martes, 18 de marzo de 2008

LLAMA UN PERIODISTA

LLAMA UN PERIODISTA
Tito Ortiz.-
La última vez que vi la obra de teatro ""Llama un Inspector" de John Priestley, estaba a las puertas de la transición democrática, en el Centro Artístico, Literario y Científico de la Acera del Casino. La ponía en escena mi admirado Manuel de Pinedo, con su grupo de "Teatro Popular", y entre los actores, se contaban un trabajador del banco cercano, Granados, líder de comisiones en la clandestinidad, un militante del partido socialista popular de Tierno Galván, Jesús Quero, el andalucista Pablo, y el libre pensador Alfredo José María Curiel Aróstegui, entre otros y otras de reconocido prestigio provincial, a los que todavía, treinta años más tarde no se les ha hecho justicia en esta ciudad de los olvidos. Y es que al titular éste artículo, me he acordado de aquellas gentes de bien y sinceras, que esperaban una España mejor, utilizando el teatro como espoleador social, y la verdad es que lo consiguieron
Lo que ocurre es que a mí, no me llamó un inspector, me llamó un periodista, amigo para contarme una historia, que desgraciadamente nos retrotrae a la época en que el presidente del gobierno, almirante Carrero Blanco, llamaba al entonces director general de televisión española, Adolfo Suárez a eso de las doce de la mañana, y le dictaba todo lo que tenía que salir aquel día en el Telediario, y lo que no, también.
Me dice el compañero periodista, que desgraciadamente ha constatado en esta última campaña política, una enorme regresión de las libertades periodísticas, llegando incluso a verse comprometido el sacrosanto mandamiento de la independencia de los/as trabajadores/as de la información, gracias a la incalificable injerencia, cuando no al chantaje, de algunos políticos que no merecen representar al pueblo, y mucho menos, comer del.
Escucho con estupor al compañero, relatarme como la noche del pasado 22 de Diciembre, cuando cenaba tranquilamente con su familia, sonó su teléfono personal, y al otro lado, alguien que se identificó con nombre y apellidos - momento en que él puso en marcha la grabadora- como segundo de a bordo de un partido provincial granadino, se dedicó a darle voces, insultarlo y amenazarlo con llamar a su director general, porque ese día no había metido una noticia de su formación en el informativo. Amenaza que cumplió efectivamente. Mientras el compañero se aseguraba que la grabación estaba en marcha, balbuceó alguna excusa sin sentido, mientras el político continuaba iracundo dándole voces y amedrantándolo, hasta que exhausto de rabia colgó. El sorprendido periodista, curtido en mil batallas no daba crédito a lo vivido y así me lo relató. Aquello fue como si la dictadura de Franco se hubiera implantado de nuevo en Granada, el día de la lotería de Navidad de 2007.
Dándole una nueva oportunidad para la cordura a semejante destripaterrones, comedor de ancas de rana, que suele hablar con faltas de ortografía, el periodista decidió pasar página y comentármelo a mí, a modo de confesión entre compañeros que siempre sabemos guardar nuestras fuentes. Pero la sorpresa vuelve a surgir, cuando de nuevo me llama el periodista para atraer mi atención sobre un comunicado del Sindicato de Periodistas de Andalucía, en el que a los pocos días de iniciada la pasada campaña, se llama la atención sobre las presiones que algunos compañeros están teniendo del mismo partido, de su jefa de prensa la voz de su amo, para coartar, limitar e incluso proponer formas de trabajar en la campaña, protagonizando así la violación de la libertad de prensa mas flagrante desde los tiempos de Franco. El compañero que se me ha confesado, me hizo prometer que no diría nada de esto antes de las elecciones, pero, hoy que ya han pasado, me parece que los hechos son tan graves y preocupantes, viniendo de individuos camuflados en partidos democráticos, con talantes dictatoriales y despectivos antes la clase periodística, que nos jugamos el tipo en la transición para que ahora él coma del pueblo, que me parece oportuno poner sobre la mesa, la necesidad de que los partidos que se denominan a los cuatro vientos democráticos, extirpen de su filas a semejantes semovientes, que debido a su falta de formación política, educación, y talante democrático, contaminan el ambiente de la libertad y de quienes estamos obligados a ejercerla diariamente, para librar a la sociedad de paquidermos como este, que aún perteneciendo al consejo de administración de un medio de comunicación, con ocasión de una entrevista, no tuvo empacho ante el interlocutor de reconocer, que ni veía ni escuchaba el medio que le pagaba su sueldo todos los meses. Eso ya dice mucho del individuo en cuestión. La pena es que la democracia con esta gentuza, está tan desamparada como contra los terroristas. El Duque de Ahumada no acabó con los bandoleros hasta que organizó "La Contrapartía", y los que amamos la libertad, luchamos por ella, y nos la jugamos mas de una vez, con la Brigada Político Social de Franco pisándonos los talones, les hemos allanado el camino a estos "demócratas" de boquilla, para que puedan masacrar la libertad de periodistas independientes y equilibrados, y jugar con el pan de sus niños, sólo porque ese día no les han sacado en su informativo. Lo mismo que la policía tiene su departamento de asuntos internos para separar del servicio a los corruptos, algún partido político provincial debería ir pensando en hacer lo mismo con estos "ilustres " militantes que tanto daño pueden hacer a la libertad y a la democracia.
Muy a su pesar, me cuenta el compañero periodista, que aún conserva la grabación de aquel fatídico día, por si en algún momento alguien quisiera escucharla. Aunque la verdad, si quieren que yo les dé mi opinión, creo que esto debió pasar hace muchos años, y a mi compañero se le ha ido la cabeza. ¡Esto no puede ser verdad!.

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