dice mi compadre, que el caso Nevada va quedar como el antiguo Hiper Granada, que ni chicha ni limoná, y advierto que mi compadre es de profesión...sabio. Estaba recobrando la fe en la justicia con el presidente del tribunal que ha juzgado a los asesinos del 11M, hombre togado que me parecía a mí muy ajustado a derecho y sin un pelo de tonto, pero me ha demostrado que también sucumbe a las candilejas, porque lo del libro de su señora esposa, que al parecer es compañera mía y yo no lo sabía, siendo muy benévolo, me parece de una torpeza y ansias de salir a la palestra, impropias de la cochura que yo le suponía al juez más importante de este siglo, y tal vez de muchos más. Otro que me ha hecho perder la fe con tanta intensidad como exclamaciones se necesitan para gritar a los cuatro vientos, que el máximo órgano de los jueces no se puede adaptar a los nuevos tiempos, por las presiones de los partidos políticos, en especial de los conservadores, que llevan una legislatura sin aceptar que perdieron las elecciones. Pero yo me pregunto, ¿si de verdad la justicia es tan independiente, por qué estos señores togados no presentan la dimisión en bloque, permitiendo la renovación de tan alta institución para la credibilidad de los españoles en la justicia?. ¿O será que al final mi compadre tiene razón, y los jueces no son tan independientes como ellos predican?. No ha mucho que un juez quiso borrar del mapa –mediático- al desaparecido Polanco, y ahora anda por ahí defendiendo a la yett set marbellí, intentando por todos los medios volver a la carrera judicial. Un tal Estevil, también estuvo desafortunado en su gestión, pero peor lo hizo aquel que dejó en libertad al mafioso italiano para que se fuera a su casa. Y por si esto fuera poco, una venerable anciana septuagenaria en Galicia, pone en jaque a los investigadores en células madre, gracias a que un fiscal – dice Calderón que de forma rutinaria – entra al trapo, y pone toda la infraestructura judicial al servicio de una idea suya personal e intransferible, como militante católica y política situada a la extrema derecha de dios padre, arremetiendo contra una Ley que ha pasado todos los trámites parlamentarios.
Desde hace demasiado tiempo, estamos entrando en una dinámica de imagen judicial, que como receptores de la administración de justicia, nos lleva a plantearnos nuestra fe, creencias y hasta conceptos deontológicos, que jamás hubiéramos querido ni siquiera sopesar. Sentencias como la de que una señora maltratada por violencia machista tiene que compartir la misma vivienda con el animal que la agrede, o que otra debe llevar a sus hijos para que vean a su progenitor, cuando este tiene una orden de alejamiento de su víctima, o que otra no fue violada porque no se resistió hasta la muerte, son perlas con las que desgraciadamente nos desayunamos con demasiada frecuencia, y que quede en libertad, aunque presentándose a diario en comisaría, la bestia parda que patea a una adolescente en un tren, que le pellizca los pechos y la insulta, y que tras ser identificado, se demuestra que se trata de un delincuente con antecedentes y no se comprueba que estuviera bebido, porque su señoría considera que no es una alarma social, me parece algo digno de otro mundo y otra sociedad. Una noche mi compadre, a la luz de la luna, con el ruido de la manguera de los regadores y sentado en un portal, mientras un perro callejero le lamía la nariz, me dijo sentencioso... La democracia en España, no estará definitivamente asentada, hasta que no metamos una docena de jueces/as en la cárcel. Dicho esto, reclinó la barbilla sobre su pecho y nos despertó hasta los tres días. Está claro que mi compadre estaba borracho como una cuba. Pero mira que si...tuviera razón. Es mejor no pensarlo. Son cosas de borrachos. Pero dicen que los borrachos y los..niños...hip, ... hip.

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