lunes, 16 de abril de 2012

¿ SE SABE ALGO DEL ELEFANTE ?

¿ SE SABE ALGO DEL ELEFANTE ¿

Tito Ortiz.-

Los privilegios de la monarquía ya no están de moda. El derecho de pernada ya no está bien visto. La servidumbre de una sociedad a un monarca, por el sólo hecho de haber nacido en cuna de oro, con sangre azul, es de otra época. Tras la muerte de Franco, una parte del facherío, aguantó a regañadientes, y otra de la extrema izquierda, aplicaron sordina a sus apetencias de sistema republicano, porque el rey había resuelto con cierta gallardía la noche del 23 F. Pero después de los últimos años la cosa viene a darles la razón, a quienes dicen que la corona estaría bien en un museo, tal y como se estudian en bachillerato los reyes godos, por ejemplo. El tema Marichalar nunca nos lo han contado tal y como es, o mejor dicho, como fue. El de Urdangarín tampoco, pero los medios nos hemos encargado de hacerle el trabajo a la justicia y ponerles a jueces y fiscales sobre la mesa, la sinvergonzonería más grande emparentada con la nobleza, de la que tengamos conocimiento en época contemporánea. De Bárbara Rey no hablaré, porque es actriz en activo, y de la rubia que acompañaba al monarca aquella noche en el ascensor del Meliá Sierra Nevada, tampoco, porque sólo son producto de mi locura y desatino.

Cuando los desahucios de criaturas humanas se producen a diario, dejando a mujeres y niños en la calle, sin más abrigo que unos soportales y unos cartones, y el censo de parados aumenta vertiginosamente todos los días, a cifras nunca conocidas, que baten récords en el mundo, cuando los funcionarios tienen congelado el sueldo, las pensiones son de risa, el corralito ya funciona en la banca, y el copago se cierne sobre nosotros, como la única salida a la sanidad y la justicia, tan sólo en principio, que después vendrán más, que un jefe de estado se dedique a cazar elefantes con mi dinero, eso es algo que ya me toca la moral, por no decir la entrepierna.

Nunca fui monárquico, sí Juan Carlista, pero ya no. Estoy hasta los coj... de que suba la gasolina, de ganar menos que hace diez años, de tener que jubilarme dos años después de lo previsto, de que haya dos fascistas misóginos, camuflados como demócratas de izquierdas, dentro del PSOE granadino, con cargos orgánicos e institucionales. De depender de una nómina y no poder defraudar a hacienda, para que me apliquen sólo el diez por ciento de multa como supermillonario acreditado De no poder unirme al movimiento 15M, porque no soporto a los que no se duchan, que la progresía y la libertad, no están reñidas con el agua. Que se parecen al comando fétido de la pública andaluza, a pesar de laborar en una laguna. Un poquito de agua y jabón, para que las ideas huelan a limpio, diablos. Es absolutamente falso que cuanto menos se duchen, más serán de izquierdas. Y además, resulta muy de agradecer por el prójimo circundante, que además de lavarse, se haga lo mismo con la ropa. No basta con ducharse, si después te pones los gayumbos y la camisa de hace un mes que ya se quedan de pie. No estamos haciendo nada. Se nos va el vino en catas.

El abuelo lo hacía con más vista. Cazaba si, pero en la finca del duque de San Pedro de Galatino en Láchar, donde por cierto suele hacer niebla y así todos los gatos son pardos. Y no cazaba elefantes, que es algo grosero y dieciochesco. Lo de Alfonso XIII era caza menor, en concreto, conejo de la más alta calidad, conejo plebeyo, pero conejo de armas tomar en boca de todos los que vieron y, algunos afortunados, -en ausencia real-, hasta lo compartieron. De ahí que viniera a Granada con tanta frecuencia, a comprobar como iban las obras del hotel Alhambra Palace, las de la carretera de La Sierra, y su blanco tranvía. Lo de cazar elefantes en África, está más trasnochado que “La Venganza de don Mendo”, aunque hay que reconocer que Muñoz Seca, retrató a la monarquía española con una coña hiperrealista, de muy padre y señor mío, claro, así le costó la vida al pobre. El corporativismo de los cazadores, ya se sabe. Franco también cazaba, es que cuando la gente llega a un palacio, por muy normalita que sea su extracción social, se vuelve muy cazadora, algunos como éste bajito del Ferrol, hasta podían llegar a cazar hombres. Carlos III, aparte de escribir las mejores ordenanzas del ejército de todos los tiempos, cazaba con bien tino, y se hizo retratar en actitud idónea, de hecho, a poco avispado que estés en El Prado, te lo encuentras en su posición descanso, cuán fusilero en hora de bocadillo, o para ser más exactos, atento al toque de fagina. La caza y la realeza española han ido siempre de la mano, incluso del pie, y si no, que se lo pregunten a Froilán, que ya apunta maneras, muy malas, pero las apunta, menos mal que – de momento - es contra si mismo.

Anoche fui a sacar dinero a un cajero, y me encontré a un sin techo, durmiendo bajo los cartones de embalaje de un frigorífico no frost, o sea, de categoría. El cartón no era un cartón cualquiera. Le puse la mano en el hombro y le dije: ¡ Amigo, el rey ya anda!, con muletas, pero anda, la operación ha sido un éxito. El hombre, apartó sigilosamente el tetra brik de don Simón con el que se tapaba la cara, y mirándome de reojo, sin levantar apenas la cabeza me dijo: ¿ Se sabe algo del elefante ¿

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